La ultraderecha un mal endémico en Europa que amenaza con destruirnos
Soy uno de los más de 23.000.000 de ciudadanos que no votaron la constitución del régimen del 1978, uno de esos millones de ciudadanos que ven la constitución como una herramienta y no como palabra divina, de los que entienden que la Constitución nació en tiempos difíciles en los que se hicieron concesiones a los poderes herederos del franquismo para evitar otra muy posible guerra civil.
Uno de esos millones de ciudadanos que entienden que la monarquía es un anacronismo histórico a superar, una herencia del franquismo, una imposición del pequeño dictador anormal y genocida que condenó a los pueblos del Estado español a más de 40 años de dictadura y terror.
No me siento un siervo, y mis hijos no son borregos que alguien pueda heredar.
Que alguien nazca «Jefe de Estado” sin pasar nunca por las urnas, sin pasar por unas elecciones donde consiga el respaldo del pueblo me sigue pareciendo intolerable.
La transición no fue real, más que un cambio fue un lavado de cara para evitar otros males, otro golpe de Estado como el de 1936.
Las ruedas de la historia han seguido girando, y se ha vuelto a demostrar la máxima de Cicerón de que aquellos pueblos que olvidan su historia estan condenados a repetirla.
El fascismo es el perro de guerra del capitalismo en crisis, nace financiado por la oligarquía económica de ultraderecha y se alimenta del desconocimiento de nuestra propia historia, la frustración y el odio a lo desconocido.
El fascismo busca chivos expiatorios entre los más débiles, culpa de la explotación a los explotados, el fascismo es violento e irracional, no necesita de argumentos trabajados, ni de discursos talentosos, se dedican tan solo a escupir odio, miedo y mentiras.
El fascismo recibe rápidamente el apoyo del burgués asustado, y su mensaje se traslada rápidamente a la ciudadanía gracias a una prensa generalista que lo disculpa y lo normaliza, una prensa que está en las mismas manos de los oligarcas que financian a ese fascismo.
El juego electoral se tornó tragedia, una vez más el drama de olvidar la historia hace que se repita, podemos tomarlo en serio o esperar a que llegue el “lobo”, para luego como tontos preguntarnos entre sollozos como ha sido posible que pasase.
La verdadera izquierda debe replantearse la estrategia en la lucha contra el fascismo a nivel electoral, en la calle, y en los centros de trabajo.
Hay que desenmascarar al monstruo y el único modo es no tener miedo a decir la verdad.
El éxito de la derecha en Europa es un fracaso sin paliativos para la clase trabajadora.
El fascismo avanza, y aunque aún son pocos debemos tomarnos muy en serio el peligro que supone y organizarnos para combatirlo, las viejas organizaciones vendidas al capitalismo, los sindicatos y partidos de la socialdemocracia burguesa son parte del problema y no pueden ser parte de la solución.
Supongo que buena parte de aquellos que decían que no hay izquierda ni derecha irán espabilando, porque ahora hay varios partidos de ultraderecha con representación en las instituciones.
La ultraderecha crece también porque la izquierda se ha aburguesado y ha dejado las calles, y las fábricas como campos de guerra ideológica.
No podemos caer en la moderación y las medias tintas y perdernos en la mentira de lo políticamente correcto.
Nuevamente negras banderas ocultan el cielo, vuelve el fascismo que tanto asesinó.
La derecha se pasó a la ultraderecha y consigue victorias gracias a la desmovilización de la izquierda y su desafección ante las propuestas de la falsa izquierda.
La pregunta es, ¿Despertamos o esperamos dormidos al fascismo?.
Se viene una opa hostil a las democracias europeas por parte de un fascismo que se fortalece.
La extrema derecha crece y debería hacer que dejemos de discutir si son “galgos o podencos”, y tenemos la obligación y la necesidad de organizarnos para defender nuestro presente y el futuro de nuestros hijos, de nuestra clase social.