¿Recortes de izquierda?
El pasado mes de Julio, mientras el país se entretenía con las andanzas del juez Peinado para dar caza a Pedro Sánchez, así como con las trifulcas políticas a cuenta de la Ley de Amnistía, se producía en el Congreso de los Diputados una extraña votación, no por lo que se sometía a consulta(la senda de déficit hasta 2027), sino por el incomprensible sentido del voto de las distintos partidos respecto de la cuestión.
Sorprende que pasara desapercibido en los medios el hecho de que el gobierno presentara un techo de gasto para 2025(199.171 millones) prácticamente igual que el prorrogado de 2024(199.120 millones), del cual Yolanda Díaz había dicho que contenía un recorte de 16.000 millones en relación a las cuentas de 2023. Si tenemos en cuenta que la riqueza nominal del país crecerá en 2024 casi un 5%, en términos reales se produciría una reducción del gasto del 2,6%, según un estudio de CCOO. En una interpretación más generosa hacia la propuesta gubernamental, y excluyendo del cálculo los fondos europeos, el gasto público registraría un incremento respecto del 2024 del 3,2%, es decir, prácticamente igual que la inflación, lo que en la práctica significaría una congelación de los recursos que se van a dedicar a sanidad, vivienda, educación, dependencia, infraestructuras, etc. Para rematar la faena, la Airef(Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal) ha calculado que, para cumplir con las nuevas reglas comunitarias, España tiene que hacer un ajuste, hasta el 2031, de 6000 millones al año, que lo será por la vía del recorte toda vez que se ha renunciado a aumentar los ingresos mediante reforma fiscal.
Hay que añadir dos matices a estos cálculos: lo invertido en pensiones y en lo militar crecerán por encima del porcentaje citado. El primero porque el presupuesto en ese rubro crece, por exigencias demográficas, de año en año. El segundo porque el gobierno lleva tiempo, por servidumbres geopolíticas, recurriendo a trucos contables como las ampliaciones de crédito(recusadas por el Constitucional)para aumentar por la puerta de atrás el presupuesto inicial de Defensa. Quiere decir esto que si esas partidas se disparan, las demás han de bajar.
Pues bien, este cuadro presupuestario fue apoyado favorablemente por toda la izquierda. Pero sus votos no fueron suficientes para evitar que las derechas(PP, V0x y Junts)lo tumbaran. Así que el ejecutivo no tuvo otra que envainársela, aunque lo va a intentar nuevamente. Se produjo un espectáculo insólito: las fuerzas políticas que han clamado siempre contra el dogmatismo del 3% de déficit y que ahora encajan el 1,8% para 2027(desde el 2,5% para 2025), asumiendo la austeridad, mientras que la derecha, eterna abanderada de reducir a mínimos lo público, revolviéndose(por razones de oportunismo electoral) contra esta reedición de la ortodoxia europea en materia de déficit y deuda que en abril pasado suscribió el Parlamento europeo, con el voto en contra de la izquierda y de Los Verdes. Los sindicatos fueron los que con más contundencia se expresaron al respecto: ‘limitar el margen de maniobra del déficit público desincentivará la inversión en objetivos climáticos y sociales, dejando atrás a los trabajadores y a la ciudadanía en general’.
Pero nuestro gobierno de coalición ha ido más allá en el acatamiento al orden neoliberal, a pesar de la ‘rojas’ declaraciones de Sánchez la semana pasada. Así, rechaza modificar al alza la indemnización por despido improcedente, ignorando la resolución en ese sentido del Consejo de Europa; se niega a retribuir los permisos parentales, lo que le ha valido ya una multa de Bruselas; no quiere oír hablar de la propuesta de 200 euros por hijo, hasta los 18 años, que planteó el ministro Bustinduy; el mes pasado eliminó la protección que tenían, a efectos de despido, los trabajadores acogidos al permiso de cuidados de familiares; y, finalmente, el acuerdo entre el PSC y ERC para la financiación singular de Cataluña contiene un principio de ordinalidad que no se compadece con la solidaridad interterritorial. Toda esta racanería presupuestaria y de negación de derechos se producen en el contexto político de la anulación de Sumar como fuerza correctora de las veleidades liberales que nunca abandonaron al PSOE: los de Yolanda parecen ministros y ministras independientes de un gobierno socialista presidido por Sánchez. Han sido desposeídos de toda capacidad de gestión de las políticas sociales.
La razón de esta invisibilización, que amenaza con arrastrar al precipicio electoral a Sumar, no es otro(querencia por la mullidez de los sillones ministeriales aparte)que el miedo a la alternativa: la derecha reaccionaria. Lo que no parecen tener en cuenta quienes desde la izquierda albergan este temor es que, cuanto más se desatiendan desde el poder las cosas del comer y las causas progresistas(esto último, a raíz de lo que hemos conocido sobre el apoyo fáctico español a Israel o lo dicho por Sánchez sobre los inmigrantes, merece tratamiento aparte), más nos acercamos al abismo de un gobierno ultra.
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