Pepe Mejía •  Opinión •  11/10/2016

Come, reza, muere

Come, reza, muere

En el día de su ejecución sólo les permiten tres cosas: saborear una comida que tienen que costearse (entre 30 y 40 dólares), decir las palabras que quieren que se pronuncien durante su ejecución y si quieren la presencia de un sacerdote. No se les permite ver ni abrazar a sus familiares.

Estamos en Estados Unidos. Así funciona el sistema de eliminación de transgresores de leyes injustas. Y a esta realidad se ha acercado, nos ha acercado, con una tremenda brutalidad, con una tremenda claridad y de manera sencilla -en apenas 8:02 minutos- Víctor Ripoll, que trabaja desde 2012 el videoarte y la performance.

La Plaza de los Comunes -Plaza de Peñuelas 3, en el corazón de Madrid- fue el espacio que en el marco de la 9ª edición del Festival de Videoarte Proyector [del 5 al 9 de octubre] se proyectó esta visión de la pena de muerte en EEUU, a través de la comida de los presos antes de ser ejecutados de manera legal. La última cena, la última oración, tu muerte.

La bandeja de plástico verde, los cubiertos de plástico blancos y un predominio del color blanco en las imágenes dan fuerza al discurso. No hay que hablar. Ni tan siquiera poner los nombres completos de los reclusos sólo bastan sus siglas, fecha y lugar de ejecución.

Tampoco existe la necesidad de ver sus caras sino que a través de sus comidas cada uno de nosotrxs podemos poner rostros a los ejecutados. Y digo ejecutados porque Ripoll nos informa que en 1912 hubo 43 hombres ejecutados legalmente en las prisiones de Estados Unidos.

Cuesta pensar, mientras admiramos el trabajo de Ripoll, que la duración del video 8:02 es lo que dura la inyección letal.

Los sabores comparten espacio con los silencios y la muerte. La comida con la angustia y la soledad. Bandejas vacías, estómagos vacíos. Sí, existen imágenes de bandejas vacías. Conté hasta dos, pero no sabemos si no comieron porque no tenía con qué pagar o simplemente no les apetecía.

Las imágenes también reflejan nuestro entorno de consumismo y calorías. Sólo una pizza y una coca cola fueron algunos de estos iconos que se hicieron presentes antes del suspiro final. Y otra bandeja sólo de frutas naturales que contrasta con la puesta en escena de la bandeja y cubiertos de plástico.

Un sentimiento que nos transmite Víctor Ripoll, ganador del primer premio en el IX premio de VideoArte del Ayuntamiento de Astillero, Cantabria, en julio de 2016.

Y terminamos como dice el autor: “Mensaje diáfano, claro, directo y que invita a la reflexión. A observar de una manera diferente lo cotidiano. Tu vecino tiene secretos a igual que ese cubo de basura que está en la esquina y que ignoras diariamente”.


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