El raudo desplome de Siria
Hasta el momento hay varias hipótesis sobre el derrumbe de Siria, no obstante, informamos de unas posibles causas que intentaremos plasmar en este artículo. A la par de estas posibles causas, hay toda una serie de vertientes, lo cual hace muy complejo entender la situación de diversos actores en esta situación de Siria.
En un artículo de mi autoría del año 2021, titulado, «Destrucción programada y sistemática de Siria«, que para ese entonces ya llevaba, por lo menos, diez años de guerra, nos referimos a tres problemas internos, o en las fronteras de este país, que no son los únicos, del analista internacional, Mauricio Meschoulam.
Un primer problema o conflicto, es el existente entre Turquía y las milicias kurdo-sirias. Tras sus victorias contra ISIS, ahora esas milicias, entrenadas y armadas por EEUU, controlan entre un 25 y un 30% de Siria. Esto genera tensiones en Turquía desde hace tiempo. Recordemos que los kurdos son un grupo étnico con presencia en cinco países. La minoría kurda más importante se ubica en Turquía, y desde hace años, Ankara sostiene un choque armado con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), un grupo militante separatista que, entre otras cosas, ha establecido bases y lazos con las sociedades kurdas de países vecinos. Turquía argumenta que las milicias kurdo-sirias son una rama directa del PKK, considerado un grupo terrorista por Ankara. Por consiguiente, para Turquía era inaceptable que dichas milicias kurdo-sirias, a quienes mira como enemigos directos, controlaran el 25% de Siria, incluida la frontera sirio-turca, y que, además, fuesen respaldadas y protegidas por EEUU, su aliado de la OTAN.
Así, la propuesta provisional de Erdogan mientras “esos terroristas son desarmados y ceden el territorio”, ha sido establecer una “zona de seguridad” en la frontera, una franja dentro de Siria con 30 km de profundidad que controlarían las fuerzas turcas para evitar que los kurdos sirios pusieran en “riesgo a la seguridad nacional de Turquía”. El presidente turco había amenazado numerosas ocasiones que llevaría a cabo esta incursión militar “contra el terror”, incluso si eso le llevaba a enfrentarse con las tropas de EEUU. Al final, cuando hacia octubre de 2019, Trump decidió replegarse y no defender a sus aliados kurdos ante la invasión turca, fue Rusia quien tuvo que entrar a mediar. Moscú consiguió calmar las aguas, permitiendo que Turquía penetrara solo en ciertas zonas limitadas dentro de la zona fronteriza, y logrando que los kurdos replegaran sus fuerzas varios kilómetros atrás de dicha frontera. Sin embargo, esa zona de Siria, que en su mayor parte sigue controlada por las milicias kurdas, se mantiene como una bomba de tiempo.
Un segundo conflicto, que subsiste, es el de Israel en contra de Irán y sus aliados. A medida que Assad fue recuperando terreno, Irán fue capitalizando el apoyo que le ha brindado todos estos años, mediante posicionarse de manera cada vez más firme en Siria, lo que en los últimos años ha incluido la construcción de bases militares y despliegue de soldados, cuerpos de élite y armamento sofisticado. Israel, país fronterizo con Siria que considera a Irán como su mayor enemigo en la región, busca impedir que Teherán o cualquiera de sus aliados, cuente con ventajas que podrían ser utilizadas para atacarle. Así, desde hace años, Israel bombardea constantemente territorio sirio para obstaculizar la transferencia de armas hacia Hezbollah, o para evitar que otras milicias proiraníes afiancen sus posiciones, así como para impedir que Irán construya bases o despliegue armamento. A pesar de que decenas de soldados y oficiales iraníes han muerto en estos ataques, las represalias de Irán contra Israel han sido escasas y limitadas. Sin entrar en detalle, solo comentar que Teherán mira su despliegue en Siria como una meta de largo plazo y, en lugar de detonar un conflicto en lo inmediato, ha elegido contenerse y seguir avanzando poco a poco. No obstante, en la medida en que sus posiciones y las de sus aliados se mantengan o sigan creciendo, en esa medida el potencial de un conflicto más abierto entre Israel e Irán (y varias milicias aliadas como Hezbollah), en el que el territorio sirio sea uno de los principales escenarios de confrontación, permanece latente. Este no es un tema del pasado. Esta misma semana se reportaron nuevos bombardeos israelíes en Siria.
Un tercer conflicto, que sobrevive, es el que varios actores tienen con ISIS. Esa organización fue, en efecto, muy golpeada tanto por parte de la coalición internacional liderada por Washington como por parte de Assad y sus aliados. Sin embargo, la pérdida del territorio que llegó a conquistar esa agrupación islámica no terminó con ella. Solo en Siria se estima que la organización mantiene unos 10 mil combatientes (y quizás otro tanto en Irak) los cuales, como ya mencioné, se encuentran activamente cometiendo decenas de atentados cada semana. Pero además de ello, ISIS ha encontrado cómo subsistir a través de establecer y/o reforzar sus redes. Siria, desde donde ISIS opera con holgura, se ha convertido en el mayor productor y exportador de anfetaminas del planeta. Apenas hace unos meses acá comentamos cómo en Italia se había confiscado un importante cargamento de ese estupefaciente que ISIS estaba enviando a la mafia italiana.
Al parecer, el gobierno de Siria no dio mucha atención a este hervidero en su frontera y al interior del país.
Actualmente, se dio y da una arremetida contra Siria, quien, tras resistir más de una década contra diversas amenazas, incluyendo el Daesh; ha caído en unos pocos días, ante una ofensiva combinada, con varios cómplices. Desde el inicio, los extremistas del HTS (anteriormente Frente Al-Nusra, rama local de Al Qaeda) contaron también con el apoyo de mercenarios turcos, algunas fracciones kurdas y la aviación israelí. Las principales ciudades sirias cayeron una tras otra. Primero Alepo, luego Hama y Homs y finalmente entraron en Damasco. El ejército sirio, a pesar de más de una década de resistencia, casi no luchó y la superioridad aérea no fue suficiente.
Hasta este momento, lo cierto es, que la caída de Siria favorece la agenda del imperialismo norteamericano en la región, y daña la causa de la resistencia. Y, por otro lado, una vez más, la división y las traiciones internas en el mundo árabe- musulmán se imponen. El egoísmo hace que la historia se repita.
Pero veamos, qué complejo escenario, el ataque formalmente, es conducido por las milicias Hayat Tahrir al-Sham (HTS), anteriormente conocidos como el Frente Al-Nusra, rama local siria de Al Qaeda y las tropas del Ejército Nacional Sirio, notoriamente conocidos como grupo mercenario al servicio del gobierno turco. También el Consejo Militar de Deir Ezzor, una de las milicias que componen las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), organización separatista y nacionalista kurda aliada con Estados Unidos, y que mantuvo unas tensas relaciones con el gobierno de Al-Assad, llevó a cabo ataques infructuosos en la campiña de Deir Ezzor contra al menos seis aldeas, en las cuales el ejército sirio logró mantener el control.
Adicionalmente, en territorio sirio operan células del disminuido, pero aún no derrotado Estado Islámico, hay bases norteamericanas ilegales, como la estratégica base de Al-Tanf, situada en la frontera entre Siria, Iraq y Jordania, y que en varias oportunidades en el pasado ha servido como base logística para las agresiones israelíes, y los Altos del Golán, ilegalmente ocupados por los sionistas y desde donde se perpetran regulares ataques sobre Damasco y otras áreas del país.
Por otro lado, del lado sirio se han posicionado firmemente Rusia, que ha jugado un papel estratégico en todo el conflicto y cuyos ataques aéreos son hoy un complemento indispensable de la defensa y la ofensiva del ejército sirio, Irán, también aliado de larga data e Iraq, país que envió unas 27 mil tropas a apoyar el esfuerzo de guerra del gobierno sirio.
Se agrega a esto, según los medios The Craddle y Al Mayadeen quienes reportan la presencia en territorio sirio, de una unidad de élite ucraniana conocida como «Lobos Blancos«. Esta unidad es una división del Servicio de Seguridad de Ucrania, especializada en operaciones con drones de alta tecnología.
Consideremos, además, que el representante sirio, ante las Naciones Unidas, denunció este 3 de diciembre pasado que el ataque en el norte de Siria no podría haberse llevado a cabo sin la luz verde y una orden operativa conjunta entre Turquía e Israel. Esto a pesar de que, a nivel discursivo, Turquía ha sido muy crítica con el sionismo y ha encabezado iniciativas diplomáticas en su contra.
Pero, la Turquía de Erdogan, ha impulsado una agenda gran nacional que funciona como un subimperialismo, moviendo las fichas en su área de influencia con fines egoístas. Miembro de la OTAN y claramente alineado hacia Occidente, a pesar de sus fuertes declaraciones pro Palestina, Turquía no puede ver con buenos ojos la consolidación del eje de la Resistencia, que desde su perspectiva implica también un fortalecimiento iraní. Al mismo tiempo, le preocupa significativamente el crecimiento, bajo la sombrilla de las FDS, del PKK, partido nacionalista kurdo que opera en el sur de Turquía. Y, por qué no, tiene también aspiraciones en materia de recursos naturales y expansión territorial en caso de un eventual descalabro del gobierno sirio.
Estos son los numerosos actores, países, aristas, entre otros, que llevan a la veloz caída de Siria, que, sin duda alguna, dejó muchos portillos abiertos para la perfidia, la traición y los egoísmos fanáticos.
Ahora, la rapidez con la que se ha desvanecido el gobierno sirio, sin que sus tropas hicieran ningún esfuerzo creíble por sostenerlo, obliga a preguntarse si detrás de los acontecimientos, hay una traición de los altos mandos, convenios secretos entre las partes, una insólita ineptitud de las agencias de inteligencia que no supieron (o no informaron) nada sobre los preparativos para un alzamiento de estas dimensiones, una corrosión silenciosa pero inexorable del régimen o una combinación de varios de tales factores.
También, una conclusión, quizás, más inmediata que se debe sacar, es la profunda debilidad y fragilidad del régimen sirio, socavando toda la retórica de los últimos años sobre su supuesta «victoria». Ya sea que el régimen no haya defendido estas aristas, o haya elegido activamente no defenderlas seriamente, algo que ya está sujeto a abundantes análisis y especulaciones, el resultado sigue siendo el mismo, este es un evento que plantea serias preguntas.
En todo caso, es imposible confiar en esta mezcla volátil de grupos para lograr «estabilidad», «seguridad» o «cambio», dado que han estado envueltos en conflictos internos desde 2013, y los crímenes y violaciones cometidos por la mayoría de sus principales componentes, nunca han cesado durante este tiempo.
En este sentido, para concluir sobre la rápida caída de la República Árabe Siria y siendo el último Estado procedente de la tradición del socialismo árabe, dejamos finalmente algunas otras consideraciones al respecto.
Los aliados de Siria en el terreno han sido Irán y Rusia. Estas dos últimas naciones, al parecer, según algunos medios, dieron múltiples advertencias al presidente sirio Bashar al-Assad, quien las ignoró.
Según información publicada por la agencia de noticias iraní FARS, Irán, a pesar de su apoyo al gobierno sirio, no envió tropas a Siria debido a una serie de factores. La agencia destaca una evolución en la naturaleza del conflicto, con la «mutación genética» de los grupos terroristas, quienes dejaron de cometer actos de violencia y adoptaron una posición diplomática y la consiguiente disminución del apoyo popular al ejército sirio. Fars también señala una falta de motivación interna en el ejército sirio, atribuida a debilidades religiosas y económicas.
Sin embargo, el factor más determinante, según Fars, fue la actitud del propio Assad. El Ayatolá Jamenei, en una reunión con Assad el 10 de junio de 2024, le dirigió una «advertencia importante y razonable». Irán, afirma la agencia, había advertido repetidamente a Assad sobre el fortalecimiento de los grupos terroristas, incluso antes del conflicto en el Líbano, ofreciendo propuestas que fueron rechazadas. A pesar de los esfuerzos iraníes, incluso enviando funcionarios de alto nivel para negociar hasta el último momento, Assad optó por confiar en las «promesas» de otros países árabes y occidentales, una decisión que resultó fatal. Irán, concluye Fars, decidió no intervenir tras constatar el «vacío» de esas promesas.
Por otro lado, un oficial sirio, evacuado a la base aérea rusa de Khmeimim, proporciona una perspectiva diferente, centrándose en el papel de Rusia. Según este oficial, en 2018, Rusia ofreció al gobierno sirio una reforma de sus fuerzas armadas, incluyendo el suministro de nuevos equipos a crédito, compensable a través de beneficios para las empresas rusas. Esta propuesta fue rechazada por la dirigencia siria.
Paralelamente a la inacción del gobierno sirio, Turquía y otros miembros de la OTAN, sí fortalecieron a los grupos militantes, poco a poco transformados en un «ejército real». La situación se agravó con la destitución de comandantes sirios, que habían colaborado con el ejército ruso desde 2015, y la disolución de unidades entrenadas conjuntamente. El nombramiento de nuevos comandantes en las zonas de Alepo, Idlib y Hama, durante el último año, culminó con la deserción de estos nuevos oficiales y sus tropas.
En conclusión, tanto la información de Fars, como el testimonio del oficial sirio, apuntan a una convergencia de factores que contribuyeron al colapso del régimen de Assad. La falta de hegemonía interna, el debilitamiento del ejército y, sobre todo, la desestimación de las advertencias y propuestas de sus aliados históricos, Rusia e Irán.
Deseamos que a Siria no le ocurra lo mismo que a Libia, a saber, la fragmentación territorial, el surgimiento de señores de la guerra ajenos a cualquier ley, el expolio sistemático de sus recursos, el empobrecimiento generalizado y, en suma, la desaparición del Estado. Nota de última hora: la Fuerza Aérea israelí bombardea los puertos y hunde la flota naval siria. Ocupación israelí de más mesetas y tierras sirias e incursiones por tierra, a 50 km de Damasco. Destrucción de aeropuertos y defensas aéreas, militares y civiles. EEUU toma control de las reservas de gas y petróleo y su exportación. La moneda local se hunde. No hay electricidad en el 80% del país. Falta de trigo. No hay pan. Así está la nueva Siria, finalmente «democratizada» por «los combatientes de la libertad» de Occidente.