Jaime Martínez •  Opinión •  12/01/2022

El 13 de febrero nos jugamos no ser invisibles para Castilla y León

Si el peso de la población residente en el Exterior es grande en algunas comunidades autónomas, en Castilla y León constituimos una verdadera décima provincia.

El 13 de febrero nos jugamos no ser invisibles para Castilla y León

160.079 personas de Castilla y León residentes fuera de España estamos llamadas a las urnas el 13 de febrero. Es un censo que supera al censo de electores residentes en las provincias Ávila (129.230), Palencia (131.598), Segovia (116.228), Soria (69.079) y Zamora (144.487), según datos del Instituto Nacional de Estadística. Probablemente, si no vives en el Exterior, no te hayas enterado de que nuestras elecciones ya han empezado. El 15 de enero se acaba el plazo para que podamos rogar nuestro derecho al voto. Parece mentira, pero nuestro voto no está garantizado, sino que tenemos que rogarlo (suplicarlo, invocarlo, pedirlo, solicitarlo o implorarlo, si usáramos sinónimos). A partir de ese día, toda persona de Castilla y León residente en el Exterior tiene prohibido votar.

Sería un deber de las administraciones públicas y de los partidos políticos el informar insistentemente sobre cómo 160.079 personas podrían ejercer su derecho al voto. Sin embargo, probablemente casi nadie haya oído mucha información al respecto. Los Consulados envían información a través del correo electrónico a las personas censadas en su demarcación, pero mucha gente queda excluida de esa información, bien porque hay gente mayor que no tiene dirección de correo electrónico, bien porque hay gente que no tiene actualizada su dirección, bien porque el correo de los consulados va muchas veces automáticamente a Spam, bien porque hay consulados que no cumplen correctamente con sus funciones.

El caso de los partidos políticos es diferente. Debería ser de interés particular movilizar a una población nada despreciable para conseguir la mayor masa de votantes. Os invito a hacer una comprobación y chequear las redes sociales del PP, del PSOE, de Ciudadanos o de otras candidaturas de nuevo cuño, para observar que realmente solo Unidas Podemos (y las cuentas de Izquierda Unida y Podemos) ha informado asiduamente a las emigrantes de Castilla y León en el Exterior.

Esto sucede por algo más que por, como pensarán algunas personas, intereses meramente partidistas. Sucede porque Izquierda Unida y Podemos tienen organizaciones fuertes en el Exterior, insertadas en el tejido social fuera del ámbito oficial y que conoce las necesidades de, entre otras cosas, información que tiene la población en el Exterior. Mientras el PP, el PSOE (también el PNV por ejemplo) manosean los fondos para asociaciones y casas regionales lideradas por sus amiguetes, desde Berlín a Buenos Aires, paralelamente se construían tejidos sociales de la emigración ajenos a esta realidad institucional, como han sido, son (y serán) Marea Granate, las Oficinas Precarias, etc., que han servido de verdadero sostén para miles de personas emigrantes en el Exterior y que han escuchado de primera mano las quejas y necesidades de las mismas. En ese tejido de movimientos sociales han estado y están las militancias de Unidas Podemos, entre otras personas con otras afiliaciones y otras personas sin afiliación ninguna.

De esta participación y aprendizaje en el tejido social se deriva que Unidas Podemos en todas las elecciones tengamos, en primer lugar, el mayor número de representantes (apoderadas) en los consulados; que tengamos propuestas claras y específicas para la emigración en materia de voto, sanidad o servicios consulares; que tengamos una idea de retorno que se escapa del leitmotiv del «talento joven emigrado», que compra desde el PP al PSOE e incluso al programa de la España Vaciada y que dejan a una gran parte de la emigración fuera de sus perspectivas de país o, en este caso, de comunidad autónoma. También estamos presentes en los Consejos de Residentes Españoles (órganos consultivos de la emigración en los consulados), para llevar nuestra voz a las instituciones.

El 13 de febrero Castilla y León se juega su supervivencia: un modelo de ganadería vinculada al territorio, extensiva, respetuosa con el medioambiente como defiende el Coordinador Federal de Izquierda Unida y Ministro de Consumo, Alberto Garzón, o el modelo de macrogranjas fomentado por la Junta de Castilla y León; el de los derechos laborales de la Ministra de Trabajo Yolanda Díaz que descubre fraudes en empresas del sector agrario y agroalimentario o que sube el SMI, frente al de la patronal de la agroindustria representada por, entre otros, ASAJA, o al de la CEOE que cronifica la precariedad; el del modelo de lucha por el medioambiente representado por ejemplo en la oposición a la mina de uranio a cielo abierto en Retortillo (Salamanca), frente a la venta de los Gobiernos del PP de nuestros recursos a multinacionales de capital extranjero; el modelo de la bajada de tasas universitarias del exministro de Unidas Podemos Castells, frente a los tasazos de Wert, implementados en el rango más alto posible y sin rechistar por la Junta de Castilla y León, con una comunidad con unas de las tasas universitarias más altas de España. Se puede gobernar de muchas maneras y el PP de CyL lo hace de forma caciquil, para beneficio de amigos y multinacionales, no para quienes al final, por falta de oportunidades, tenemos que marcharnos y no solo nos tenemos que ir, sino que, una vez fuera, pasamos al olvido, al desprecio y al abandono.

El 13 de febrero nos enfrentamos quienes queremos que la emigración deje de ser invisible para Castilla y León, a pesar de ser la quinta provincia por censo, frente a quienes consideran que la mejor manera de gestionarla es hacer como que no existe; quienes queremos un retorno digno de toda la emigración, que es diversa y con diferentes realidades sociales y familiares, y no solamente del «talento joven», frente a quienes proponen como modelo de retorno dar una limosna a quienes deseen retornar (pagar el billete de vuelta), como el promovido por De Santiago-Juárez (PP). Por eso, es importante que, en primer lugar, participemos rogando el voto (hasta el 15 de enero) y, en segundo lugar, que lo hagamos echando a quienes nos ningunean, nos olvidan, a quienes hablan de nosotras sin tener ni puñetera idea de lo que hablan, a quienes quieren silenciarnos para hacer como que no existimos, a quienes nos echaron de nuestra tierra. No habrá futuro para Castilla y León, si no hay futuro para quienes emigraron y desean retornar a su tierra. El primer paso es darnos voz en las Cortes y esa voz la llevarán nuestras procuradoras de Unidas Podemos, las únicas que cuentan con las residentes en el Exterior para elaborar programas y propuestas políticas que nos den un futuro en nuestra tierra.

*Jaime Martínez, palentino en Berlín.


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