14 de abril: una llamada a la insurrección
Nos acercamos a un nuevo 14 de abril, aniversario de la proclamación de la segunda república española, y la situación de nuestro país sigue siendo la misma que se nos impuso más de ochenta años atrás, cuando el sistema democrático por el que nos regíamos fue aplastado por una manada de hienas fascistas que destruyeron la legalidad republicana y la consensuada convivencia en paz. Esta partida de criminales no dudó en pedir apoyo a los regímenes de Hitler y Mussolini, sin cuya ayuda no habrían conseguido sus propósitos de retroceder a España al esclavismo medieval. Esos indignos militares que se sublevaron contra la legalidad republicana nacida de las urnas en 1931, tampoco dudaron en asesinar despiadadamente a media España para enmudecer y aterrorizar a la otra mitad.
El resto de Europa, cómplice de este crimen, permitió que tras la segunda guerra mundial España siguiera bajo el régimen de sometimiento y terror de Franco, el mismo que los nazis y los fascistas habían ayudado a imponer con atrocidades como el bombardeo de Guernica en 1937. Hoy ese régimen, enmascarado de democracia tras una ilegítima monarquía, lo seguimos soportando aún. Seguimos manteniendo una monarquía feudal, impuesta por el dictador, cuyo rey es inalcanzable por la ley.
Más de ochenta años después de su traición al pueblo, seguimos manteniendo un ejército fascista y prepotente. Recientemente, una caterva de despreciables militares nos han advertido (a través de un manifiesto firmado por oficiales de rango medio y alto) de que disponen de armamento y recursos suficientes para repetir, cuando les venga en gana, su golpe de Estado de 1936. También se atreven a amenazarnos con que, si es necesario, no tienen reparo alguno en fusilar a 26 millones de españoles para alcanzar su propósito criminal.
La complicidad de la justicia española, rastrera y corrupta, queda en evidencia cuando los jueces se niegan a procesar a los militares que firmaron ese manifiesto para fusilar a media España, cuando ratifican la imposición ilegítima de Felipe VI como monarca de este país y cuando se niegan a juzgar al rey emérito, Juan Carlos I, por ser un ladrón. Una justicia así sólo puede ser calificada como la “Ramera Mayor” del fraudulento y ridículo reino que mantenemos en este país.
¿Qué vamos a celebrar este 14 de abril sino la vergüenza y el oprobio ante el mundo de ser un pueblo enmudecido por un régimen fascista que mantiene presos políticos en sus cárceles, que practica impunemente la tortura en sus comisarías, que no es otra cosa que una dictadura enmascarada que se prolonga ya 46 años más allá de la muerte del dictador?
Somos ciudadanos pacíficos, desprovistos de medios para defendernos, así que la desobediencia civil y la resistencia pacífica son nuestras únicas armas en esta legítima insurrección. Mientras no salgamos a las calles, levantemos barricadas, destronemos al apócrifo rey que nos han impuesto y hagamos ondear la bandera tricolor en las instituciones que dicen representarnos, no habrá nada que celebrar cada 14 de abril… Excepto el oprobio y la vergüenza por consentir que los herederos de la traición contra la república de 1936 sigan imponiendo su ilegítimo régimen de terror, enarbolando sus criminales banderas rojigualdas y encarcelando a todos aquellos que se atrevan a levantar la voz contra el fascista monarca que se autoproclama rey de este país… E pur si muove.