La violencia de los colonos es violencia del Estado – Informe de B’Tselem
En noviembre de 2021 la organización de derechos humanos israelí B’Tselem publicó un importante informe donde, a través de extensa documentación y cinco casos de estudio, demuestra que la violencia que los colonos judíos ejercen en el territorio palestino ocupado de Cisjordania es parte inseparable y estructural de la violencia del Estado de Israel destinada a apoderarse de la mayor cantidad posible de tierras palestinas. Y lo que es peor: funciona. Aquí recopilo mi traducción del Resumen del informe, enlaces a la fuente original y anexos y una serie de videos que ilustran la violencia cotidiana que sufre la población palestina de Cisjordania a manos de los colonos coludidos y respaldados por el ejército y las instituciones estatales israelíes. [Los subrayados son míos.]
Asunto de Estado: La apropiación ilegítima de tierras por parte de Israel
en Cisjordania mediante la violencia de los colonos
Resumen – B’Tselem – Noviembre de 2021
Israel ha construido más de 280 colonias en Cisjordania, en las que viven más de 440.000 colonos. De esas colonias, 138 fueron establecidas y reconocidas oficialmente por el Estado (sin incluir los 12 barrios que Israel construyó en las zonas que anexionó a Jerusalén), y unos 150 son “puestos de avanzada” [colonias incipientes] no reconocidos oficialmente por el Estado. Alrededor de un tercio de los puestos de avanzada se han construido en la última década, la mayoría de ellos denominados “granjas”.
Las colonias de Cisjordania controlan cientos de miles de dunams de tierras [1 dunam = 1.000 metros cuadrados] a las que la población palestina tiene un acceso limitado o nulo. Israel se ha apoderado de algunas de estas zonas utilizando medios oficiales: emitiendo órdenes militares, declarando la zona como “tierra estatal”, “zona de tiro” o “reserva natural”, y expropiando tierras. Otras zonas han sido tomadas efectivamente por los colonos mediante actos de violencia cotidianos, incluyendo ataques a la población palestina y a sus propiedades.
Esas dos formas aparentemente no están relacionadas: el Estado se apodera de las tierras abiertamente, utilizando métodos oficiales aprobados por asesores legales y jueces, mientras que los colonos, que también están interesados en apoderarse de las tierras para avanzar su agenda, inician la violencia contra la población palestina por sus propios motivos. Pero en realidad sólo hay una vía: la violencia de los colonos contra la población palestina sirve como una importante herramienta informal a manos del Estado para apoderarse de más y más tierras de Cisjordania. El Estado apoya y asiste plenamente a estos actos de violencia, y sus agentes a veces participan en ellos directamente. Como tal, la violencia de los colonos es una forma de política gubernamental, ayudada e instigada por las autoridades oficiales con su participación activa.
El Estado legitima esta realidad mediante dos vías complementarias:
1. Legalizando el robo de tierras
El Estado permite a los colonos vivir, cultivar y criar ganado en tierras arrebatadas violentamente a la población palestina. Decenas de “puestos de avanzada” y “granjas” −colonias a todos los efectos, construidas sin autorización formal del gobierno y sin planes de ordenamiento que permitan construir en ellas− reciben el apoyo de las autoridades israelíes y siguen en pie. Israel ordena a los militares que defiendan los puestos de avanzada o paga por su seguridad, así como pavimenta carreteras y establece infraestructuras de agua y electricidad para la mayoría de ellos. Les presta apoyo a través de varios ministerios, de la División de Asentamientos de la Organización Sionista Mundial y de los consejos regionales [de colonos] de Cisjordania. También subvenciona emprendimientos económicos en los puestos de avanzada, incluyendo instalaciones agrícolas, proporciona apoyo a los nuevos agricultores y al pastoreo, les asigna agua y defiende judicialmente los puestos de avanzada ante los reclamos por su eliminación.
En el pasado, el Estado anunció su intención de hacer cumplir la ley [impidiendo] los puestos de avanzada en el futuro, e incluso dio garantías a la comunidad internacional en ese sentido. En marzo de 2011, el Estado anunció que, a partir de ese momento, haría una distinción oficial entre puestos de avanzada construidos en tierras reconocidas como propiedad privada palestina, y las tierras que Israel considera “tierras del Estado” o “tierras en estudio” (que pueden ser declaradas “tierras del Estado”, aunque la declaración aún no ha sido emitida). El Estado alega que sólo tiene intención de eliminar los puestos de avanzada construidos en tierras palestinas de propiedad privada. Esta distinción, que carece de base legal, fue aceptada por la Corte Suprema de Israel. En definitiva, casi todos los puestos de avanzada siguen en su sitio.
2. Legitimando la violencia física contra la población palestina
La violencia cometida por los colonos contra la población palestina ha sido documentada desde los primeros días de la ocupación en innumerables documentos y dossiers gubernamentales, miles de testimonios de palestinos/as y soldados, libros, informes de organizaciones de derechos humanos palestinas, israelíes e internacionales, y miles de artículos en los medios de comunicación. Esta amplia y consistente documentación no ha tenido casi ningún efecto para detener la violencia de los colonos contra la población palestina, la cual desde hace tiempo se ha convertido en parte integral de la vida palestina bajo ocupación en Cisjordania.
Los actos violentos incluyen palizas, lanzamiento de piedras, amenazas, incendio de campos, destrucción de árboles y cultivos, robo de cosechas, uso de munición real, daños a casas y vehículos y, en pocos casos, homicidio. En los últimos años, los colonos de las denominadas granjas han expulsado violentamente a agricultores y pastores palestinos de sus campos y de las pasturas y fuentes de agua que han utilizado durante generaciones. A diario inician altercados violentos y hostigan a los rebaños de las familias palestinas para dispersarlos.
Los soldados evitan enfrentarse a los colonos violentos por política, a pesar de que tienen la autoridad y el deber de detenerlos y arrestarlos. Por regla general, los soldados prefieren desalojar a la población palestina de sus propias tierras de cultivo o de pastoreo en lugar de enfrentarse a los colonos; para ello utilizan diversas tácticas, como declarar un lugar “zona militar cerrada” –restricción que se aplica únicamente a la población palestina−, o lanzar gases lacrimógenos, granadas aturdidoras, balas de metal recubiertas de goma e incluso munición real. A veces los soldados participan activamente en los ataques de los colonos, o miran desde afuera sin intervenir.
La inacción de Israel continúa tras los ataques de los colonos a la población palestina, y las autoridades encargadas de hacer cumplir la ley hacen todo lo posible para evitar responder a estos incidentes. Es muy difícil presentar denuncias y, en los pocos casos en que se abren investigaciones, el sistema las encubre rápidamente. Casi nunca se imputa a los colonos que agreden a la población palestina y, cuando ocurre, suele ser por delitos menores, con penas simbólicas en el raro caso de que haya una condena.
El informe presenta cinco estudios de caso que ilustran cómo la violencia continua y sistemática ejercida por los colonos forma parte de la política oficial de Israel, que impulsa la apropiación masiva de tierras de cultivo y pasturas palestinas. En los testimonios recogidos en el marco de la investigación, los afectados describen cómo esta violencia socava los medios de vida de las comunidades palestinas y reduce sus ingresos. Se describe cómo, sin protección, bajo la presión de la violencia y el miedo, y sin otra opción, las comunidades palestinas abandonan o reducen actividades tradicionales −como la cría de ovejas y cabras o los diversos cultivos de temporada− que durante generaciones les permitieron ganarse la vida con dignidad y vivir cómodamente. La población palestina se va alejando así de las pasturas y de las fuentes de agua que antes servían a sus comunidades, y se ve obligada a limitar el cultivo de las tierras agrícolas. En ese momento, el Estado puede apoderarse de esas tierras para sus fines.
La violencia estatal −oficial y de otro tipo− forma parte del régimen de apartheid de Israel, que pretende crear un espacio sólo para población judía entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. El régimen considera la tierra como un recurso destinado solo a la población judía y, por lo tanto, la utiliza casi exclusivamente para desarrollar y ampliar las comunidades judías existentes y para construir otras nuevas. Al mismo tiempo, el régimen fragmenta el espacio palestino, despoja a la población palestina de sus tierras y la relega a vivir en pequeños enclaves superpoblados.
El régimen de apartheid se basa en la violencia organizada y sistémica contra la población palestina, que es ejecutada por numerosos agentes: el gobierno, el ejército, la “Administración Civil” [gobierno militar en los territorios ocupados], la Corte Suprema, la Policía de Israel, la Agencia de Seguridad de Israel, el Servicio de Prisiones de Israel, la Autoridad para la Naturaleza y Parques de Israel, y otros. Los colonos son otro elemento de esta lista, y el Estado incorpora su accionar violento a sus propios actos oficiales de violencia. La violencia de los colonos a veces precede a la violencia de las autoridades israelíes, y en otras ocasiones se incorpora a ellos. Al igual que la violencia estatal, la violencia de los colonos está organizada, institucionalizada, bien equipada y aplicada para lograr un objetivo estratégico definido.
Esta combinación de violencia estatal y violencia extraoficial permite a Israel tener ambas cosas: mantener una negación plausible y culpar de la violencia a los colonos en lugar de al ejército, los tribunales o la Administración Civil, al tiempo que profundiza el despojo palestino. Sin embargo, los hechos echan por tierra la negación plausible: cuando la violencia se produce con el permiso y la ayuda de las autoridades israelíes y bajo sus auspicios, es violencia de Estado. Los colonos no desafían al Estado, sino que cumplen sus órdenes.
Leer aquí el informe completo (en inglés). Descargarlo como PDF.
Leer (en inglés) los 5 estudios de caso:
Apropiación de tierras en la zona de Havat Ma’on, PDF
Apropiación de tierras en la zona de Havat Gilad, PDF
Apropiación de tierras en la zona de Halamish, PDF
Apropiación de tierras en la zona de Um Zuqa, PDF
Apropiación de tierras en la zona de Jirbet Zanutah, PDF
Visitar el blog específico de B’Tselem sobre la violencia de los colonos con apoyo estatal.
Leer más sobre el tema en el sitio de B’Tselem.
Resumen publicado por B’Tselem en noviembre de 2021. Traducción: María Landi.
Más registros de violencia colonial en Cisjordania filmados por valientes voluntarios/as palestinos/as de Cisjordania para el proyecto de video de B’Tselem:
Pogromos, ataques y expulsiones cometidos por colonos israelíes en la zona de Colinas al Sur de Hebrón:
En este último video, los colonos invaden y utilizan el pequeño espacio de juegos infantiles de la comunidad de Susiya.
Fuente: https://mariaenpalestina.wordpress.com/2022/01/11/la-violencia-de-los-colonos-es-violencia-del-estado-informe-de-btselem/