Lula y Evo: dos casos a ponderar en la confrontación continental
“Procede, sin entrar ahora en sus detalles, el debate sobre reforma y revolución, y de lo que significa combinar la herencia neoliberal con políticas keynesianas y concentrar el combate a la pobreza en políticas asistencialista de frágiles resultados.”
En estos días hemos recibido noticias bien contradictorias de Nuestra América, entre ellas la libertad de Lula y el golpe de nuevo tipo a Evo, quien ya recibió asilo en México.
· Caso Lula.
En tal ocasión ha sonado mucho la pregunta de cuál mensaje procedería hacerle llegar a Lula en estas circunstancias.
Lo primero que hay que reconocer es que el líder del PT afrontó la cárcel y el proceso judicial con valentía y eso merece felicitarse.
Que su liderazgo histórico le alcanzó para lograr esta importante victoria relativa.
Que la comparación ventajosa de su trayectoria y gestión de gobierno con la de la mafia neo-fascista de Temer y Bolsonaro, le ayudó mucho para generar solidaridad mundial a su favor.
Y que pudo comprobarse que los expedientes en su contra estaban manchado por una intencionalidad política del Juez Moro (vinculado al FBI) y la derecha judicial pro-estadounidense, que fundamentalmente perseguía anular su re-postulación a la Presidencia de Brasil.
Esto, sin embargo, no exime a Lula y al PT de la degradación político-moral de una parte importante de la dirección de esa organización política a nivel nacional e internacional, reproduciendo prácticas de corrupción y tráfico de influencias en estrecha relación con grandes corporaciones brasileñas duchas en sobornos para obtener contratos sobrevaluados e invertir en candidaturas para ser favorecidas por los gobiernos del PT y por los gobiernos amigos del PT.
Si algo habría que desear en los próximos paso de Lula y la dirección del PT -dado que en las condiciones de Brasil él sigue siendo el principal líder y el PT la fuerza determinante de un progresismo, que aun con sus inconsistencias y límites reformistas, es vetado por EEUU- es que jamás vuelva a aliarse a corporaciones mafiosas de Brasil tipo ODEBRECHT, EMBRAER (Súper-Tucanos) y ANDRADE GUTIÉRREZ, y que no se le vuelve a ocurrir apoyar políticos delincuentes tipo el ex presidente dominicano Leonel Fernández y el presidente actual Danilo Medina. ¡Ní a usar los servicios multiuso de del “hacedor de presidentes” Joao Santana!
En nuestro país sobran las evidencias de esos trajines con modalidad de estafas y escándalos de corrupción estatal-privada y dominico-brasileña, entre los que sobresalen los escenificados alrededor de ODEBRECHT. Pero igual ha pasado en Perú, Panamá, El Salvador, Ecuador y otros países. Y Lula auspició esas conexiones.
Esto, sin entrar ahora en losa detalles del debate de reforma y revolución, y de lo que significa combinar la herencia neoliberal con políticas keynesianas y concentrar el combate a la pobreza en políticas asistencialista de frágiles resultados.
· Caso Evo.
Se ha hecho muy bien en defender su vida. El “accidente” del helicóptero no fue accidental y el ultimátum de cúpula militar una amenaza categórica en condiciones militares desventajosas.
Procede ahora condenar y enfrentar la mafia neo-fascista de los Trump, Pompeo Bolsonaro, CÍA, Pentágono, Carlos Mesa, Fernando Camacho y la cúpula militar represiva, que planificaron la guerra de quinta generación y la nueva modalidad de golpe cívico-militar contra el proyecto emancipador del pueblo originario y la pobrecía boliviana.
En circunstancia así no basta contar con una mayoría electoral relativamente precaria, sobre la que gravitaron en positivo los logros culturales y económicos-sociales; y, en términos negativos, el desgaste de una prolongada gestión de gobierno renuente a asumir el proyecto de socialismo comunitario, tentada a la moderación y a quedarse en el marco del denominado Capitalismo Andino (García Lineras).
La moderación, por demás, cuando se acompaña de soberanía y de reivindicación del poder de los pueblos originarios -como es el caso- no reduce el odio imperialista. La descolonización es inaceptable para un imperio y una extrema derecha racista, agresivas precisamente por decadentes.
La moderación incluyó (¡grave error!) aceptar a la nefasta OEA como juez electoral, el institucionalismo excesivo y descuidar el componente militar del proceso trasformador.
Por eso hay que reflexionar sobre las insuficiencias y degradaciones de los cambios que se quedan o retroceden al ambiguo “progresismo”, estancados en una especie de “reformismo keynesiano”, con reelecciones forzadas, sin renovar y profundizar las transformaciones y logros y sin crear poder militar-policial disuasivo del lado del proceso transformador.
En Bolivia no se ha dicho la última palabra en medio de este intento de viraje a la derecha y a la recolonización ultra-neoliberal. Los indígenas estás en rebeldía y EEUU y las derechas oligárquicas racistas no tienen posibilidad de estabilizar su dominio. La ingobernabilidad bajo ese esquema debe darse por descontada.
Hay que respaldar la diversidad insurgente del pueblo humilde de Bolivia para impedir la consolidación del golpe, apostando un retorno liberador multitudinario, que debidamente renovado y radicalizado sería mucho mejor.
Evo -y sobre todo lo que él representa- volverá y serán millones.