Antonio Santacruz Belmonte •  Opinión •  14/06/2023

A propósito de las pasadas elecciones… y de las próximas

A propósito de las pasadas elecciones… y de las próximas

Escribo después de la nueva debacle que acaba de sufrir la, llamémosla, izquierda el pasado 28 de mayo y que es la continuación de una serie de duras derrotas, cuya gravedad no para de crecer y que afecta, sobre todo, a la llamémosla, izquierda alternativa. Las preguntas se acumulan. Preguntas cuyas respuestas parece imprescindible contestar para revertir esta tendencia antes de que desemboquemos en el 4° Reich. ¿Por qué nuestro mensaje no llega a la gente, ni siquiera a la que peor lo pasa con las políticas de derechas? ¿Por qué votan a una persona tan cortita, en todos los aspectos, como Ayuso y que en cualquier país de tradición democrática daría con sus huesos en la cárcel por delitos gravísimos? ¿Como conseguir voltear esta espiral infernal?

En general se argumenta mucho que la derecha ha sabido tocar la tecla correcta y nosotros no. En las filas de nuestras organizaciones se instala la opinión de que ellos lo saben hacer y nosotros no, que mostramos nuestras divisiones impúdicamente, que si hablamos a un nivel que muchos ciudadanos no entienden, que si la derecha toca las vísceras, mientras que nosotros pecamos de antiguos al intentar iluminar los cerebros. Nos creemos que todo ocurre por nuestras limitaciones, porque jugamos mal nuestras cartas, aunque lo primero que haya que decir es que tenemos muy poquitas en nuestras manos. Me da miedo que en nuestra desesperación renunciemos a nuestras señas de identidad y nos abracemos al marketing y a la manipulación y utilización de las bajas pasiones…cómo hace la derecha.

Yo creo que los tiros van por otros sitios. Estas cosas no se nos deberían ni pasar por las mentes. Yo creo que ser de izquierdas o derechas es una opción política amplia, con esto quiero decir que no sólo son una opción con respecto a las elecciones, a los partidos políticos…sino una forma de ver y de situarse en el mundo. Nosotros somos herederos de buena parte del mundo clásico, del Renacimiento, de la Ilustración, de la Revolución francesa, del avance histórico de la ciencia y de la Razón sobre la religión, de Marx y del anarquismo. Ellos han estado durante toda la historia intentando parar el mundo, para que nada cambiará y siempre han utilizado las mismas armas, las mismas que ahora, la diferencia está en los medios que ahora tienen a su alcance. Es un inmenso error pensar, de cualquier forma, en utilizar sus armas, no nos valen, porque además nuestro ideal de sociedad debe estar impregnada de razón. Si utilizamos sus armas estamos perdidos sin remedio.

La madre del cordero no está pues en el mensaje, sino más bien en los recursos de que dispone cada parte. Ellos tienen enormes recursos y los manejan muy bien para defender sus intereses. No soy un especialista en este tema, pero si he observado la evolución de los medios de comunicación. Hace mucho que estos no buscan la objetividad e imparcialidad. Hace mucho que programas como la clave pasaron a la historia. Los dueños de los medios todos sabemos que son grandes fortunas y desde que el 15 M, todo el movimiento reivindicativo que lo acompañó y la irrupción posterior de Podemos, vieron las orejas al lobo y desde entonces, cada vez con mayor descaro se dedican a desprestigiar, ridiculizar, distorsionar, mentir, personas e ideas progresistas, las parrillas de las grandes (por su tamaño) televisiones se convierten en monotemáticas. Ana Rosa Quintana después de hacer programas de corazón, se dedica a la crítica política (a la izquierda claro) y más tarde, además de un programa matutino le dan otro por la tarde. Últimamente un programa dedicado a fenómenos paranormales se pasa también a la misma causa. La televisión está para eso. Todas están dedicadas a demonizar unas ideas y unas personas que las representan. Los periódicos y las radios hacen otro tanto. Las personas que votamos opciones de esta izquierda estamos siendo tratados como canalla, o en el mejor de los casos, buenista desorientado. ¿De verdad está justificado que nos sorprendan los resultados? Es una consecuencia lógica nada más. Repitiendo la argumentación de otras veces, las elecciones se producen en un momento puntual, pero no están fuera de una secuencia temporal, de un proceso. Votamos como pensamos, con nuestros valores y estos se forjan y evolucionan a lo largo de la historia. De esto ya se deduce que no creo que los resultados electorales se deban a un mal planteamiento del mensaje electoral, ¿Cuántas veces ha ganado la derecha pese a un pésimo mensaje electoral? Como poco podrá influir un error estratégico, a largo plazo, más relacionado con nuestra práctica cotidiana, (algo más sustancial y sustancioso, e importante, que el marketing). Las elecciones no se ganan o se pierden cuando se celebran, se van perdiendo o ganando todos los días. En esto si que veo un acierto de la derecha. Lo saben y manejan muy bien sus ingentes recursos para ganar esta batalla ideológica. Para conseguir la hegemonía social que diría Gramsci. Pero claro con todas las cartas en la mano. Los resultados electorales no son más que el reflejo de los valores de un cuerpo social. ¿Quiere decir esto que la ciudadanía española es mayoritariamente de derechas? Matizo, para defender posicionamientos de izquierdas hay veces que hay que tener cierta formación, coherencia ideológica, capacidad de crítica, etc. Pero además hay que atreverse a llevar la contraria a la mayoría muchas veces. La mayoría tiene ideas muy peregrinas sobre lo que son políticas de izquierdas y de derechas. Se quedan en el yo no entiendo, todos son iguales, es muy complicado, y lo ven como un mundo extraño, paralelo y procuran, (incluso alguno cree) que no les afecta. En esencia; para ser de izquierdas no solo basta con no ser de derechas. Y como todo el mundo sabe, no meterse cuando cuatro pegan a uno no es ser neutral. En este país hubo una dictadura durísima que después de acabar con una España dividió en dos bandos la que quedó, mucha gente se declara de izquierdas por eso, pero como mucho han sido antifranquistas, de los cuales pocos lucharon de verdad. De esto ha estado viviendo, y vive, el PSOE.

Pero es que, además, cuando alguien de verdad quiere informarse y aprender, se encuentra con los medios de comunicación (intoxicación) encargados de hacer ininteligible lo sencillo (como abordaré más adelante). Ellos se encargan también que todo sea un barullo, que lo único que se saque en claro sea que todo es opinable, (hasta que las cosas caen para abajo o la tierra no es plana) que salga con la cabeza hecha un barullo. No ilustran al ciudadano, sino que buscan que no se entienda nada y que apagues el televisor o cierres el periódico mas confuso que antes. Lógico, así nada ni nadie se mueve porque se oculta o se disfraza lo realmente importante. ¿Cuántas veces dicen que el responsable de todas las crisis que nos afectan es el sistema capitalista? Y si lo hacen no darán argumentos para entenderlo, la confrontan, al mismo nivel, con otra opinión contraria de algún tertuliano que ignora todo sobre el asunto, pero que si sabe quién le paga por estar ahí y lo que se espera que diga.

En este caldo de cultivo y volviendo al posicionamiento político de los españoles, hay muchas feministas, ecologistas, animalistas, LGTBI, luchadores por los derechos civiles, etc, etc, etc. Gente con buenos sentimientos y muy consciente de que los tiene y que sabe que eso le viene muy bien a su autoestima. ¿Pero se pueden catalogar como izquierdistas o es más apropiado el término progresistas? Por ejemplo; para que se pudiera cambiar algo esencial, incluso sólo para sus estrechas demandas concretas, harían falta dos elementos imprescindibles que no suelen estar en su mochila. Dos al menos. El primero la conciencia de la contradicción principal, la económica. Ni más ni menos que la conciencia de clase. Sin ella su lucha es parcial y de corto alcance, y además condenada al fracaso, porque todo por lo que luchan está penetrado por el capitalismo y no se puede cambiar sin modificar este. Y esta es, precisamente, la segunda razón, la conciencia sistémica, la de que todas sus luchas sectoriales están estrechamente relacionadas. Son como una hidra de muchas cabezas que salen de un solo cuerpo, con un solo corazón. Aunque sea difícil hablar de corazón cuándo se habla de capitalismo. No se puede ser coherentemente feminista, ecologista, animalista… sin ser anticapitalista. Aún haciendo la salvedad de que todas estas luchas deban continuar en una sociedad postcapitalista, yo no dudo que será mucho más fácil, porque el obstáculo fundamental habrá sido removido, quitando del centro el capital, el beneficio para crear más capital, y poniendo la vida, los cuidados, el bien común.

La pregunta angular es, ¿cuántas de estas personas tienen conciencia de ello? ¿cuántas saben que todas las luchas son sólo aspectos de una sola? Esa es la enorme tarea que tenemos que acometer. Debemos mostrar a la gente estas íntimas relaciones. Para algunos será una mala noticia. No somos antiguos, al menos en esto. Nuestro mensaje, aunque deba interpelar también a la parte irracional del ser humano, debe apuntar, primeramente, a la razón. Si perdemos eso nos hemos perdido, y toda la izquierda que a lo largo de la historia lo ha perdido ha acabado siendo derecha (hay ejemplos innumerables). La realidad como la contemplan nuestros ciudadanos es caótica, (se la sirven sumida en el caos) veteada de luchas que la mayoría no entiende y que se juzgan con los valores de la derecha. Son chiringuitos a costa de los que mucho cuentista quiere vivir. Nuestra tarea es simplificar esta visión, aclararla, relacionarla, dialectizarla, porque además es la verdad. Y la izquierda siempre tiene que luchar por la verdad (con minúscula y siempre cuestionada y revisable). Lo que pasa no es difícil de entender, cada lucha parcial es la lucha de un grupo de afectados por el capitalismo que está en la raíz de cada problema. El papel de la derecha es ocultarlo, evitar siempre que se adivine que el sistema lleva en sus mismísimos genes el engorde de los beneficios y privilegios de los más poderosos a costa de la supervivencia de la inmensa mayoría. El capitalismo es la madre y el padre de cada desgracia parcial y particular. Saber eso es el núcleo de la izquierda. Pero hace mucho tiempo que vamos perdiendo. Hubo una época en la que el movimiento obrero era poderoso. Estaban convencidos que con la Revolución tenían mucho que ganar. El gran éxito del capitalismo ha sido hacernos pensar y sentir que con la Revolución tenemos algo que perder. Lo que enunciaba ya Fromm en su “Miedo a la libertad» se cumple perfectamente. Se prefiere la seguridad a la libertad porque esta implica responsabilidad. Pero hete aquí que el devenir de los tiempos nos pone frente al mayor de los peligros; la autodestrucción. ¿Seremos capaces de que cale en la sociedad que la desmovilización conlleva más que nunca la destrucción de todo lo que amamos? ¿lo creemos de verdad? ¿lo tenemos bien asumido? Hoy hay miedos por todos lados, pero esperanza sólo hay en uno. No nos falta razón, nos falta valentía para creérnoslo de verdad y volver a arriesgar cómo hicimos en otras épocas, y nos falta quizá pedagogía para ser capaces de convencer que está bien cortar cabezas a la hidra, pero que basta una estocada certera en su corazón para que rueden todas por el suelo. Por supuesto que es difícil, que tienen todos los medios para evitar que esto sea de dominio público. Por supuesto que yo no tengo las respuestas sobre cómo puede enfrentarse esta colosal maquinaria de desinformación, de confusión. Solo opino, humildemente, hacia donde creo que tenemos que apuntar.

Se pone el énfasis en que hay que ir unidas a las próximas elecciones. Está bien, seguramente sea imprescindible para parar a la reacción, pero la victoria solo será posible cuando la unidad no sea táctica, cuando estemos unidos para la construcción de un proyecto de sociedad común, después de haber ido forjando esa unidad en la lucha contra un enemigo común. En las próximas elecciones puede ganar la derecha o puede no ganar, pero la idea que habría que desterrar es que vaya a ganar la izquierda. Lo digo para no engañarnos y seguir viendo clara la línea del horizonte.

A propósito de las próximas elecciones, creo que los que de verdad queremos conquistar otro modelo de sociedad, tenemos un hueso difícil de roer. Me refiero a la integración de Podemos en el espacio Sumar. Comienzo diciendo que no soy de Podemos, siempre me he movido en el espacio del PCE y de IU, he criticado y critico algunos de sus propuestas y más de sus formas de llevarlas a cabo. Aunque soy consciente de que la izquierda debe mucho a Podemos. Pero, para no perderme, me parece auténticamente vomitivo la persecución y lapidación que el aparato de desinformación esta haciendo del partido y sus dirigentes. Han conseguido que Podemos tizne, que todo lo que a el se acerque se manche. Hasta yo mismo pienso si sumaran o restarán en un futuro proyecto político. Si yo lo pienso, ¿qué pensarán otros más tibios? Pero llamo la atención sobre esto, ¿ por qué se ceban tanto con Podemos? ¿por qué no han parado ni van a parar hasta acabar con ellos? Ya oigo voces diciendo que es por el talante de sus dirigentes y en especial de la personalidad de Pablo Iglesias, pero estando de acuerdo en algunas de esas críticas, tengo que decir que estoy convencido que los grandes poderes no se mueven por animadversiones personales, o al menos, son secundarias a la defensa de sus privilegios. Luego nuestro enemigo común piensa que Podemos es lo más peligroso que existe actualmente para ellos. En algunas cosas no son muy listos, pero desde luego, no son tontos. Estoy confuso, si entran en Sumar nos pueden votar menos, pero si no entran y desaparecen habrán conseguido que lo que sienten como el mayor peligro no exista. Creo que debemos meditarlo en profundidad. Naturalmente sus decisiones podrían ayudar. Yo siempre intento anteponer las ideas a las personas. Vuelvo a decir que Irene Montero o Ione Belarra para mí no sólo no se merecen el maltrato que reciben cada día, sino incluso en muchos aspectos yo las aplaudiría por la valentía y coherencia que han demostrado haciendo y diciendo cosas que otros no se han atrevido, pero para salvar Podemos, y esas ideas tan necesarias de defender, creo que deberían dar un paso atrás y dejar paso a otras personas. Es injusto, lo sé, pero puede ser la mejor salida para defender lo esencial. La política se hace desde muchos sitios (que se lo digan a Pablo Iglesias).

Dependiendo que seamos o no capaces de vulgarizar las ideas expuestas, la salida a la cataclismica tormenta de crisis que ha topado nuestro cielo seguirá un camino hacia una sociedad mejor o a no se sabe si habrá sociedad, ni siquiera peor que esta.

Hay que sustituir en el imaginario colectivo a Ana Rosa Quintana por Antonio Turiel, a Pablo Motos por Yayo Herrero, a Carlos Herrera por Jorge Riechman, al fútbol como catalizador de bajas pasiones y de enajenación mental, al fútbol como juego de niños, a la telerrealidad por análisis serios de la realidad. Hay que ser capaces de transmitir que nos va la vida en ello. A todos.

Antonio Santacruz Belmonte.

Tejedor de hilos rojos.


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