China y Rusia, la unión de dos potencias
Mientras el presidente de Estados Unidos Donald Trump se dedica a imponer sanciones económicas a gobiernos que no les son afines o hasta aumentar aranceles a sus propios aliados como son la Unión Europea, México y Canadá, inversamente, dos grandes potencias como Rusia y China unen sus esfuerzos para fortalecer sus economías y expandir sus comercios hacia otras regiones.
El presidente ruso Vladimir Putin efectuó a principios de junio una visita de Estado a Beijing y también participó durante tres días en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai.
En lo que va de año 2018, el comercio entre Rusia y China ha crecido un 31 % y se prevé que alcance el objetivo de 100 000 millones de dólares, enfatizó Putin durante una reunión con su homólogo chino, Xi Jinping.
Uno de los sectores más importantes es el de la energía pues Moscú continúa siendo el mayor proveedor de combustible para el mercado del gigante asiático y si en 2017 el suministro alcanzó más de 50 millones de toneladas de petróleo, ya en abril de este año el incremento llegó al 26 %.
Entre los proyectos relevantes se halla la construcción del oleoducto Ruta Oriental que es una línea del gasoducto Fuerza de Siberia dirigido al este de China que se desarrolla actualmente, mientras compañías de ambos naciones participan en la confección de una planta de licuefacción de gas en Yamal (noroeste de Siberia) valorada en 27 000 millones de dólares, informó Interfax.
En la rama de la energía nuclear, las dos potencias firmaron un acuerdo para la construcción de otras dos unidades de la central de Tianwan, conveniado con la corporación estatal rusa Rosatom. Además, Moscú también erigirá una central completamente nueva en Xudabao.
Estratégico será el suministro de unidades térmicas de radio nucleídos de uso espacial, necesarias para el programa chino de exploración lunar.
En su encuentro con Xi Jinping, Putin explicó los beneficios que obtendrá Beijing con las tecnologías rusas y realizó una demostración sobre un reactor de neutrones rápidos (ya concertado) que pueden reducir la toxicidad radiactiva de los residuos nucleares.
Enfatizó el dirigente ruso que ese tipo de cooperación no la tienen con ningún otro país ya que son tecnologías sensibles y únicas desarrolladas por científicos nacionales.
En un comunicado oficial, las partes subrayaron que este conjunto de acuerdos es el más grande de la historia de la cooperación ruso-china en el ámbito nuclear, lo que hará posible colaborar en proyectos que no tienen equivalentes en la industria atómica internacional.
Durante las pláticas, Xi Jinping significó los crecientes vínculos de desarrollo comercial entre ambos países e informó que China es el socio comercial más grande de Rusia.
En ese sentido explicó que facilitan a Moscú proyectos en inversiones, energía, infraestructura de transporte, industria aeroespacial y fabricación de aviones.
Estos dos países vecinos acordaron crear un fondo industrial de inversión conjunto por 1 000 millones de dólares lo que fue suscrito por el Fondo de Inversión Ruso-Chino (FIRCh) y la corporación estatal China Chengtong Holdings Group.
El acuerdo prevé inversión en proyectos en distintos sectores de la economía, sobre todo en los de infraestructura industrial, transporte y turismo en Rusia.
Como obras monumentales aparecen desarrollar la Ruta Marítima del Norte, así como los ferrocarriles Transiberiano y Baikal-Amur.
En todo este contexto comercial, Rusia y China continúan extendiendo sus relaciones hacia diferentes zonas del mundo que van desde Asia, Europa hasta Oceanía y América Latina y el Caribe.
Estas naciones trabajan juntas en la llamada Ruta de la Seda, un super mega proyecto en el cual se pretende invertir alrededor de 100 000 millones de dólares en los próximos años y que en su última reunión acogió a 27 países.
El plan que fue planteado en 2013 se ha diseñado con miras a mejorar la conexión entre el continente asiático y el europeo con la perspectiva de entrelazar a varias decenas de naciones.
Otro activo grupo, la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) se ha convertido en un foro que cada día toma más fuerza en el escenario Euroasiático.
Nacida en 2001 por sus fundadores Rusia, China, y cuatro exrepúblicas soviéticas: Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán, se le unieron la India y Pakistán, en la Cumbre de jefes de Estado y Gobierno efectuada en Astaná.
Bielorrusia e Irán han solicitado su ingreso; Mongolia y Afganistán son observadores, mientras que Azerbaiyán, Armenia, Camboya, Nepal, Turquía, Egipto y Sri Lanka, son socios de diálogo.
Rusia y China, para fortalecer aún más las relaciones, sin la dependencia del dólar estadounidense, se proponen aumentar la presencia de sus divisas nacionales en los pagos mutuos, las inversiones y el financiamiento, y desarrollar la cooperación en los sistemas de pagos y de seguros, según el comunicado final signado por los dos estadistas.
En esos aspectos financieros utilizarán el Nuevo Banco de Desarrollo y el Banco Asiático de Inversiones en la Infraestructura.
Con los pies puestos en la tierra y en el desarrollo de sus pueblos, Moscú y Beijing dan el ejemplo que es más inteligente negociar que realizar guerras y bloqueos económicos.