Deuda, diálogo, geopolítica y caos en la oposición venezolana
El carácter cambiante y dinámico de la coyuntura venezolana vuelve a imponerle su ritmo a la agenda política. Esta vez factores centrales del conflicto pasan al primer plano, todos a la vez y bajo la trama de la geopolítica global, que de una vez prefiguran el curso de un nuevo año político en Venezuela.
Regresa el tormento del diálogo: confirmaciones de lo evidente
Luego de instalada la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), la operación de cambio de régimen centralizada en combates callejeros y tácticas de guerra sucia y sabotajes entra en fase de declive. El frente interno capitaneado por Voluntad Popular (VP) y Primero Justicia (PJ) en coordinación con la Administración Trump y sus emisarios (Luis Almagro y el Grupo de Lima), pasa de ser la vanguardia del conflicto a simples acompañantes de la escalada de sanciones financieras que llevarían a cabo EE.UU.
A principios de septiembre la dirección del chavismo abre un nuevo escenario de diálogo, con apoyo de República Dominicana, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, la Unión Europea (UE), y pesos pesado de la geopolítica como Rusia y China. Un mes antes la ANC como primer acto político adelanta las elecciones regionales para el 15 de octubre.
Aunque el antichavismo envió emisarios para el encuentro en Dominicana, negó rotundamente que se tratara de una reactivación del diálogo. En paralelo fuertes enfrentamientos se daban a lo interno de la coalición opositora sobre la participación en los comicios.
El 2 de agosto Henry Ramos Allup como secretario general de Acción Democrática (AD) afirma que su tolda participará en las regionales, decisión a la cual se suman PJ y VP, buscando reflotar el capital perdido durante las guarimbas. Todo parecía indicar que los sectores menos radicalizados –AD, Un Nuevo Tiempo (UNT), Avanzada Progresista (AP) habían adelantado negociaciones políticas con el Gobierno a espaldas de PJ y VP.
Las elecciones regionales concluyen con una arrolladora victoria del chavismo, a lo que suceden denuncias de fraude y aceptación de resultados que aumentan la desbandada interna por la juramentación de cuatro gobernadores de AD ante la ANC.
PJ y VP salen con la peor parte, debilitan su liderazgo interno y hacen uso de sus conexiones internacionales (Luis Almagro y Grupo de Lima) para evitar que se repita una nueva derrota electoral en las elecciones municipales que preveía adelantar la ANC. Las fuerzas de segundo orden –UNT, AP y AD bajo cuerdas- anuncian que irán a esos comicios, desautorizando la línea dada desde EE.UU e imponiéndose como el bloqueo opositor con real capacidad de decisión.
Ante este escenario de quiebre total y crisis interna de liderazgo, el cual divide en dos toletes a la dirigencia y a su base, el «anuncio» de diálogo por parte de Luis Florido el 9 de noviembre adquiere ribetes de salvación: evitar el colapso definitivo en su condición de intermediarios. La cita será nuevamente en Dominicana el 15 de noviembre, mismo lugar donde afirmaron que no negociaban hace dos meses.
Dado que Luis Almagro y el Grupo de Lima (en nombre de EE.UU) no han logrado hacer de la estrategia de presión a Venezuela un factor de consenso, la mesa de Dominicana (respaldada por China, Rusia, la ONU y la UE) es la última opción de los sectores radicales para mostrarse en la arena internacional como «la oposición válida» al Gobierno de Maduro y disputar lo que ya venía adelantando bajo cuerdas los sectores moderados.
El papel fundamental de estos contingentes diplomáticos consistía básicamente en revertir esos respaldos geopolíticos y disputar la orientación de cualquier negociación hacia el choque y el conflicto contra el Estado venezolano, con base a sanciones como mecanismo de extorsión política.
Sin embargo, lo hoy se confirmó es mucho más ensordecedor a los oídos de la oposición: los anuncios de Maduro sobre la continuidad de las conversaciones siempre fueron reales y una parte importante de la oposición enfrentada a PJ y VP se sentaron a negociar para desplazarlos. Incluso el dirigente de UNT, Manuel Rosales, develó un dato arrollador ante las cámaras de CNN: con el Gobierno se había negociado participar en la ANC pocos días antes de su realización. PJ habría ejercido influencia para revertir esa decisión que ya estaba tomada, según el dirigente zuliano y candidato a espaldas de PJ y VP.
La estrategia del chavismo logró armar un espacio de negociación respaldado por pesos pesados geopolíticos, transformándolo en la única ruta viable para el conflicto dadas sus victorias políticas y electorales en el frente interno. Aisló de igual forma a los factores internacionales del golpe, quienes ahora entran en una fase de dilemas políticos.
La crisis de las municipales: otro asalto perdido por EE.UU. y un nuevo mapa interno
En medio del desastre, desde EE.UU. se intenta ordenar a la oposición y dirigirla bajo sola política: el aislamiento electoral en las municipales para evitar una derrota de gran calado y ganar ventaja para las presidenciales.
Durante unos pocos días el mandato tuvo efecto. PJ, VP y AD deciden no asistir. El caso de AD generó ruido en su momento, pues Henry Ramos Allup había enfrentado la postura de Luis Almagro sobre que la participación en las regionales consolidaba el «fraude» del Gobierno venezolano.
A medida que pasan los días no sólo aumentan la cantidad de partidos que tendrán una participación masiva en las municipales (UNT, AP y AD bajo cuerdas), también se comienzan a armar coaliciones regionales por fuera del liderazgo opositor caraqueño y candidaturas rebeldes salen a relucir. El aislamiento electoral se vuelve una ilusión, y el bloque moderado, despreciado por años por PJ y VP y sus apoyos internacionales, busca aumentar sus cuotas de poder y apoyo electoral sumando alcaldías a las cuatro gobernaciones conquistadas en octubre.
El dato político es sencillo de interpretar: EE.UU. pierde su cable a tierra en el frente interno y su capacidad de ejercer una autoridad delegada a lo interno.
Esta reafirmación de diálogo por parte de la oposición no sólo acrecenta sus diferencias internas, sino que eleva el grado de desmovilización y desmoralización que actualmente vive la base opositora: confundida y desconcertada no sabe si rechazar o aprobar acuerdos con el chavismo y la participación en elecciones después de impulsar el desconocimiento del Estado. Aquello de ser «mayoría» pero tener problemas para expresarlo.
La crisis post regionales, sumado al diálogo, también ha sacado del juego político a actores como Henrique Capriles y los más radicalizados como Vente Venezuela, restándole una influencia importante a PJ y VP. El mapa de poder interno del antichavismo se ha trastocado en sus cimientos e indica una reconfiguración de sus jerarquías y cadenas de mando en beneficio de los moderados.
La clave geopolítica: bloqueo financiero y reestructuración de la deuda
El punto neurálgico del conflicto se ha centralizado en la economía interna –signada por un proceso de sabotaje cambiario y de precios- y en el bloqueo financiero ejecutado por EE.UU., siendo este último factor la principal piedra de tranca que tiene el país para reordenar su compleja situación interna.
2017 no solo fue el año en que la operación de cambio de régimen exacerbó su variante paramilitar, también fue uno marcado por estrategias inéditas de bloqueo y asfixia altamente dañinas para la economía del país.
Venezuela es un país clave dentro del plan de expansión de la iniciativa «Un Cinturón, Una Ruta». Este mega proyecto comercial, financiero, industrial y energético plantea vincular a China con el dinámico circuito económico de Asia Oriental, una conexión estratégica al Golfo Pérsico y al Mar Mediterráneo a través de Asia Central y África Occidental, con lo cual lograría expandirse hacia la Unión Europea mientras en paralelo se plantea la conexión por Rusia a través del báltico.
Rusia es parte central del proyecto, ya que sirve de infraestructura base para que su potencial energético en redes de gasoductos y oleoductos ocupe mercados que hasta hace décadas eran de uso exclusivo para EEUU. Este mega proyecto altera sensiblemente las variables geopolíticas a nivel global, otorgándole a China y Rusia una capacidad real de obtener ventajas económicas, financieras y energéticas que posibiliten un cambio de equilibrio.
En lo que respecta a Venezuela, su inserción como parte del Banco de Infraestructura Asiático y la expansión de las alianzas energéticas y militares con Rusia, dan cuenta de cómo el país suramericano es estratégico para construir el puente atlántico donde la proyección geopolítica de estos dos gigantes emergentes busca reforzarse.
Esta es la razón fundamental del bloqueo financiero contra Venezuela, toda vez que se intentan alterar sus variables macroeconómicas y financieras para retrasar las alianzas y entorpecer la cooperación. Sin embargo, poco ha logrado esta estrategia: 2017 también fue el año en que estas alianzas geopolíticas llegaron a su máximo punto.
El presidente Maduro decretó un proceso de reestructuración de la deuda para garantizar un margen de maniobra financiero lo suficientemente estable para apuntalar los planes de recuperación económica. China respaldó casi al instante la propuesta y Rusia anunció días antes que la deuda venezolana sería reestructurada. Ambas opiniones surtieron efectos en el mercado financiero estadounidense, aumentando los incentivos para la negociación y resintiendo la influencia de los emergentes sobre cómo actuarían en el proceso.
Sin cables a tierra y dando cuenta de su falta de liderazgo, sumado al peso de la influencia china y rusa, al canto de diálogo de la oposición la acompañó un anuncio del Departamento del Tesoro sobre la aplicación de una licencia para permitir la reestructuración si la Asamblea Nacional (AN) lo aprobaba y si no se vinculaban directamente el vicepresidente venezolano Tareck El Aissami y el ministro de economía Simón Zerpa.
Una primera lectura indica una flexibilización de las sanciones posterior al contrapeso geopolítico que ejerció China y Rusia al decreto de Maduro frente a las sanciones de la Administración Trump. En el tema de la reestructuración se reprodujo el mismo encuadre geopolítico que con el diálogo, influyendo fuertemente en la capacidad de sostener posturas rupturistas de factores internos y externos.
Sin embargo, el día de ayer también fueron sancionados 10 altos funcionarios venezolanos antes de que la OFAC emitiera su pronunciamiento.
Diversos analistas y medios financieros han apuntado que Venezuela tiene buenas posibilidades de llevar a cabo su reestructuración, echando mano de distintos recursos legales (resoluciones de la ONU y Cláusulas de Acción Colectiva de los bonos para cambiar las condiciones sin emitir nueva deuda) que abran canales de diálogo y entendimiento con los tenedores de bonos.
Para Venezuela es fundamental la reestructuración en términos de las condiciones financieras que abrirá para la recuperación económica del país.
Nueva Asamblea Nacional en 2018 y un dato político al cierre
2017 puede decirse que es un año cerrado en términos políticos. Las victorias electorales del chavismo y la aceptación (pública) del diálogo por la oposición, dan un balance positivo que se suma al pulseo de la reestructuración de la deuda con miras a 2018, un año presidencial donde Nicolás Maduro buscará la reelección, mientras en el antichavismo se agrietan las posibilidades de unidad monolítica para afrontar ese escenario.
Según lo acordado por la dirigencia opositora en 2016, UNT y AP –partidos enfrentados a PJ y VP- asumirán la dirección de la AN, factor que hace bastante probable que el proceso de reestructuración se dé con éxito mediante la aprobación de este poder previo levantamiento de su situación de desacato. Estos sectores moderados no sólo han protagonizado ya varios episodios de enfrentamiento abierto contra los dirigentes principales de PJ y VP, sino que en la práctica picaron adelante en las negociaciones con el Gobierno.
En tal sentido, el anuncio de Luis Florido (VP) y respaldado por Julio Borges (PJ) parece más un acto reflejo atrasado de un conjunto de negociaciones que vinculaban a estos partidos con el Gobierno y más arriba el pulseo geopolítico entre Moscú, Beijing y Washington.
Detrás del anuncio de «que están listos para iniciar un diálogo serio», según sus propias palabras, se percibe una actitud cercana a la desesperación por no quedarse fuera de un acuerdo negociado que dejara fuera a PJ y VP.
En síntesis serán en la arena geopolítica donde se decidirán las condiciones y factores por los cuales transcurrirá 2018 en términos políticos, financieros y electorales. Y allí justamente el chavismo ha logrado marcar una ventaja enorme ampliando sus alianzas, aprovechando la ofensiva global en distintos ámbitos (militares, energéticos y financieros) de China y Rusia sobre EE.UU. y neutralizando a los factores radicales de la oposición interna.
Mientras tanto los sectores moderados también amplían su capacidad de negociación y cuotas de poder real a medida que sacan del juego a actores tradicionales y formaciones políticas de influencia en la oposición, centralizando en ellos los costos políticos de la abstención de la base opositora por las promesas incumplidas. La ventaja es también narrativa debido a que son ubicados como responsables por la desconfianza en el sistema electoral y en cualquier intento de diálogo que hoy afecta seriamente las aspiraciones electorales del antichavismo.
El retorno a la política es otra victoria que se suma al chavismo en 2017. Y si el antichavismo está tan afectado por eso, es suficiente muestra de que lo que menos hacen es eso: política.