El papelazo de Rosa María Payá
¿Se han preguntado alguna vez cómo una perseguida política puede entrar y salir al país donde supuestamente su vida corre peligro, sin tener el menor problema? La respuesta es fácil, porque es falso que sea perseguida.
Ese el caso de Rosa María Payá, quien, al morir su padre, se lanzó a los brazos de diplomáticos yanquis acreditados en La Habana y en una entrevista privada, aceptó iniciar una campaña mediática contra el gobierno cubano. A cambio recibiría una visa del programa de “refugiados políticos” que tiene Estados Unidos para Cuba.
Así arribó a Miami y de inmediato fue llevada ante los congresistas Ileana Ros-Lehtinen, Mario y Lincoln Díaz-Balart, los que dieron su visto bueno para presentársela al Senador Marco Rubio, iniciándose un proceso de preparación con vistas a su lanzamiento al exterior, como muestra de “la juventud opositora al régimen de Castro”.
Esa es la historia del por qué fue enviada a varios países de Europa y de América Latina, donde la recibieron ex presidentes y altos funcionarios, por orden de las embajadas de Estados Unidos, con el propósito de fabricarle una imagen internacional.
De esa forma la nombraron presidenta de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia (RedLat), para respaldar sus actividades contra Cuba, orientadas y financiadas por EE.UU.
La NED, Fundación Nacional para la Democracia, es una de las vías por donde Rosa María es financiada, organización creada para enmascarar las actividades de la CIA, aprobada el 18 de noviembre de 1983, con un presupuesto inicial de 31,3 millones de dólares, fondos insertados en el presupuesto del Departamento de Estado.
Para que no queden dudas de quien sufraga los actos provocativos de Rosa María, basta decir que la NED, es un proyecto que da continuidad a las acciones secretas de la CIA, específicamente las denominadas operaciones de acción política, elemento básico en la estrategia de dominación y recolonización trazada por Estados Unidos.
Allen Weinstein, historiador y primer presidente de la NED, declaró en 1991:
“Mucho de lo que hoy hacemos, lo hacía ya hace 25 años la CIA de manera encubierta”.
Varias figuras históricas de las acciones clandestinas de la CIA, han sido miembros del Consejo Administrativo o de la dirección de la NED, entre ellos Otto Reich, John Negroponte, Henry Cisneros y Elliot Abrams
La más reciente provocación montada desde Miami contra el proceso eleccionario cubano, es el inventado Premio Oswaldo Payá, que Rosa María otorgó el 2017 a Luis Almagro, secretario general de la OEA, para entregárselo en La Habana, pero este no asistió.
Ahora, en un segundo intento por crear una acción política con respaldo mediático de la prensa al servicio de Estados Unidos, amplió el premio a varios ex presidentes latinoamericanos, con la intención de enturbiar las relaciones diplomáticas de Cuba con los gobiernos de esos ex mandatarios y las próximas elecciones en la Isla.
Los primeros que se prestaron para el show mediático fueron los ex presidentes de Colombia y de Bolivia, Andrés Pastrana y Jorge Quiroga, quienes a pesar de ser advertidos de que no serían aceptados en La Habana, viajaron el 07/03/2018.
Al arribar al aeropuerto internacional, y antes de cruzar la frontera, fueron informados que serían reembarcados en el mismo avión en el que llegaron, por no ser aceptados en el país.
Rápidamente, se desencadenó el plan propagandístico preparado para crear la imagen de que habían sido detenidos y expulsados.
Solo un tonto puede creerse la historieta montada, y precisamente esos dos ex presidentes conocen que ningún país soberano acepta que un extranjero se presente en otro para ejecutar actos contra el orden interno y menos cuando el patrocinador de la acción es Estados Unidos.
La “perseguida política”, que nunca lo ha sido, se quedó nuevamente con las ganas de protagonizar el espectáculo, pues no contó con la presencia de nadie y Cuba con toda la experiencia acumulada, denunció rápidamente la patraña, al aportar los elementos necesarios para poner al descubierto las pretensiones de esa “refugiada” que mantiene casa en La Habana y a la vez cobra un salario en Estados Unidos por su estatus migratorio, sin poder demostrar ante la opinión pública norteamericana, que su vida corre peligro en el país que supuestamente abandonó por tal motivo.
Rosa María quiso bailar donde nació la rumba y solo logró hacer un papelazo al cogerse la nariz con la puerta, porque en Cuba no puede engañar a nadie con sus mentiras.
Sus vecinos la ven entrar y salir de la casa de su padre, sin contratiempos, hace su vida habitual, contacta con otros asalariados y disfruta de las comidas y bebidas cubanas, sin ser molestada.
Si el resto de los expresidentes convocados por ella, como Nicolás Barletta y Mireya Moscoso, de Panamá; José María Aznar y Felipe González, de España; Belisario Betancur, César Gaviria y Álvaro Uribe, de Colombia; los mexicanos Felipe Calderón y Vicente Fox; Miguel Ángel Rodríguez, Rafael Ángel Calderón y Laura Chinchilla, de Costa Rica; Alfredo Cristiani, del Salvador; el argentino Fernando de la Rúa; Osvaldo Hurtado del Ecuador; y Luis Alberto Lacalle y Julio María Sanguinetti de Uruguay; desean darse un salto a La Habana, ya saben que seguirán el mismo camino que Pastrana y Quiroga, del avión al salón de protocolo y de ahí nuevamente al avión.
A jugar a otro lado, porque a Cuba se respeta. No exijan lo que no cumplen en sus propios países, donde para llegar primeramente hay que hacer largas filas ante los consulados, rellenar amplios formularios, presentar cuentas bancarias y títulos de propiedades, una carta de invitación y, además, el pago de varias decenas de dólares por una visa que no permite realizar actos hostiles contra el país ni contra terceros.
Ante inventos y falsedades como estas, recordamos a José Martí cuando dijo:
“De medios artificiales solo nacen raquíticos productos”.
*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.
Fuente: Martianos–Hermes–Cub