¿Dónde está Guaidó?
De estar en las primeras páginas internacionales de la prensa, a desaparecer, no es cosa fácil.
Con la reciente canción “Yo Regresaré” del cantante venezolano, El Puma, de alguna manera la esperanza y confianza que muchos venezolanos y países depositaron en Juan Guaidó, como vía válida para la salida de Maduro, parece que ya no funciona o, simplemente se ha convertido en una alternativa de a muy largo plazo.
De los 45 países que dicen dar su apoyo al presidente bis, nadie recuerda cuáles son, ni cuál ha sido su efectividad, aparte de empobrecer al venezolano; tampoco nadie conoce, como tal, a los embajadores y cónsules de Guaidó o, quiénes son sus ministros; lo único que los venezolanos ven es que su situación económica continúa bloqueada pero ahora sin colas para comprar alimentos, que hay mayor presencia de grandes y medianos comercios en todo el país y, que las divisiones políticas crecientes dentro de la misma oposición sobre el liderazgo de Guaidó, especialmente de Henrique Capriles, rival del jefe de Guaidó, Leopoldo López, impiden una alternativa de gobierno.
Incluso la obrerización laboral, especialmente del empleado público (casi 3 millones de personas), tampoco ha surtido efecto para la caída del régimen chavista.
Frente a la ausencia de datos formales salariales, nadie sabe si el mínimo es de 1, 2 o 5 dólares mensuales en este sector, recibiendo otros 3 o 4 por parte del Estado como bonos para comprar comida, además de tener la permisividad de realizar otras labores extras, dando cabida a una corrupción generalizada.
Junto a este escenario, que para muchos supone el sometimiento al miedo de perder lo poco que se gana, existe otra verdad paralela con empleados de empresas privadas con salarios medios dolarizados similares a los de cualquier otro país del entorno como Brasil, Argentina, Paraguay o, Colombia.
Una vez lo dije en alguna columna, los movimientos sociales como el venezolano ya no se tumban desde un salón de la Casa Blanca, mirando por encima del hombro y, menos haciendo pasar calamidades a los ciudadanos. Ahí está Cuba y, ni el más pintado cree que el reemplazo de Raúl Castro vaya a ser quitado por EEUU.
Lo cierto, es que Maduro si tiene embajadores, ministros, diputados, alcaldes, y concejales y, es el que controla los medios, recibe presidentes y sale en la prensa.
Guste o, no, a eso se le llama ser presidente de un país, porque, guste o, no, es el que representa al país, con, o sin prestigio y, es con el que toca hablar a la hora de la verdad.
¿Dónde está Guaidó? ¿Cuál es su actual papel e importancia política en el concierto internacional? ¿Por qué no funcionó el que las grandes potencias y Estados Unidos le nombraran presidente? ¿Cuáles han sido sus objetivos políticos alcanzados?
Lo peor es que el Guaidó creado como esperanza para el cambio social, ni con la pandemia ha logrado arruinar la calamitosa imagen de Maduro; se ha ido quedando en una especie de pálido símbolo que no logró aglutinar ni a la gran mayoría del pueblo venezolano ni a la de los países del mundo.
Guaidó no ha conseguido convertirse en el centro de la política venezolana, el resultado de los intentos para que fuera la autoridad gobernante de Venezuela sencillamente ha fallado, tanto que el director general de la OEA, Luís Almagro, ya no lo tiene en su lista de asuntos prioritarios del día.