Mario Rodríguez •  Opinión •  15/11/2016

«Yes, Bernie could»

A pesar del desastre que supone la llegada de Trump a La Casa Blanca no puedo evitar reír y no parar viendo por TV a los líderes europeos conspirando preocupadísimos. 

Lo tenían todo planeado y, como en el Brexit, la realidad les dio un puñetazo como los que ellos dieron a Tsipras, Papandreu, Zapatero, Letta, Varoufakis, Socrates y demás y que les gustaría dar al impresentable Trump.
 
 
Trump no es «uno de los suyos». Nunca fue bienvenido en sus reuniones y saraos tipo Bilderberg porque «no le viene de cuna», ni familiar ni política. Por no estar, ni siquiera estuvo en las absurdamente siniestras «hermandades universitarias» americanas donde les enseñan a dominar el mundo. Y no estuvo por sus orígenes familiares. Y es que hasta en EEUU hay cosas que el dinero no puede comprar.
 
 
Me puedo imaginar los comentarios que, durante las cenas de mandatarios europeos y «aparatchiks» demócratas estadounidenses las sirvientas y los mayordomos de uniforme escucharán de boca de sus amos impotentes ante la realidad: «que vergüenza» «¿y ahora qué hacemos?» «¿cómo le vamos a invitar a ningún sitio encima con esa mujer?».
 
 
Y es que claro, ni Trump no es Yorgos Papandreu ni su mujer es Eva Sannum como para hacerles desaparecer de un soplido. 
Resulta que son los nuevos titulares del ejército de «primos de Zumosol» a los que la vieja y orgullosa Europa Occidental lleva recurriendo desde 1941 cada vez que ella sola se mete en un lio monumental, y es que con esa querencia natural a meterse en líos es como para preguntarles si con todo lo que han expoliado a los ciudadanos no podían, al menos, haber montado una maquinita de matar propia. Y ahí se sienten cigarras y no lo pueden soportar. Ellos, que presumen de hormigas y van dando a modo de collejas sangrientas lecciones a sus tercero, cuarto, quinto y sexto mundos.
 
 
Ahora se acordarán de Bernie Sanders y de cómo boicotearon su candidatura que sí hubiera laminado al peligroso Trump en esos Estados industriales de los Grandes Lagos que le dieron la victoria a Trump frente a Clinton, porque mejor malo por conocer que malo conocido.
 
 
Y ahora Bernie es cuando tiene que prepararse él o preparar a alguien de su cuerda para, en 2020, laminar de un puñetazo electoral a Trump, puñetazo cuya onda expansiva debería de alcanzar al Hotel Bilderberg y así laminar políticamente a sus nuevos siervos y escandalizados sirvientes europeos que allí se encontrarán aún conspirando y buscando una alternativa caduca.

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