Málaga, Andalucía pierde a Antonio Garrido
No es el momento de recordar, porque basta un ojo por google para recorrer su extenso, interminable currículo académico, profesional, cultural, político o social de nuestro Antonio Garrido, nuestro catedrático, nuestro cofrade, nuestro concejal, nuestro parlamentario andaluz, nuestro demócrata, nuestro amigo, nuestro malagueño, nuestro andaluz. Es el momento de recordar a Antonio, ese malagueño que paseaba por las calles malagueñas, siempre ingrávidas y azules, mientras saludaba a todo el que se le cruzaba, pues con todos rompía la distancia hasta hacerla cercana, siempre familiar, pues de tal madera fue traído a este mundo en Málaga, Ciudad del Paraíso, aquí donde nacen los genios. Cercano en el acuerdo, duro en el enfrentamiento, siempre tolerante y dialogante, elementos que definen al demócrata con el que siempre se llega a un acuerdo.
He buscado una foto de Antonio para acompañar este breve recuerdo de Antonio, pues nada más pretendo entre este océano de artículo, currículos y recuerdos de todo tipo que inundan nuestros medios hoy, un día tan triste como hoy. He visto y rebuscado fotos, muchas fotos. De su pasión por las cofradías, de su devoción por los libros, la literatura, poesía, pintura, música, por todo lo que olía a Málaga. Fotos de reuniones con amigos, en las calles, en su despacho… pero me quedo con una que será el recuerdo que me quede, la de Doctor en la facultad de Filología Hispánica de la Universidad de Sevilla y después de su Universidad de Málaga.
Es en ese ámbito, al menos desde mi humilde opinión, donde mostraba su verdadera dimensión profesional y humanista. Creo que muchos andaluces y andaluzas, esos que han pasado por sus clases, pueden certificarlo, pues siempre se llevaron el sello Antoniano de la Filología Hispánica, ese amor a las letras, a la corrección en la expresión, y en la integridad de la lengua. Sólo con escucharlo hablar, o leer sus escritos, era más que evidente que estábamos ante un grande. Pero del mismo modo, no puedo terminar, porque sería injusto con sus sentimientos cofrades, recordar su excelso pregón de la Semana Santa de Málaga en 1987, que aún permanece en la memoria, o la del cincuentenario de la Bendición del Dulce Nombre de Jesús Nazareno del Paso en 1990 entre otros muchos con los que nos regaló a los que le seguíamos. Era en el olor a incienso, entre el sonido de los arbotantes, el sonido de trompetas y tambores, donde encontraba su espiritualidad, y su inquebrantable Fe Cristiana, esa misma Fe, que hoy sin duda aliviará el dolor de su familia, y de los que tuvimos la suerte de conocerlo.
Descansa en Paz Antonio.
Pedro Ignacio Altamirano
@altamiranoMLG