Contra el progresismo neoliberal un nuevo progresismo populista
La lectura que hizo Johanna Brenner de mi artículo “Trump o el final del neoliberalismo progresista” no toca la centralidad del problema que he planteado: la hegemonía. Mi punto de vista primordial es que el actual predominio del capital financiero no se logró sólo por la fuerza, sino también por lo que Gramsci llama «consentimiento.»
Las fuerzas que se benefician con la financiariza
Los neoliberales ganaron poder recubriendo su proyecto con un nuevo espíritu cosmopolita, centrado en la diversidad, la autonomía de la mujer, y en los derechos de los colectivos LGBTQ. Asumiendo es
En la identificación y el análisis de este bloque nunca perdí la vista el poder dominante del capital financiero -como insinúa J. Brenner- pero de lo que se trata es de ofrecer una explicación de su preponderancia política.
Poner la lente sobre la hegemonía proyecta luces sobre el progresismo y sobre los movimientos sociales que han plantado cara al neoliberalismo. En lugar de analizar quién conspiró o quién fue cooptado me he centrado en el cambio que se ha producido en el pensamiento progresista; un proceso ideológico que ha cambiado el concepto de igualdad por la noción la “meritocracia”.
En las décadas recientes el pensamiento neoliberal influyó no sólo a las feministas liberales y en los defensores de la diversidad (que abrazaron a sabiendas el ethos individualista) sino también a muchos dentro de los movimientos sociales. Incluso en aquellos movimientos que J. Brenner denomina partidarios del bienestar social, porque cuando estos se identificaron con el progresismo neoliberal hicieron la vista gorda asus contradicciones.
Afirmar que ellos no tienen la culpa -como sostiene J. Brenner- no permite a entender cómo funcionan los procesos hegemónicos y, tampoco ayuda a encontrar la mejor manera de construir la contrahegemonía.
Es necesario evaluar el comportamiento de la izquierda desde la década de 1980 hasta la actualidad. Revisando aquel período, Brenner expone los datos de un impresionante activismo de izquierda, que apoya y admira tanto como yo apoyo y admiro. Pienso, sin embargo, que esta admiración no debe impedirnos comprobar que ese activismo no contribuyó a la construcción de la contra
Estos movimientos no tuvieron éxito. Es decir. no lograron presentarse sí mismo como una alternativa creíble al progresismo neoliberal, ni mucho menos a su sustitución.Aunque para explic
Bernie Sanders es la excepción que confirma la regla. Su campaña electoral, pese a estar lejos de ser perfecta, desafió directamente
Apuntando a la «clase de los multimillonarios,» tendió la mano a los abandonados por el progresismo neoliberal. Ade
Aunque derrotado por Clinton, Bernie Sanders abrió el camino para la construcción de un poder contra-hegemónico; en lugar de una alianza de los progresistas con los neoli
En mi opinión, la opción de Sanders es la única estrategia de principios y, capaz de ganar en la era Trump. A los que ahora se movilizan bajo la bandera «de la resistencia», les sugiero un contraproyecto.
La primera estrategia sugiere una subordinación al progresis
En contra de lo que opina J. Brenner, pienso que la estrategia no debe poner en contradicción » la política de identidad » con » la política de clase. » Al revés, debe identificar claramente los intereses de la clase dominante y las injusticias provocadas por el capitalismo financiarizado construyendo
Nancy Fraser es un profesor de filosofía y política en The New School for Social R
Publicado en la revista Dissent
Traducción: Emilio Pizocaro