Paco Campos •  Opinión •  16/03/2018

Cuidar la libertad

Rorty en Cuidar la libertad (1982-2001) defiende la democracia liberándola de la influencia de la filosofía. Ésta es una constante en su última obra, que enfoca la política en el plano de la práctica cotidiana, y alejada de los grandes mitos filosóficos occidentales, cargando, sobre todo, contra los sistemas racionalistas, especialmente contra Kant. Esta desmitificación corre paralela a los acontecimientos que la propia política ha ido destapando con el ejercicio de la libertad -> somos más libres porque hacemos más cosas que antes, y no porque sepamos más filosofía que antes.

Sencillamente, sufrimos menos, sabemos disfrutar de las consecuciones que la vida democrática ha proporcionado gracias a la libertad, que no es otra cosa que elegir sin dominio, intercambiar culturalmente valores y observar la prudencia tanto en el ámbito individual como colectivo, esto ha supuesto quitar las justificaciones filosóficas a la democracia. Sólo el avance de poder evitar el sufrimiento o sufrir menos, es suficiente como para seguir valorando la vida democrática fuera de la política filosófica, algo impensable hasta mediados del siglo pasado.

Reflexiones como esta chirrían cuando advertimos en nuestra propia sociedad que hay encarcelados por mantener formas de actuación y de pensamiento que incomodan lo establecido, como si lo que hay tuviera valor por sí solo como para justificarse como incuestionable. Todo es cuestionable. Parece ser que es obligatorio ser español. Pero más parece ser que las decisiones judiciales son tan indubitables que querer discernirlas obliga a adquirir automáticamente más barrotes. Los Jordi y Cía. pasan los días en la cárcel y produce todo esto una sensación de ridículo pasmoso que ayuda al tópico de ‘mira, cómo se las gastan los españoles’.     


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