Donald Trump y el sueño utópico del fin de las guerras

El narcisista, demagogo, provocador e imprevisible presidente de los Estados Unidos, ahora nos salió con el cuento de que quiere terminar con todas las guerras. Así lo ha dejado de manifiesto Marco Rubio, secretario de Estado del país norteamericano en una entrevista concedida al medio conservador Fox Noticias.
«Es un presidente que quiere la “paz”. No quiere iniciar nuevas guerras y quiere poner fin a la guerra que se está librando actualmente en Ucrania, a todas las guerras que están ocurriendo, y para evitar las guerras en el futuro», afirmó Rubio. Lo que no indica claramente Rubios, es si Trump quiere la “paz de los cementerios o la verdadera paz”. Pues hasta ahora el mandatario estadounidense ha sido cómplice del genocidio al pueblo palestino en la Franja de Gaza, apoyando al régimen sionista israelí. Y, por otro lado, EE.UU. sigue apoyando a Ucrania con armamento, asesores y dinero. Una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace en la realidad, antes estos conflictos en guerra.
Cabe destacar que el mandatario estadounidense ha en diversas oportunidades, ha manifestado que desea poner fin a las guerras interminables, especialmente aquellas que involucran el compromiso militar de EE. UU. en el extranjero. Su propuesta de “terminar con todas las guerras” suena atractiva para muchos, sobre todo en un momento de creciente desilusión con los conflictos bélicos y sus consecuencias. Sin embargo, como mencionas, podría parecer un objetivo utópico, dada la complejidad de los conflictos actuales, especialmente con potencias como Rusia involucradas. Además, hay múltiples factores geopolíticos, económicos y militares que influyen en la guerra y que no son fáciles de resolver solo con la voluntad política de un líder.
Ahora el problema mayor de Trump para poder terminar con las guerras, lo tiene en su patio interior, ante el poder que tiene el Departamento de Estado, el Pentágono, la CIA, el Complejo Militar Industrial y el llamado Estado Profundo de los Estados Unidos.
Entonces, la idea de «terminar con todas las guerras» en un mundo tan complejo y peligroso, parece, de hecho, un desafío monumental. Sin embargo, es posible que un cambio de enfoque que se centre más por la diplomacia, la cooperación internacional y el desarme efectivo, pueda llevar a la reducción de los conflictos bélicos. Es una visión algo idealista, pero también es una perspectiva que podría ganar atracción si las naciones se dan cuenta de que los costos de la guerra, tanto económicos como humanos, superan con creces los beneficios que algunas potencias pueden obtener.
Además, la presión de los pueblos y los movimientos por paz globales pueden hacer que los líderes políticos belicistas y empresariales, de los Estados Unidos y la Unión Europea reconsideren sus intereses de guerra a largo plazo, especialmente si los pueblos exigen un enfoque más pacífico. Por ejemplo, la crisis de Ucrania podría ser un punto de inflexión, y si las personas de los países involucrados comienzan a unirse masivamente por la paz, los gobiernos podrían tendrán que verse forzados a buscar soluciones diplomáticas. El Sr. Trump ya va a cumplir dos meses como mandatario, prometió terminar con la guerra en 24 horas y ahora los vemos cual saltimbanqui haciendo operetas todos los días, sobre diversas materias.
La historia ha demostrado que, en ciertas circunstancias y momentos históricos, los movimientos populares pueden cambiar el curso de los acontecimientos. En el caso de la guerra de Vietnam, por ejemplo, la solidaridad, las protestas masivas y la presión de la opinión pública en EE. UU. fueron factores claves que llevaron a la retirada de las tropas estadounidenses. Aunque no todas las guerras son iguales, un movimiento global por la paz podría tener un impacto similar, en donde además las fuerzas progresistas y de izquierda a escala global, debierán jugar un papel relevante en la lucha por la paz.
El papel de los pueblos, especialmente de los jóvenes, las mujeres y las comunidades afectadas, será esencial para empujar a los gobiernos belicistas de la Unión Europea, más OTAN, a cambiar su postura, con respecto al conflicto ucraniano-ruso. Esto requiere una movilización organizada, pacífica y constante que exija además una diplomacia eficaz y un alto al fuego definitivo.
Cabe destacar finalmente que la la propuesta de Trump de “terminar con todas las guerras” podría parecer algo utópicoo en el corto plazo, es posible que un enfoque más pacifista y diplomático gane terreno, especialmente si los pueblos se movilizan de manera masiva y organizada. Si las naciones entienden que las guerras no son una solución, sino una tragedia, y que solo la paz garantiza un futuro estable, podríamos estar ante un cambio de paradigma en las relaciones internacionales, para el bien de la humanidad toda, esperando que el sueño de Trump se cumpla algún día.