La semiótica de la traición en las celebraciones de la victoria sobre el fascismo
Las celebraciones de la Victoria sobre el fascismo son sin duda alguna la principal fiesta nacional para los pueblos que habitan las repúblicas de la antigua Unión Soviética. Especialmente para el pueblo ruso, bielorruso y ucraniano también, por mucho que sus gobernantes se esfuercen en extirpar ese sentimiento. Lo hemos podido comprobar estos días en Kiev, donde la Junta fascista que gobierna ha tenido que ver cómo a pesar de las amenazas, prohibiciones y agresiones físicas, fueron miles los que salieron orgullosos con las fotos de sus familiares a honrar su memoria. El objetivo es claro. Pretenden desterrar esa celebración de la memoria popular al igual que hicieron, con bastante éxito, con las celebraciones del 7 de noviembre (aniversario de la Revolución de Octubre). Pero si en la actual Ucrania, gobernada por los herederos de los que combatieron contra el Ejército Soviético al lado de Hitler, esas políticas se enmarcan en la lógica de los acontecimientos y están amparadas por la nueva legislación de “decomunistización”, ¿Qué me dicen de Rusia? ¿Acaso no está aplicando Rusia un proceso de “decomunistización” casi tan abierto como el de Ucrania?
Por desgracia la suplantación de símbolos no es prerrogativa única de la Junta fascista ucraniana. La diferencia está en que la oligarquía que gobierna Rusia, está obligada a manejar los tiempos con cautela, a ser prudente y paciente para medir cuándo hay que dar otra vuelta de tuerca. Dentro de ese contexto las celebraciones de mayo suponen un momento idóneo para valorar esos cambios cada vez más perceptibles. Fue hace unos doce años cuando se inició el proceso de sustitución y suplantación de los símbolos soviéticos de la Victoria por otros de nuevo cuño, que ninguna relación histórica guardan con la Victoria de la URSS (y recalco lo de URSS) sobre la Alemania nazi y sus aliados.
El proceso comenzó ocultando el Mausoleo Lenin durante los desfiles del 9 de mayo. Al principio les bastaba con colocar unas cuantas banderas rusas. Luego se fueron refinando y perfeccionando en ese arte que demuestran para avergonzarse de su propia historia, hasta llegar a lo que vemos hoy; Un gigantesco andamiaje que rodea por completo al Mausoleo y que permite modificar a conveniencia la decoración. También sirve para las celebraciones del día internacional del trabaj…perdón, perdón. Quería decir de la primavera, que parece ser que es lo que se celebra ahora en Rusia el 1º de mayo.
Podría pensarse que lo que hemos presenciado estos 3 últimos años en Ucrania con el derribo de todas las estatuas a Lenin, podría remover alguna conciencia en el gobierno ruso y dejasen de hacer el ridículo ocultando el que es en realidad uno de los principales símbolos de la victoria sobre el fascismo, por ser el lugar desde el que se despidió a las tropas el 7 de noviembre del 1941, cuando los nazis estaban a escasos 20 km de Moscú, y el “altar” ante el que se arrojaron las banderas y estandartes de las tropas hitlerianas derrotadas.
Cada año en abril se desata el debate en los medios, en tertulias políticas de la tele y la radio algunos politólogos ingenuos piensan de verdad que este año sí que sí, veremos de nuevo al Mausoleo Lenin presidir el desfile. Pero lo que hemos visto este año, en el centenario de la Revolución de Octubre, lo que vimos el 20 de abril (natalicio de Hitler, casualmente) fue como un grupo de parlamentarios del Partido de Zhirinovski, PLDR y de Rusia Unida, presentaba una iniciativa legislativa que permitiese desmantelarlo y “enterrar” a Lenin. ¡Qué miedo le tienen!
Pero vale la pena recordar que hace 10 años, en el 2007, se votó en la Duma una propuesta para eliminar de la bandera de la Victoria la hoz y el martillo y que 331 diputados de 450, prácticamente todo el grupo parlamentario del partido gobernante “Rusia Unida” y su prolongación malota de los chicos del PLDR, votaron a favor. Hay que reconocer que entonces fue el presidente Putin el que salvó la bandera e impidió al no ratificar con su firma esa ley aprobada, que se profanase un símbolo tan sagrado. En estos años es cierto que se ha popularizado su uso y la podemos ver incluso en tamaño gigantesco. De hecho cada 9 de mayo es bandera oficial del Estado y ondea en edificios públicos y esquinas de muchas calles. Pero eso no significa que se hayan olvidado del objetivo inicial de “decomunistizar” los símbolos de la Victoria.
Y no podemos pasar por alto al hablar de banderas, que la actual bandera de la Federación de Rusia, fue también una de esas banderas que se arrojaron en el primer desfile de la Victoria ante el Mausoleo Lenin, por ser la bandera bajo la que combatieron los integrantes del Ejército de Liberación Ruso (“ROA” por sus siglas en ruso) comandados por el general Vlasov. Y aunque deberíamos de estar ya acostumbrados después de 25 años que lleva ondeando en el Kremlin, el que sea precisamente esa bandera de los colaboracionistas de los nazis, la que abra el desfile de la Victoria sobre esos mismos nazis, por mucho que esté sonando de fondo la gloriosa “Svyaschennaya Voiná”, no deja de chirriar.
Tampoco nos olvidamos de cómo han “vaciado” la estrella roja como símbolo del ejército, empezando por el Ejército de Tierra. Al principio la estrella también llevaba el azul, pero alguien debió pensar que recordaba demasiado a la del Capitán América y la cosa se quedó en una estrella blanca con el contorno rojo. La podemos ver también como logo de la cadena televisiva del Ejército “Zvezdá”.
Otro ejemplo ridículo de ese miedo a las hoces y martillos, se pudo constatar en el concierto que se organizó en la Palacio de Congresos del Kremlin el 5 de mayo. Cuando en la pantalla del escenario apareció la famosa imagen de la toma del Reichstag, el photoshop se había encargado de difuminar hasta borrar la hoz y el martillo…
Otro de los símbolos que han introducido en los últimos años para ir suplantando paulatinamente a los soviéticos es la tan popular ya “Cinta de San Jorge”. La llaman de San Jorge (“Gueórguievskaya”) porque era la que acompañaba a la cruz de San Jorge, principal condecoración militar en la época zarista. Y si bien es cierto que esos mismos colores de esa cinta, el naranja y negro, fueron luego utilizados en el ejército soviético para acompañar la “Orden de la Gloria” y la medalla “por la Victoria sobre Alemania”, esa cinta no debería ya llamarse “gueórguievskaya”, puesto que no acompaña la cruz de San Jorge.
Esos colores lucían en el pecho de todos los combatientes que sobrevivieron y fueron como 15 millones de personas los que recibieron la medalla “por la Victoria sobre Alemania”. Pero también lucían en el uniforme del atamán cosaco y colaboracionista con los nazis Krasnov, puesto que él sí portaba la cruz de “San Jorge”. Pero qué podemos esperar si esa misma bandera de los cosacos que enarbolaba Krasnov es ahora también la bandera oficial del Oblast de Rostov.
Es cierto que el naranja y negro se utilizó desde un primer momento, al acabar la guerra, en multitud de carteles soviéticos que conmemoraban en años sucesivos la Victoria sobre el fascismo. Pero esa utilización masiva que se ha impuesto en estos últimos años no es ninguna tradición soviética. Ni los veteranos ni sus familiares han llevado nunca en la solapa la cinta “gueórguievskaya”, hasta que alguien en el Kremlin decidió que debía ser así. Además no podemos olvidar que fueron los colores elegidos para identificar el alzamiento antifascista del Donbás, como reacción al golpe de Estado en Ucrania. Miles de milicianos han muerto con esa cinta en sus uniformes como elemento distintivo. Los ucranianos fascistoides llaman ahora a los rusos, entre otras muchas lindezas, “kolorady”, en alusión a un escarabajo cuyo caparazón tiene esos colores naranja y negro.
Ese sentimiento generalizado entre los rusos de repulsa al golpe fascista en Ucrania, ha servido para introducir el uso masivo de esos colores en los carteles y banderas que adornan ahora las calles durante las fiestas de mayo en conmemoración de la Victoria. Vemos como poco a poco, año a año, las ciudades en estos días se van “anaranjando” y “desrojizando”.
Mención especial merece el conocido como “regimiento inmortal” que se ha convertido en atributo indispensable del 9 de mayo. Sin duda una iniciativa preciosa que permite que millones de personas salgan ese día con las fotos de sus familiares caídos en la guerra. Una iniciativa que partió desde abajo, que ideó un periodista en Tomsk en el 2011 y que ahora ha pasado a ser el eje central de las celebraciones.
Hemos visto estos años atrás como cientos de miles de personas marchaban detrás de pancartas donde podía leerse “regimiento inmortal” con la orden de la “Gran Guerra Patria” con su hoz y martillo, o directamente la estrella roja con la hoz y el martillo adornando esas pancartas. Pues bien, parece que el que tanta gente marche detrás de pancartas rojas con hoces y martillos y encima portando la bandera de la Victoria no debe hacer demasiada gracia a determinados inquilinos del Kremlin.
Algo había que hacer. Este año la novedad ha sido que esos “regimientos inmortales” han empezado a sustituir la orden de la “Gran Guerra Patria” por otra en la que aparece “San Jorge” dentro de la estrella roja.
Ya me dirán ustedes qué relación guarda San Jorge con la Victoria de la Unión Soviética sobre el fascismo. Donde sí podía verse a San Jorge como símbolo utilizado en la Gran Guerra Patria, era en el centro de la cruz del emblema de la “SS Sturmbrigade RONA”.
Pero además también han diseñado otro logo en el que aparecen unas grullas atravesando la estrella roja. La explicación es que el poema “Zhuravlí” (Las grullas) de Rasul Gamzátov pone letra a una famosa canción soviética que recuerda a los caídos. Esas pancartas blancas con las grullas se han podido ver sobre todo abriendo los “regimientos inmortales” que han marchado en numerosas ciudades del mundo.
Así pues, vemos como un símbolo totalmente ajeno y desconocido para el público hace un mes, se convierte por obra y gracia del departamento de márketing anticomunista del Kremlin, en símbolo de la Victoria sobre el fascismo y tiene tiempo de abrir también el desfile en Donetsk e incluso de llegar a la Estación Espacial Internacional.
Se os ve mucho el plumero, señores oligarcas.
Vlasov estaría orgulloso de vosotros.