Otra oportunidad perdida: las COP no caminarán en dirección a la justicia climática sin un cambio radical
La COP se ha convertido en un espacio al servicio de las élites, una fecha anual para el lavado de cara de instituciones y empresas, que promulgan sus promesas vacías pero no muestran un compromiso real con las causas.
No nos podemos permitir que, un año más, la COP no sirva para nada. Para alcanzar la justicia climática, las transformaciones que deben asumirse son profundas y, si no nacen de las voluntades políticas, deben ser impulsadas desde la movilización ciudadana.
La COP (Conferencia de las Partes) es un órgano de la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático, que reúne en esta cumbre anual a los países miembro y otras entidades en el marco de la lucha contra la crisis climática. Después de que la periodicidad del evento se viera interrumpida por la pandemia de la COVID-19, este 2021, la ciudad de Glasgow ha sido testigo de la vuelta a la normalidad de la cumbre, acogiendo a representantes políticos, entidades y organizaciones ecologistas que se han desplazado hasta Escocia con motivo de la fecha.
Pero la vuelta a la normalidad lo ha sido en todas sus facetas: la estructura inequitativa de la COP se ha mantenido y la falta de un compromiso real por parte de las partes sigue siendo protagonista. Año tras año, estas cumbres muestran la incapacidad de consolidar respuestas justas y ambiciosas frente a la situación de emergencia climática en la que nos encontramos.
Esta conferencia, ideada para el desarrollo de soluciones que deben ser inminentes, se ha transformado en un escenario para el greenwashing de instituciones y empresas, en un giro desesperanzador aunque no sorprendente viniendo de un espacio cuyas estructuras y prioridades no distan de los mismos intereses que nos han traído hasta la grave situación actual.
Lejos de asumir los verdaderos riesgos a los que estamos abocados si seguimos la tendencia existente, los planes de reducción de emisiones planteados en 120 países nos conducirán a un aumento de la temperatura
media global muy superior al techo límite de 1,5ºC respecto a temperaturas preindustriales establecido por la comunidad científica. Continuando por la vía de la inacción, nos acercamos cada vez más a superar los límites que conllevarán a las consecuencias más desastrosas del calentamiento global.
Para un cambio de dirección, necesitamos actuar con Justicia Climática, empezando por la reparación histórica. Los países del Sur Global, que contribuyen en medida considerablemente menor a la crisis, la sufren en sus propias carnes en dimensiones muy superiores, siendo además expoliados continuamente por países del Norte Global. Esta situación no solo debe terminar, sino que debe compensarse.
Si bien se hace camino al andar, todas tenemos que formar parte de la lucha. Exigimos una transición ecológica democrática, basada en la participación ciudadana en toda su diversidad, permitiendo así la construcción de un futuro beneficioso para todas lejos de la inequidad actual.
En esa línea, apelamos, frente al esperable fracaso que ha supuesto esta COP26, a la movilización ciudadana. Frente a los retos cada vez mayores a los que nos enfrentamos, debemos responder con organización popular. Solo así podremos promover los cambios sistémicos ineludibles para alcanzar el horizonte de la Justicia Climática, que no nacerán de las buenas voluntades de empresas y responsables políticos. Debemos asumir las transformaciones profundas necesarias para la reducción de emisiones y la justicia climática. Sobre la estructura de un tejido social fuerte, construiremos un futuro justo, con todas y para todas.