Contrastando los sistemas de salud
En el catálogo de los sistemas de prestación y financiamiento de la salud encontramos una amplia gama, desde los más privados, hasta los públicos y gratuitos. Hay sistemas cuya prestación y financiamiento están totalmente privatizados como es el caso del estadounidense, el chileno o el colombiano, en el que los establecimientos que prestan servicios de salud son privados y para poder ingresar a ellos y ser atendidas, las personas tienen dos opciones, o desembolsan el dinero de su bolsillo en el momento de solicitar el servicio, o contratan una póliza de seguros de manera que cuando se les presente una contingencia sea éste el que se encargue de pagar la factura.
Este tipo de sistemas de salud basado en la intermediación de empresas aseguradoras en el que un “tercero” paga, además de ser extremadamente costoso (la empresa de seguros se queda con un margen de la ganancia del negocio) es el más excluyente: 1) si usted no tiene cómo contratar una póliza, lo más seguro, valga la redundancia, es que quede por fuera, y en este mundo desigual en el que el 1% de la población mundial se apropia del 82% de la riqueza, es mucha, pero mucha gente la que no cuenta con recursos suficientes para contratar un seguro de salud. 2) Este sistema asegurador es tan perverso que la exclusión no es solo por razones económicas sino también etarias: el asunto se hace cada vez más complejo si usted pasa de los 50, 60, 70 y 80 años de edad, si quiere un seguro de salud debe pagar más, eso sí se apiadan de usted.
La justificación de este tipo de sistemas es el clásico discurso neoliberal de que el Estado es ineficiente, que no debería entrometerse en la economía ni en los asuntos del mercado, lo que deja clara la concepción mercantilista de la salud.
No obstante, cuando se trata de empresas aseguradoras siempre hay que leer las letras pequeñas: “aquellas personas que no tengan la capacidad de pagar una póliza de seguros o no cuenten con recursos suficientes, podrán acudir al Estado que se encargará de pagar por ellos, y en caso de una contingencia en la que se le agote la cobertura de su seguro también deberá acudir al Estado para que les resuelva el problema”. Es un negocio redondo, las empresas aseguradoras, prima hermanas del sistema bancario, nunca pierden.
Plan privatizador
A mediados de la década de los 70 comenzaron los ensayos de este tipo de sistemas de salud en América. Pinochet, de la mano visible del monetarista y neoliberal Milton Friedman, se anotó de primero en los experimentos y creó en 1981 las Instituciones de Salud Previsional (Isapres) que son aseguradoras privadas en materia de salud, las cuales, dicho sea de paso, obtuvieron alrededor de 80 millones de dólares de utilidades el año pasado. También crearon el Fondo Nacional de Salud (FONASA) de carácter público para aquellos casos rebotados por las ISAPRES. En cuanto a la prestación del servicio de salud comenzó a ser privado, y para que todo quede en familia, los dueños de las clínicas son los mismos dueños de las ISAPRES.
Colombia es otro buen ejemplo, en 1993 el entonces senador Álvaro Uribe propuso, y se aprobó, la privatización de la salud en ese país. Siguiendo el formato, se crearon las Entidades Promotoras de Salud, o sea las aseguradoras privadas.
En Venezuela, durante el gobierno de Rafael Caldera en 1996 y como parte del mismo Plan para toda la Región, fue aprobada la Ley Orgánica de Seguridad Social que consistía en la privatización de la salud y del sistema de pensiones. Al calco de Chile, Colombia y Estados Unidos, con el discurso de la ineficiencia del sector público (luego de haberlo desfinanciado y desmantelado) aprobaron la creación de las Administradoras de Fondos de Salud y de las Empresas Privadas Prestadoras de Servicios de Salud.
Con la llegada de la Revolución Bolivariana y la aprobación de los artículos 83, 84, 85 y 86 de la Constitución de 1999 en los que se establece claramente que la salud es un derecho social fundamental y será garantizado con la creación de un sistema único y público de salud, la ley de Caldera quedó para la historia. A partir de ese momento se fortaleció el sistema público de salud en Venezuela. La red de establecimientos públicos aumentó 397% y la relación de médicos por cada 1000 habitantes pasó de 0,8 a 3 entre 1999 y 2018. Más del 80% de la población se atiende en el sistema público, el plan de inmunizaciones es completamente gratuito, así como lo son los medicamentos de alto costo: Son solo algunos ejemplos, aunque falta todavía mucho por hacer.
En socialismo
En el otro extremo del catálogo están los sistemas públicos de salud enmarcados en un sistema socialista. En estos casos no piden ni tarjetas de crédito ni la clave del seguro para entrar en el hospital. Es completamente gratuito. Ejemplo emblemático en nuestra Región: el cubano. A pesar de 60 años del bloqueo criminal impuesto por EEUU, Cuba registra los mejores indicadores de salud de América y del mundo. Según datos de la Organización Panamericana de la Salud, la tasa de mortalidad infantil de esta Isla Caribeña es 4 por cada 1000 nacidos vivos, muy por debajo del promedio de América Latina y el Caribe que se ubica en 13.04 (la tasa de mortalidad infantil es el número de niños menores de 12 meses que fallecen cada año por cada 1.000 nacidos vivos registrados).
En tiempos de pandemia
A pesar de ser o parecer la “mayor potencia económica y militar” EEUU es el país que registra los peores indicadores del Covid-19: no solo es el epicentro actual de la pandemia con el 30% de las personas contagiadas en todo el mundo (489.646 casos) adicionalmente, la tasa de prevalencia a causa del coronavirus en ese país (140,9 personas contagiadas por cada 100.000 habitantes) es 30 veces mayor que la de Cuba (4,97 personas contagiadas por 100.000 habitantes) y en cuanto a la tasa de mortalidad, la de EEUU (5,51 fallecidos por cada 100.000 habitantes) es 42 veces mayor que la de la Isla (0,13 fallecidos por cada 100.000 habitantes.
Si lo comparamos con China, la tasa de prevalencia por Covid-19 en EEUU es 25 veces mayor que la de del gigante asiático y la de mortalidad es 23 veces mayor.
A pesar del bloqueo criminal, de la guerra no convencional contra el pueblo venezolano y de la reciente arremetida del imperialismo estadounidense incluyendo las amenazas de invasión, la tasa de prevalencia del coronavirus en Venezuela (0,57 personas contagiadas por 100.000 habitantes) es 267 veces menor que la de EEUU y la tasa de mortalidad (0,03 fallecidos por 100.000 habitantes) es 184 veces menor que la del país del norte.
Después de tanta alharaca con la supuesta crisis humanitaria en Venezuela (otro invento más de EEUU para justificar la invasión de nuestro país) nos preguntamos ¿quién requiere verdadera ayuda humanitaria con carácter de urgencia?
– Pasqualina Curcio es Profesora Titular, Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad Simón Bolívar-Venezuela
https://www.alainet.org/es/articulo/205911