El derecho a la legítima protesta prostituido por la derecha para aumentar el drama del COVID-19.
El derecho a la legítima protesta esta siendo prostituido y violentado por la ultraderecha para propagar el COVID-19. A eso estamos asistiendo.
Una minoría aplastante esta poniendo en riesgo la salud de todas y todos con caceroladas es sus barrios pijos en plena pandemia.
Españoles muy españoles y mucho españoles, de barrios buenos que van a misa los domingos, sembrando el COVID-19 cacerola en mano.
Lo más grave es que estoy convencido de que si la cacerolada en vez de en el barrio Salamanca fuesen en un barrio pobre estarían lloviendo multas y hostias como panes.
No digo que eso deba ser así, pero los cuerpos de seguridad del estado estarían actuando si esta fuese una protesta de trabajadores y trabajadoras defendiendo sus puestos de trabajo o sus derechos laborales. O de la ciudadanía intentando evitar el desahucio de sus vecinos.
Además resulta realmente escalofriante escuchar a las mismas personas que gritan libertad, un viva Franco, o un viva Cristo Rey.
Ver a gente con cacerolas, banderas de España y del aguilucho, con saludos fascistas y gritos de Arriba España.
Gente que dice que Dios existe y va a misa los domingos diciendo que no cree en el coronavirus porque no puede verlo.
No se si a los españolazos de ultraderecha sus genes superiores los protegen del COVID-19, lo que esta claro que su neurona no lo va a hacer.
Mientras políticos de ultraderecha, irresponsables y con instinto carroñero tratan de usar una grave pandemia que amenaza a la humanidad como arma contra el gobierno, intentan sacar jugo a los muertos y al sufrimiento de su propio pueblo, ese al que dicen representar.
El espectáculo es bochornoso y trágicamente ridículo pero también muy peligroso.