Ramaris Vásquez •  Opinión •  17/08/2021

DD.HH. Afganistán: Refiqullah despertó en llamas…

La noticia y los análisis corren por el mundo: Los talibanes se hicieron con el control de Afganistán. (1). Para quienes observaban desde afuera no fue súbito. Pero sí lo fue para Refiqullah, un niño de 10 años que –literalmente- se despertó en llamas. El fragmento de un proyectil lanzado cerca prendió su habitación en Lashkar Gah, al suroeste afgano. Su ropa de algodón y poliéster se pegó a su cuerpo. Para salvarlo, su piel fue rasgada como jirón. (2).
Su historia –publicada por news.un.org- fue narrada el 12 de agosto pasado por Mustapha Ben Messaoud, jefe de Operaciones sobre el Terreno y Respuesta  de Emergencia de Unicef en Afganistán, desde Kabul, tras una misión de 10 días en el país. Es uno de los horrores que – según la representante de la multilateral- escuchó de familias que huyeron “sin casi nada”. (2)
Contó que estas personas “perdieron a sus seres queridos, entre ellos mujeres y niños pequeños”. De acuerdo a su experiencia “(…) esta violencia de la guerra, especialmente contra las mujeres  y los niños, es algo bastante terrible para cualquiera, especialmente para nosotros en UNICEF”.(2).
Y es que el desastre humanitario agrava. Ben Messaoud recuerda que “Afganistán sufre hoy una sequía que afecta a casi 85% del país. Las cosechas estimadas para este año son extremadamente pobres. Así que tenemos a una población que tiene hambre y que cada vez tendrá más hambre”. (2).
La huida fue progresiva. Shabia Mantoo, vocera de la Agencia de la ONU para los Refugiados -según  news.un.org de 13 de agosto pasado- alertó que “desde enero unas 400 mil personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares uniéndose a los casi tres millones de afganos que continúan desplazados en el interior del país”.  (3).
El Informe de la Misión de la ONU en el país asiático, registraba en julio pasado “un aumento especialmente pronunciado “de los asesinatos y los heridos desde mayo, cuando las fuerzas militares internacionales comenzaron su retirada y los combates se intensificaron tras la ofensiva de los talibanes. En mayo y junio hubo 2392 víctimas (783 muertos y 1609 heridos)  la cifra más alta desde 2009”, recogía news.un.org.  (4).
Esta fuente confirmó “5183 víctimas civiles (1659 muertos y 3.524 heridos), un aumento  del 47% en comparación con el mismo período de 2020”. Debora Lyons, Representante especial del Secretario General para Afganistán, advertía que “un número sin precedentes de civiles afganos perecerán y quedarán mutilados este año sino se frena el aumento de la violencia” y expresaba preocupación por mujeres y niños: “468 niños han muerto y 1214 han resultado heridos” pues era el número “más alto registrado nunca”. (4).
Ahora, los temores por los derechos humanos y su alcance en Afganistán son una impronta. Quizás es momento de revisar lo que planteara  Schenoni, L. (2010), en su artículo científico “Preconceptos teóricos y política exterior: reflexiones críticas a partir del conflicto afgano”, cuando concluía que “(…) se hace cada vez más evidente que cualquier solución requerirá trabajar sin dejar que la ficción del Estado enceguezca a quienes intentan resolver este conflicto”. (P.207). (5).
Al respecto recordaba que  “Afganistán permaneció como uno de los pocos territorios nunca colonizados del planeta, y su población no sufrió la imposición del modelo occidental por la fuerza ni su amplia difusión hasta entrado el siglo XX”. (P.193).(5).
El estudioso  argumentaba con respecto a Afganistán que “no puede pensarse como un conflicto contra un grupo rebelde circunscrito a una población, un territorio o un gobierno determinados, en tanto involucra una cantidad de variables y actores que trasvasan el marco de la estatalidad”. (P.188). Schenoni, L.  alegaba que “la separación entre institución y persona” es “difícil de concebir en una sociedad tribal como la que se analiza”.(P.201).(5).
Entretanto, resulta prioritario atender la preocupación y propuesta de Ben Messaoud como operadora de Unicef: “Lo ideal sería que hubiera un corredor humanitario, un alto el fuego, si no el fin del conflicto. Porque hagamos lo que hagamos, por muy ágiles que seamos, no podremos llegar a tiempo y salvar vidas”. (2).
Referencias: 

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