18 de agosto, 77 aniversario de la explosión de Cádiz: La voz de una víctima
Se acerca el 18 de agosto, 77 aniversario de la Explosión de Cádiz. Una fecha para mí, inolvidable, porque mi padre fue víctima de aquella Explosión, muriendo a pocos metros del lugar donde estallaron las bombas. Mi madre quedó viuda y mi hermana y yo, huérfanos con 9 años y 6 años respectivamente. Nos cambió la vida y tuvimos que irnos de Cádiz
Me he leído los tres libros de José A. Aparicio, que tengo, sobre aquella terrible tragedia. Gracias a sus investigaciones, hoy sabemos con certeza que la Marina fue la principal responsable. No hizo caso al informe que ellos mismos habían encargado al comandante Bescós 4 años antes en el que, claramente decía:
«Estas consideraciones mueven al Jefe que suscribe a
aconsejar el urgentísimo traslado del depósito de
Defensas Submarinas que, en caso de voladura,
originaría una catástrofe de carácter nacional.
Mientras subsista, debe extremarse la vigilancia militar y
naturalmente la técnica, dando las órdenes oportunas»
(José A. Aparicio «El Amanecer de un Cádiz desolado»).
El comandante, incluso buscó un lugar alternativo para el
almacenamiento de aquellas bombas: El Berrueco, entre
Medina y Chiclana.
No le hicieron caso y ocurrió la tragedia. Fue, como dice
Aparicio en su libro, «Una tragedia anunciada».
La instrucción judicial empezó siendo civil, pero tuvo que
inhibirse porque la Marina impuso llevar ella la
instrucción. La responsable de la tragedia, haciendo
de juez. ¡Clarísimo! El lobo, cuidando a las ovejas…Así
no era de extrañar que no tuvieran en cuenta el
testimonio contundente del Comandante Bescós y así
nadie resultó ser responsable de la tragedia.
Nadie por tanto pidió perdón a las víctimas (150 muertos
y entre 5.000 y 10.000 heridos y centenares de viviendas
dañadas), ni nadie las indemnizó, como hubiera sido justo, ni
a Cádiz, ciudad afectada, se le compensó por aquellos
terribles daños.
Por eso para mí cada 18 de agosto es un día para
reivindicar JUSTICIA Y REPARACIÓN.
La Marina debe asumir su responsabilidad en la tragedia y
subsidiariamente el Estado Español. Debe pedir perdón a
las víctimas e indemnizarlas aunque hayan pasado 77
años.
Debe compensar a la ciudad de Cádiz. Lo mínimo que
debería hacer La Marina es ceder a la ciudad,
parcialmente al menos, sus instalaciones en el actual
terreno del Instituto Hidrográfico, para que allí pueda
levantarse, como sería justo, lógico y deseable, un digno y
amplio Mausoleo dedicado a las víctimas, donde
queden expuestos los nombres, apellidos y edades de
todas ellas y donde pueda ir la Exposición Permanente a
las víctimas, actualmente en el Castillo de Sta. Catalina.
El actual monolito en la Pza. de S. Severiano es
verdaderamente ridículo.
La Marina debe también desclasificar los archivos sobre
la Explosión que se encuentran en Madrid y S. Fernando
para que los investigadores e historiadores puedan
profundizar y sacar a la luz pública lo que ahora
permanece oculto para todos, porque no interesa que se
sepa la verdad.
Se debería crear una Comisión entre Ayuntamiento,
Diputación y Junta de Andalucía, impulsada por el
Ayuntamiento, para que todas estas medidas se pongan
en marcha, presionando a la Marina y al Estado con
argumentos más que probados como los que José A.
Aparicio tiene expuestos en sus libros.
Ésto es lo que a mí, como víctima e hijo de Ramón
Cejudo, fallecido a consecuencia de las bombas que
estallaron a menos de 20 metros de donde él
estaba ese día, me parece que es lo que se debe de hacer.
No basta con mencionar los nombres de las víctimas una vez al año.
¿Cambiar el nombre de una plaza? No me parece mal,
pero desde luego no es lo más importante que hay que
reivindicar.
Sé que mis palabras caerán un año más en el vacío y que
lo que hago es como predicar en el desierto, pero no me
importa, porque mientras tenga fuerzas y Dios me dé vida
lo seguiré diciendo siempre que pueda porque sé que es lo justo.
La Explosión de Cádiz ha sido una de las mayores
tragedias ocurridas en España en estos últimos 100 años
y hemos estado demasiado en silencio y demasiado pasivos.
Hoy, con las últimas investigaciones, tenemos razones
más que suficientes para reivindicar lo que estamos
reivindicando, que se resume en dos palabras: JUSTICIA,
REPARACIÓN.