José Camargo •  Opinión •  18/04/2025

Una Semana Santa cargada de sangre, lágrimas y sufrimiento

Una Semana Santa cargada de sangre, lágrimas y sufrimiento

Los habitantes del territorio de Gaza (gazatíes) siguen sufriendo en plena Semana Santa la furia del sanguinario y abominable primer ministro israelí Benjamín Netanyahu. El Fuhrer de los israelitas, pretende sin miramiento alguno desaparecer hasta el último ser humano que habite este territorio y pretende lograrlo a través de la aniquilación física o el desplazamiento, es el Sionismo en toda su extensión. La excusa para lograr este propósito es la “guerra” que libra contra el grupo Hamas. Este proceder tiene nombre propio, es un genocidio contra el pueblo palestino, así lo ha confirmado la Organización de las Naciones Unidas y la Corte Penal Internacional. Hoy iniciándose la semana Santa, la barbarie israelí se hace presente en el Hospital Al-Ahli en el norte de la Franja de Gaza y la excusa fue la búsqueda de un supuesto “centro de mando y control” destinado para atacar al ejército israelí.

 Este pueblo también soporta el asedio de países imperiales como los Estados Unidos de Norteamérica, quien aprobó venta de armas a Israel por valor de 4. 000 millones de dólares. “He firmado una declaración para utilizar las autoridades de emergencia a fin de acelerar la entrega de aproximadamente 4.000 millones de dólares en asistencia militar a Israel”. Así lo  expresó el  secretario de Estado, Marco Rubio.

Además, Donald Trump presidente de los Estados Unidos, curiosamente, hijo de padres migrantes, señalaba en una conferencia de prensa en Washington,  al lado del Fuhrer, Benjamín Netanyahu,  lo siguiente: ”EE.UU se apoderará de la Franja de Gaza y nosotros también haremos un trabajo con ella. Seremos sus dueños. Y seremos responsables de desmantelar todas las peligrosas bombas sin explotar y otras armas que hay en ese lugar”. Antes había señalado: “No creo que la gente deba volver a Gaza. Creo que Gaza ha sido muy desafortunada para ellos”. Obvio, con unos victimarios de esa categoría, nadie puede vivir en paz.

En esta oportunidad, Trump tiene un gran parecido con el presidente norteamericano, Franklin Pierce (1853-1857), el Gran jefe blanco que en 1854 envía una oferta al jefe Seattle, de la tribu Suwamish, para comprarle los territorios del noroeste de los Estados Unidos que, hoy forma el Estado de Washington. A cambio, promete crear una “reservación” para el pueblo indígena. (CIUDAD SEVA-Luis López Nieves)

Por otro parte, este comportamiento imperial no debiera de sorprender a nadie, puesto que, en el año 2017, este mismo Trump reconocía a Jerusalén como capital de Israel. El papa Francisco, en cambio, en aquella oportunidad hacia un llamado a la sensatez y la prudencia y con palabras muy sabias mencionaba a Jerusalén, como “ciudad sagrada para judíos, cristianos y musulmanes del mundo entero”. El fascismo no le teme a nada ni a nadie, continúan agrediendo al pueblo palestino, fraccionándolo hasta hacerlo desaparecer, este es el fin último. Estados Unidos e Israel serán un solo corazón, hasta conseguir este objetivo.

La ONU se ve impotente ante esta tragedia y solo se limita a informar el número de muertos, heridos Y desplazados. Y aquel noble objetivo de “promover la cooperación internacional y lograr la paz y la seguridad” no es más que una simple buena intención. El fascismo hoy se pasea por todo el mundo creando un malestar mundial. Estados Unidos recurre a argumentos en contra de la soberanía nacional, al derecho de auto determinación de los pueblos y a todo aquello que le permita tener una excusa para invadir, saquear, bombardear y fortalecer la exportación de armas.

Como si fuera poco, el Fondo de la ONU para la infancia (UNICEF) informó de al menos 322 niños muertos y 609 heridos desde el fin de la tregua. El total de niños asesinados, tras casi 18 meses de guerra superaría los 15.000. Es un genocidio.

De esa misma manera, la agencia de salud de la ONU indicó que solo 21 de los 36 hospitales de la Franja Gaza permanecen parcialmente operativos. Muchos de esos hospitales han sido destruidos por los implacables bombardeos.

Sin embargo, los habitantes del territorio de Gaza, Cisjordania y Palestina, también tienen un sueño y ese sueño es que los dejen vivir en paz, que algún día por ese cielo infinito no se vea el resplandor de la muerte, desean con la fuerza de su corazón que las casas y edificios destruidos no formen parte del paisaje natural de sus vidas. Esos hombres y mujeres valientes y resistentes desean que el rostro de sus familias no sea el rostro del pasado, sino el rostro del presente y del futuro, sencillamente, porque la muerte no llega, ni llegará. Desean que lo que hoy esta fraccionado, mañana esté fuertemente unido y se extienda en el cielo una palabra: PALESTINA. Y con ella, la paz y la felicidad.


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