Marisa Ruiz Asensio •  Opinión •  18/05/2017

Acoso escolar

El acoso escolar no es más que otro de los nefastos resultados de una sociedad corrompida y carente de consciencia incapaz de sentir humanidad por nada.  La superficialidad, la arrogancia  y el desprovisto de empatía se hacen eco en los más pequeños creando una mezcla de odio y discriminación sin sentido hacia el más débil o hacia quien no opta por ser igual que la mayoría.

Es muy fácil pensar que lo niños van a la escuela para ser educados pero esto en parte es  erróneo ya que a la escuela se va a aprender, a adquirir conocimientos nuevos que puedan formar a la persona e instruirla con el fin de que sea capaz de comprender tareas como son las matemáticas o la historia. La verdadera educación se imparte en casa siendo la familia la responsable directa de encauzar los principios que el niño adquiera con el fin de convertirse en un ser HUMANO que respeta y se hace respetar.

Cada día son más los niños que sufren acoso escolar y esto es un grave problema ya que muchos atentan contra su vida practicándose autolesiones o llegando incluso al intento de suicidio, en el que algunos logran acabar con su vida. Es muy importante inculcar a nuestros hijos unos valores independientes del dinero, la belleza o la humillación a quien piensa o actúa de forma diferente a nosotros. Los padres son las figuras de referencia para los hijos y ellos han de ser quienes orienten al niño para convertirse en una buena persona, dejando a su vez que éste sea responsable de las decisiones que toma pero siempre entendiendo el respeto hacia los demás y no actuando de forma que degrade o haga daño a otros. Ciertos niños que acosan a sus compañeros en el colegio se puede deber a una carencia afectiva y a un intento de dominio sobre los demás que desemboca en un comportamiento egoísta y dañino que los hará inmunes a cualquier tipo de dolor ajeno sin importarles el sufrimiento que causan, y es ahí donde han de participar los padres. Antes de que nuestro hijo se convierta en un ser despreciable, frívolo y ego-centrista así como en el responsable del malestar de otro es preferible que  tomemos las riendas y empecemos a impartir la educación que como padres nos corresponde o si no deberíamos habernos pensado la idea de traer a alguien al mundo que ocasione más sufrimiento y odio. Muchos padres son incapaces de darse cuenta que su hijo sufre acoso escolar y es que es muy difícil percatarse del daño que verdaderos monstruitos pueden ocasionar con su desprecio y burlas continuas. A veces es realmente difícil apreciar que un niño está siendo acosado porque en ocasiones nunca dice nada a los padres ni profesores por no preocupar, por vergüenza o por temor a que quienes lo acosan tome represalias contra él.

El acoso escolar es realmente doloroso y hasta que no se sufre es imposible de explicar porque el sentimiento de humillación que ocasionan en ti es incomparable a otros ya que hace que te hundas en un abismo del que no sabes ni cómo salir, acentuándose aun más por la corta edad que tienes. Hasta que no se padece este acoso no se es capaz de comprender el dolor tan inmenso que se puede llegar a sentir y cómo las risas de otros se clavan en tu alma como puñales y los insultos hacen que pierdas cualquier ilusión inundando tus ojos de lágrimas y creyendo que eres el culpable de algo que ni siquiera entiendes. Te acuestas cada noche deseando que nunca llegue la mañana siguiente y cuando despiertas sabes que tienes que volver a ese infierno en el que se volverán a mofar de ti y tú no podrás hacer nada para defenderte; sientes ese nudo en la garganta que apenas te deja tragar saliva y es como si un frio permanente se hubiera adueñado de ti impidiendo que sientas una pizca de calor en el que se refugie tu miedo y tristeza. Dibujas una sonrisa en tu cara que no permite expresar el sufrimiento que albergas porque no quieres que nadie sepa la humillación que te hacen pasar, y prefieres la soledad por temor a que seas el responsable de algo que no sabes ni por qué te está ocurriendo a ti. Te preguntas tantas veces mirándote al espejo si eres el culpable de que los demás te odien, creas un mundo paralelo en el que piensas que incluso ahí terminarás por no encajar y vuelves de nuevo a la realidad, a esa realidad que tanto te cuesta concebir y que sabes que cada día te creará más dolor. Cuando vas camino del colegio solo quieres que ocurra algo para no llegar y estando allí esperas pasar desapercibido ante todos pero sabes que no será así, sabes que volverán a hacerte daño, a buscar cualquier excusa para humillarte. Sus risas se clavan en tu cerebro como si fuera el mismo sonido del diablo, una alarma que te hace estar en una alerta continua impidiendo que desconectes por un instante para volver a ser lo que eres, un niño.  No quieres decírselo a nadie por vergüenza, por no preocupar y porque esperas que llegue el día en el que todo pase pero a veces solo deseas no haber nacido y desaparecer del mundo en el que hay seres que tanto sufrimiento te causan. Tu refugio eres tú mismo y te cierras de tal modo que pierdes las ganas de hablar con nadie, te  escondes de todos albergando la esperanza de que no se descubra cuánto daño te hacen porque piensas que no hay ayuda posible y es algo que has de sufrir en silencio. No duermes bien debido a ese incompresible suceso que te acontece cada día, sueñas con quien te hace daño, lloras y suplicas que todo acabe y te preguntas el porqué te ha tocado a ti esta situación pero no logras llegar a una determinación que explique tanto odio sin motivo deseando incluso acabar con tu vida para que todo termine.

Todos debemos luchar contra el acoso escolar porque es algo que cada día se hace más fuerte y presente en los colegios e institutos. Como padres debemos enseñar a nuestros hijos a respetar, a no insultar y por supuesto a que confíen en nosotros y nos cuenten cualquier problema que les ocasione malestar o dolor. En los colegios los profesores han de estar pendientes de todo lo que acontece a su alrededor y los departamentos de orientación deben ofrecer charlas continuas sobre este tema intentando que no se produzca y concienciando lo importante que es el no burlarse de los demás ni humillarlos porque todos están en igualdad de condiciones y merecen el mismo respeto.  Al más mínimo indicio de acoso hay que tratar con un especialista porque son ellos, los psicólogos, quienes pueden acabar con este lamentable suceso tratando al niño de una forma idónea que demuestre los conocimientos pertinentes acordes para solucionar este problema. 


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