Hedelberto López Blanch •  Opinión •  18/07/2021

Los inhumanos “derechos” de Bachelet

Cuando en Chile los carabineros disparan a mansalva contra manifestaciones de estudiantes y trabajadores que solo
reclaman mejoras en los sistemas de educación y salud, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, calla.

Alrededor de 40 jóvenes chilenos han sido asesinados y otros 400 han perdido la visión de uno o de los dos ojos por balines disparados por la policía; miles han sido detenidos, torturados y otros desaparecidos (lo que es igual a estar muertos en algún oscuro lugar) pero la Bachelet, calla.

La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, hace silencio ante las enormes manifestaciones que desde el pasado 28 de abril de 2021 han desbordado las principales ciudades de Colombia (Bogotá, Cali, Cartagena, Santa Marta, Medellín) con saldo de 55 muertos, más de 1 200 heridos y 480 desaparecidos.

Desde septiembre de 2016 en Colombia han sido asesinados más de 930 líderes sociales y 260 ex guerrilleros desmovilizados de las FARC, pero la Bachelet, calla. Hay que comprender a la señora Bachelet pues la realidad es
que Estados Unidos tiene en Colombia y en Chile a dos fuertes aliados que lo apoyan en todas las acciones y maniobras que realiza Washington para tratar de desmontar gobiernos nacionalistas y democráticos que no sean de su interés neocolonial. Por lo tanto, ella debe callar.
Pero su silencio se rompe cuando la Casa Blanca da la orden de atacar a gobiernos que no aceptan sus leyes neoliberales y que trabajan por el bienestar de sus pueblos como ha ocurrido en los mendaces informes que ha emitido en varias ocasiones contra la República Bolivariana de Venezuela por la insolencia de enfrentarse esta nación a las acciones agresivas, bloqueos y hasta intentos de magnicidio que ha organizado Estados Unidos con la participación de su gendarme colombiano.
Ahora a la Bachelet se le ordenó arremeter contra Cuba porque la pequeña isla del Caribe se defiende de una
campaña terrorista de desestabilización bien montada desde Washington con la participación de la ultraderecha
cubanoamericana asentada en la Florida y llevada a cabo por elementos antisociales dentro del país.
Tras una solicitud enviada desde la Casa Blanca, Bachelet hizo un llamado urgente pues se siente “muy preocupada por las denuncias acerca de un uso excesivo de la fuerza contra quienes protestan; por las condiciones de incomunicación en que podrían encontrarse aquellos en paradero desconocido” y exigió “liberar a todos los detenidos”.
Triste papel el de la Bachelet que sigue el patrón diseñado por Washington. ¿Se dejará llevar por todas las noticias falsas emitidas desde la Florida o será que fue alcanzada en sus ojos por los proyectiles lanzados por los carabineros de su país?
¿No le habrán informado que desde Estados Unidos se enviaron centenares de miles de mensajes activados por robots que llamaban a los cubanos a través de las redes sociales a salir a las calles, protestar violentamente, atacar instituciones, comercios y hasta hospitales y llenar de sangre las calles de la Isla?
La Alta Comisionada no se enteró que los antisociales destruyeron y saquearon una veintena de tiendas, volcaron
autos, lanzaron piedras, bombas incendiarias e hirieron a varias decenas de personas.
Ella no fue informada que con cordura y sin represión, a pesar de las acciones vandálicas, las alteraciones del orden fueron rápidamente controladas y en ningún momento se evidenció violencia por parte de las autoridades.
Pese a ser una alta funcionaria de Naciones Unidas, no sabe que desde hace 60 años Estados Unidos mantiene un cerco económico, comercial y financiero contra Cuba, incrementado en los últimos meses con otras 243 sanciones, y que a esto se suma los grandes gastos para el país debido a la pandemia de coronavirus.
Es cierto que las personas pueden tener insatisfacciones pero a la hora de la verdad saben que los dirigentes de la
nación trabajan por resolver los problemas y aminorar las dificultades del pueblo.
La Bachelet tomó posesión del cargo el primero de septiembre de 2018, suspicazmente apoyada por el
ultraconservador presidente estadounidense Donald Trump, personaje que impulsó el racismo en su país, reprimió
numerosas manifestaciones durante su mandato y hasta decretó un sangriento ataque contra el Congreso tras perder
las elecciones. Nada de esto fue condenado por la Alta Comisionada. ¿Sospechoso silencio?
Al parecer su memoria le comienza a fallar pues no recuerda que tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, en Chile, ejecutado por el dictador Augusto Pinochet con la anuencia y orientación de Estados Unidos, su padre Alberto Bachelet , general de brigada de la Fuerza Aérea y miembro del gobierno de la Unidad Popular liderado por Salvador Allende , fue detenido por la dictadura militar , torturado y asesinado en prisión.
Michelle, junto a su madre, Ángela Jeria , pasaron a la clandestinidad. En 1975 ambas fueron detenidas y torturadas
en Villa Grimaldi por los organismos represivos de la dictadura, antes de partir al exilio político . Esa historia
de lucha se le ha ido desvaneciendo en los últimos años.
La doctora Bachelet ostentó en dos períodos no consecutivos la presidencia de Chile pero nunca hizo el más mínimo esfuerzo por cambiar la Constitución de 1980 establecida por el dictador Pinochet.
Deleznable papel el que le han dado a la señora Bachelet al tener que condenar sin pruebas a naciones dignas e
independientes que no siguen los dictados de Washington y por el otro lado, ignorar las ignominias que se realizan en otros países aliados de Estados Unidos.
Mientras tanto, el pueblo cubano junto a su dirección, pese a las falsas noticias, las agresiones, bloqueos y amenazas
provenientes del Norte, continuará siendo ejemplo y faro de libertad, independencia y soberanía para la mayoría de pueblos del mundo.


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