Paco Campos •  Opinión •  19/03/2019

Configuraciones que desorientan

Qué poco necesitamos para predicar que tenemos imágenes, que poseemos formas que podemos representar cuando queramos, y que esas representaciones además tienen colores y situación a voluntad propia… como si tuviéramos una maquinaria reproductora, incluso del mundo tridimensional; y qué perplejos quedamos cuando nos dicen que para decir que tenemos imágenes se requiere, al menos, un espacio. Lo demás son configuraciones peligrosas que desorientan.

Ni siquiera son configuraciones, porque ¿qué es una configuración, una representación del tipo que estamos hablando? Suele decirse que es un resultado de la mente humana. Y, claro, cuando el argumento aspira a una última palabra como esa, es entonces cuando terminamos de cagarla: hemos de arbitrar un lenguaje para justificar esa socorrida salida de la mente, la de suponer –afirmar sería demasiado pretencioso- que tenemos una facultad con el don de proyectar la realidad.

La desorientación se consolida cuando a esa facultad atribuimos cantidad de poderes y capacidades a gogo, tal y como acostumbran los psicólogos, sin reparar en algo tan simple y sencillo como la recurrencia a la persuasión para conseguir lo que uno quiere. Algo así, y es demasiado, sería eso que llamamos mente.


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