Xulio Ríos •  Opinión •  19/07/2019

EE.UU. y el sorpasso chino

Agobiado ante la evidencia de los múltiples indicadores que ponen de relieve ese horizonte del sorpasso, todo son excusas por parte de EEUU. El antaño campeón del libre comercio se nos volvió proteccionista.

Las tensiones comerciales entre China y EEUU subieron un nuevo escalón tras el anuncio de nuevas medidas por parte de la Casa Blanca que intentan cortar de cuajo el desarrollo tecnológico del país oriental. ¿Pero está Washington a tiempo y en condiciones de evitar el sorpasso chino?En términos de paridad de poder de compra, la economía china superó a la de EEUU en 2014; actualmente, representa el 18 por ciento del PIB global; según las previsiones, en torno a 2025 podrá equipararse a la de EEUU en términos nominales y en 2050 representará el doble de su valor. Precisamente, en 2014, Huawei creó HiSilicon en secreto, entre otros para reducir su dependencia tecnológica menguando el nivel de su vulnerabilidad ante contingencias como las actuales. No sabemos cuántos más secretos hay por ahí guardados ni cuanto pueden ayudar a amortiguar los golpes de la Administración Trump o cuanto las estratagemas de EEUU pueden retrasar sus planes de liderar el 5G en todo el mundo.

En el campo tecnológico, la inversión de la China en I+ D el pasado año representó el 2,8 por ciento de su PIB y está a un paso de superar a EEUU. Con más de 4 millones de ingenieros operando en el sector, se estima que en 2019 se situará a la cabeza en el registro mundial de patentes, destronando décadas de reinado estadounidense. La competitividad de China en materia de inteligencia artificial, manufactura inteligente, robótica, vehículos eléctricos, etc., aun avanzando a ritmos desiguales, parece imparable. En muchos ámbitos lleva años de adelanto con respeto al Occidente desarrollado. La que era fábrica del mundo hasta hace poco tiempo representa hoy la gran plataforma de innovación global. Y puede serlo ya al margen de EEUU en muchos aspectos. Y quieren hacerlo así, descartando bajar la oreja como hizo Japón en los años noventa.

Agobiado ante la evidencia de los múltiples indicadores que ponen de relieve ese horizonte del sorpasso, todo son excusas por parte de EEUU. El antaño campeón del libre comercio se nos volvió proteccionista. Ya se sabe, si unos principios no le convienen venga otros para el sitio. Diversas fuentes en varios países europeos descalificaron incluso las acusaciones relativas al espionaje. Nadie demostró nada. Lo que sí sabemos es lo que contó E. Snowden: Washington espía a todo el mundo, amigos incluidos. Argumentar ahora razones de seguridad nacional evidencia la desesperación de la Casa Blanca.

En la guerra comercial todos van a perder. China estima que puede costarle alrededor de 1 punto o 1,5 en la previsión de su PIB. Pero para EEUU y el resto del mundo también tendrá costes importantes. Ambos países representan cerca del 40 por ciento de la economía mundial. Un divorcio saldrá caro. Las medidas de respuesta de Beijing también irán subiendo escalones y las interdependencias mutuas brindan múltiples alternativas. EEUU debía tener claro que China no hará concesiones en asuntos de principio, especialmente si están relacionados con su soberanía.

China es hoy el primero socio comercial de 120 economías del mundo; EEUU tiene déficit comercial con 102. Las diatribas a propósito de los desequilibrios con sus socios evidencian sus carencias estructurales.

Sin disimulo alguno, lo que EEUU quiere es doblegar a toda costa el poder económico y contener el incremento de la influencia internacional de la China. El complejo militar-industrial lo tiene claro. Lo evidenció con toda clareza el vicepresidente M. Pence en el Instituto Hudson el pasado octubre: “en Oriente está nuestro grande rival estratégico”.

Por eso esto va de comercio y de tecnología, pero no solo. Vamos a asistir en los próximos años a una intensificación de la competencia entre los dos países que afectará a todos los dominios, también en el campo de la defensa. Lo estamos viendo. Lo que pretende EEUU es preservar su hegemonía ejerciendo la máxima presión para mudar el modelo económico-estructural de China y consiguientemente también el político, pasando a situar el gigante chino en sus redes de dependencia.

Las vulnerabilidades de China no son pocas, ya fuere en lo económico, social o político, pero tiene a su favor una conciencia histórico-nacional compartida que hoy invita a no bajar la cerviz apoyándose en la escala de sus dimensiones y en la fortaleza de su economía. La gestión de las reacciones tanto puede llevarla de vuelta a ocupar una posición central en el sistema global como también a derrapar estrepitosamente arruinando los esfuerzos de las últimas décadas. Acertar es cosa crucial. A las puertas de  cumplir los 70 años de la República Popular, Beijing percibe una oportunidad estratégica para culminar su “socialismo tres delicias” (un país fuerte, estable y respetado). Xi Jinping alertó sobre tiempos difíciles que están por venir, instando a prepararse para las complicaciones… “Si uno recorre 90 pasos de un camino de 100, le falta la mitad del camino”, dice un refrán chino…

Fuente: el viejo topo


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