El estado español repatria a integristas islámicos desde Siria
Observo asombrado y estupefacto en El País (uno a veces debe leer hasta la prensa del régimen) que el Estado Español está repatriando a las familias de los yihadistas españoles que fueron a Siria a integrarse en el autodenominado Estado Islámico. La policía está pagando, tanto a las mafias de guías que conducen hasta la frontera de Turquía a aquellos que quieren abandonar las filas del Daesh, como los billetes de avión desde el país otomano hasta España. Responsables policiales aducen “razones de humanidad” para justificar su proceder, aunque resulta sospechosa tanta diligencia para acoger a quienes, al fin y al cabo, son miembros de organizaciones terroristas que marcharon voluntariamente al Califato y que pretenden huir de un país al que han colaborado en destruir, donde ha muerto alrededor de medio millón de personas, sin rendir cuentas a la justicia.
Normalmente, este tipo de operaciones se mantienen alejadas de los focos y las rotativas, por eso sorprende la publicación de la noticia y su ubicación destacada en el diario en la portada de la versión digital. No debe ser una sorpresa para nadie que nuestro país ha estado prestando soporte a la guerra contra Siria de múltiples maneras y que ha formado parte del grupo de estados sátrapas que ha apoyado la guerra de cuarta generación ejecutada por la acción de grupos terroristas, respaldados desde el aire por la coalición liderada por Estados Unidos.
Pero eso no es todo, además de la colaboración militar y económica, el apoyo al discurso oficial de los países agresores ha sido unánime. Se les ha comprado su discurso, se ha apoyado sin fisuras todo el argumentario bélico y los medios patrios han replicado hasta la saciedad toda la propaganda mediática al servicio de la guerra.
Hoy, noticias como esta permiten, tras un somero análisis en la dirección pertinente, contradecir muchas de las afirmaciones que han esgrimido muchos propagandistas, antes conocidos como periodistas, que han justificado la guerra desde 2011.
“Cuando los periódicos, radios y televisiones nos machacaban los oídos, día sí y día no, con los civiles supuestamente “asesinados por Assad”, se estaban refiriendo principalmente a terroristas.”
Sabíamos por el libro de estilo del Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, que ellos consideraban como civiles a todas las víctimas que no eran fuerzas regulares del ejército sirio o a los desertores de éste. Los terroristas, por tanto, al ser fuerzas paramilitares, son considerados civiles por el aparato mediático favorable a la guerra creado por la inteligencia militar británica. Cuando los periódicos, radios y televisiones nos machacaban los oídos, día sí y día no, con los civiles supuestamente “asesinados por Assad”, se estaban refiriendo principalmente a terroristas.
Pero también podemos hacer otra reflexión. En muchas evacuaciones de las ciudades que han ido siendo liberadas progresivamente por el Ejército Árabe Sirio, en el momento en que los ya famosos autobuses verdes llegaban a cada localidad para desplazar a los “rebeldes” vencidos a zonas como la provincia de Idleb, con ellos marchaban también sus familias. Realmente nunca se ha tratado de población autóctona desplazada, sino de familias de terroristas cuya determinación era repoblar el Califato con verdaderos creyentes a los ojos de estos yihadistas descerebrados. Otra venda que muchos y muchas han tenido puesta, que deberían haberse quitado hace mucho y que el artículo de El País corrobora de manera fehaciente.
“Lo triste es que los analistas cortesanos seguirán fijándose en el dedo que señala a EEUU y sus aliados como responsables últimos del desastre, lo que reconforta es que su credibilidad anda por los suelos.”
Ahora que el ideal del Estado Islámico en Siria e Irak, el Sunnistán norteamericano, se derrumba, las ratas abandonan el barco y nos permiten observar tranquilamente sus pestilentes madrigueras. En estos momentos ya vemos a las claras que los nidos de terroristas compartían sede en muchas ocasiones con los oscarizados héroes —de cartón piedra y AK47— conocidos como Cascos Blancos o que los logotipos de Al Qaeda se mezclan con los del Daesh en las mismas paredes. La sarta de mentiras mediáticas en las que se ha apoyado una cruel e inhumana guerra contra Siria que dura ya más de siete años, queda en absoluta evidencia. Lo triste es que los analistas cortesanos seguirán fijándose en el dedo que señala a EEUU y sus aliados como responsables últimos del desastre, lo que reconforta es que su credibilidad anda por los suelos.
Volvamos al inicio y la noticia de El País. El Departamento de Seguridad Nacional espera que retornen al estado español alrededor de 200 yihadistas desde Siria. A nivel mundial la cifra sube a la friolera de 50.000 combatientes con deseos de salir del país hacia sus lugares de origen, de los que 6.000 serían europeos. A pesar de ello, nuestro actual gobierno —aunque son operaciones iniciadas bajo la égida del PP— se dispone a repatriar a familias del Califato que no tienen cómo afrontar el viaje de vuelta. Conociendo la trayectoria de apoyo encubierto a los yihadistas,