Pedro Ignacio Altamirano •  Opinión •  19/10/2016

Catalunya no será independiente sin Andalucía

Hace pocas semana asistía al Día Nacional de Catalunya, con un pueblo volcado en las calles en busca de su derecho a decidir su futuro, y ahora solo faltan unas pocas semanas para que los nacionalistas andaluces celebremos nuestro Día Nacional de Andalucía.

De la cara de los centenares de miles de catalanes y catalanas, surgía la misma cara de ilusión que, un 4 de diciembre de 1977 desprendía los más de dos millones de andaluces que reclamaban ser tratados de igual modo que catalanes y vascos. Los andaluces, ese pueblo que parecía dormido, y lejos de cualquier tipo de reclamación indentitaria o nacionalista, demostró lo contrario, que por no permite ser menos pueblo, menos Nación que ningún otro pueblo o nacionalidad.

Tal demostración de fuerza en la calles andaluzas, regadas de la sangre de Manuel José García Caparrós por manos de los restos del fascismo franqista, asusto, y de que modo, a los actores principales de los redactores de la Constitución de 78, que contaban con aceptar el hecho diferencial de Catalunya, Euskadi y Galicia. Nunca imaginaron  la respuesta de los andaluces ante el intento de dejarlos marginados con respecto a dichos territorios. Andalucía había despertado, los andaluces gritamos que reclamaríamos siempre los mismos derechos. Ese 4 de diciembre Andalucía lo cambiaba todo, y de que modo. Una Andalucía en manos de los nacionalistas,suponía un verdadero problema por la fuerte influencia que podría ejercer en los órganos del poder del Estado y en las distintas cámaras. Por ello había que llevar el nacionalismo andaluz hasta su total exterminio.

El Partido Socialista Obrero Español de Felipe González y Alfonso Guerra, con la ayuda de un andalucismo tibio y cobarde, fueron los encargados, con verdadero tesón de matar el alma nacionalista de los andaluces, con tal éxito que el propio Partido Andalucista falleció victima del virus de la inoperancia y cobardía de sus dirigentes durante décadas, y siempre vendidos a cambio de algunas limosnas que les arrojaban desde el PSOE.

Si bien, a la vista de la actual nula representación andaluza en el Congreso de los Diputados, y la desaparición del Partido Andalucista, pudiera parecer, otra vez, que Andalucía no cuenta en el actual debate territorial, no puede darse por sentada la inexistencia de un fuerte sentimiento nacional andaluz, y de un resurgir de un nuevo nacionalismo andaluz, alejado de las tibias tesis del andalucismo, representado por un nuevo partido nacionalista andaluz Somos Andaluces con el claro objetivo de la plena soberanía para Andalucía.

La semilla del nacionalismo andaluz comienza a florecer en los campos, pueblos y ciudades de la Nación verde y blanca. Andalucía, que permanece atenta, que no quieta, a los cambios constitucionales y territoriales, no permitirá ningún intento de dejarla fuera de juego en una nueva realidad territorial asimétrica, pues el pueblo andaluz volverá a salir a la calle y exigir el mismo nivel de libertad e independencia tal como ya hicimos un 4 de diciembre.

Es por ello que Catalunya, en la que viven centenares de miles de andaluces, que han aportado en un pasado, y aportan en el presente a la construcción económica, social, y ahora política a la construcción del Estado Catalán, a la República de Catalunya, no debe de perder de vista el claro hecho de que, en los andaluces, en Andalucía, tiene, y de ese modo debe entenderlo, a su mejor aliada en el digno objetivo de su derecho a decidir como pueblo, y si de ese modo lo deciden, en conseguir su plena independencia.

Catalunya debe mirar hacia Andalucía y extender su mano. Si Catalunya así lo hace, estará reconociendo no solo que tiene autonomía propia de actos lejos de las políticas centralistas de Madrid, sino que además, reconoce y potencia la realidad plurinacional de la Península Ibérica a la que pertenecemos las Naciones que en ella convivimos. Reconocer tal realidad plurinacional es reconocer la propia realidad de la Nación Catalana. En caso contrario se les estaría dando la razón a aquellos que señalan con el dedo, de forma más que injusta, la inexistente egoísmo catalán con respecto al resto de nacionalidades.

No es el momento de caminar solos. Catalunya no puede hacer sola el sendero de la libertad. Catalunya debe saber que solo si se apoya en Andalucía, si ayuda a despertar las ansias de libertad del pueblo andaluz, tendrá en el sur a su mayor aliado en la libertad colectiva.

Catalunya debe reconocer a Andalucía como Nación, como República hermana y caminar juntas en la misma dirección. Catalunya debe saber que si el Estado español le acepta la independencia, quienes irán detrás no serán vascos o gallegos, quienes iremos detrás seremos los andaluces, porque Andalucía, como se cantan las saetas en nuestra Semana Santa “parece que vas muerta, pero no estas muertas, sino que estas dormida”. Hora es ya de despertar a la Nación más antigua de Europa.

Por todo ello, desde Andalucía pedimos a Catalunya que comience a volver su mirada hacia el sur con hechos claros y que reafirmen su independencia y autoridad. Para ello le pedimos que comience con el reconocimiento oficial del 4 de diciembre como día Nacional de Andalucía y abra una embajada catalana en Andalucía como máximo reconocimiento a nuestra identidad nacional.


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