La contra revolución sí será transmitida
Todos los territorios simbólicos que dejemos vacíos serán ocupados por las maquinarias de guerra ideológica burguesas. Sembrarán ahí sus ofensivas y sus “interpretaciones” de la realidad entre anuncios publicitarios y trompadas a la “lógica” hasta deformar integralmente la historia y terminar contándonos su insoportable moralina de la mercancía. Nada está a salvo. Cuando se practique la autopsia del Capitalismo escurrirán torrentes de odios putrefactos, incubados durante siglos contra el proletariado.
Todo el odio burgués (con tufo a Miami) acumulado contra Hugo Chávez, toma (ahora) forma de “tele-serie” para paliar la impotencia de quieres no pudieron derrotarlo ni asesinándolo. Ponen en escena buena parte de las perversiones incubadas en los cerebros de la farándula más reconocida por su mediocridad, su analfabetismo cultural, su lógica pigmea y su revanchismo bobo. En suma “más de lo mismo”. Creatividad de mercenarios.
Todo el esfuerzo que realizan tanto la productora, los anunciantes y las televisoras (acompañadas por prensa, Internet y redes sociales) es engendro de un pecado de tontería originaria que desconoce la Historia y se auto-condena a repetirla: cuanta más propaganda reaccionaria hagan contra Hugo Chávez más ayudarán a consolidar su figura como un líder, socialista y revolucionario, monumental en el siglo XXI. Abran sus apuestas.
Han gastado fortunas en inventar un “personaje” y una serie (mal logrados); se han tomado el trabajo de anunciarlo con toda anticipación; han hecho honores a su lógica publicitaria y han involucrado a sus jaurías de anunciantes para cerrar el cuadro de lo que será uno de los fracasos televisivos más estruendosos de la historia reciente, no sólo en materia de “audiencia” sino en lo contra-producente que les resultará el discurso, su propio discurso de odio. Desde hoy ya podemos avisar cómo se expresará su derrota: a) se auto-premiarán con todos los galardones que uno pueda imaginar, b) habrá entrevistas, lisonjas y besamanos de todos los tamaños y géneros c) habrá vítores y habrá leyendas. Muestra clara, todo ello, del fracaso aquí preanunciado.
Ellos necesitan supurar el odio que les quema las entrañas, necesitan exteriorizar los elíxires perversos de su ira de clase y andan como locos a la cacería de pretextos. Chávez les parece idóneo porque acarician la peregrina idea de que muerto el comandante muere el Socialismo y la Revolución. Se aferran a la estupidez de que la ausencia física de Chávez será convertida en debilidad popular que a ellos les facilitará el negocio turbio de entregar Venezuela en charola de plata televisiva. Incluso. Está claro que el odio los ciega.
Casi no vale la pena detenerse en repasar la suma de falsedades que la “tele-serie” “El Comandante” acumula como producto de ignorancia y de la venganza obcecada de sus autores y financistas. Casi no tiene sentido repetir que escribir con tinta de odio desnuda la intencionalidad perversa de un plan de propaganda disfrazado de tele-drama para embelesar a los propios y fabricarse orgasmos revanchistas. Casi es innecesario acudir a un recuento de inexactitudes, episodios falsos, diálogos forzados, ripios, tonterías y inoperancias de la dramaturgia y de la historiografía que saltan a la vista en todos los capítulos de esta serie fallida en todos sus renglones. Pero no se la debe banalizar ni se la debe suponer más paupérrima de lo que realmente es.
Este ejercicio de “calumnia” audiovisual o de usurpación simbólica ya ha sido ensayado por muchos especialistas en guerra psicológica de todos los continentes y todos los frentes oligarcas. Una veces y otras han errado en el intento por una suma de razones que hacen ya antología de barbaridades comunicacionales de coyuntura. Lo han intentado con películas, reportajes, documentales, fotografías y “revistas del corazón”. Lo intentaron con Internet, con Twitter, con Facebook y con cuanta cosa han tenido a mano y el fracaso se les hizo costumbre por ignorar tozudamente el lugar excepcional del líder Hugo Chávez en la lucha Revolucionaria y la lucha Socialista de los pueblos encarnada en sus líderes. Más allá de Venezuela y del continente americano.
Pero la peor metedura de pata producida por esta serie televisiva es que nos regala la oportunidad de revisar (y acaso corregir) auto-críticamente nuestras debilidades en el campo de la disputa simbólica y del uso de las herramientas de comunicación para salvaguardar los patrimonios revolucionarios que las luchas han forjado. No se trata de rasgarse las vestiduras, se trata de pasar a la ofensiva, de una vez por todas, en la Revolución de la Comunicación y en la Guerrilla Semiótica que debemos desplegar por todos los medios.
Venezuela cuenta con los expedientes audiovisuales más originales, extraordinarios y potentes que la Revolución ha producido en presencia y en ausencia de Hugo Chávez. Cuenta con documentos históricos avalados por expertos de todo tipo. Cuenta con escritores reconocidos en el mundo entero, por propios y por extraños, cuenta con músicos fenomenales, con actores y actrices de primer nivel. Cuenta con sonidistas, vestuaristas, editores, escenógrafos, maquillistas… historiadores, sociólogos, filósofos y semiólogos. ¿Qué falta para no esperar a que vengan a robarse otros el territorio simbólico que pertenece a la lucha revolucionaria? Quien no tenga estos ingredientes producirá basura como es ya costumbre de muchos medios oligarcas.
Por método y por disciplina de ciencia semiótica (estamos en plena Guerra Mediática) habrá que dar seguimiento a todo lo que inventen para darle oxigeno y artificios a “El Comandante” en las televisoras de las burguesías. Ya se escuchan voces anhelantes de exhibir en sus terruños, los episodios de la estulticia televisada. Ya hablan de “rating” y de “marketing” quieren “prime time” y quieren “branding”. Avanzan hacia el abismo de su desmemoria. Mientras tanto, en otro extremo de la realidad social, los pueblos salen a las calles animados por la búsqueda histórica de su victoria definitiva contra el capitalismo y en labios de no pocos se repite sin cesar la frase “¡Chávez Vive!”
Fernando Buen Abad es periodista mexicano. Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Doctor en Filosofía. Colaborador editorialista de diversos diarios y suplementos culturales.
Fuente: Red en Defensa de la Humanidad