Christian Zampini •  Propia •  Opinión •  20/05/2018

Eva García Sempere: “Tenemos que desmontar la falacia de intentar representar los derechos como obligaciones”

Eva García Sempere: “Tenemos que desmontar la falacia de intentar representar los derechos como obligaciones”

El pasado año, el grupo confederal Unidos Podemos presentó una proposición de Ley de Eutanasia que despenalizase y dotase de los mecanismos para que los pacientes que así lo decidiesen pudiesen acceder a una muerte digna a través del Sistema Sanitario. A pesar de su rechazo, la proposición de ley impulsada por la diputada Eva García Sempere, reintrodujo el tema de debate en el ámbito político español. Ahora, una propuesta desde el Parlamento Catalán ha logrado pasar el trámite, siendo la primera ocasión en que debatirá políticamente una demanda que lleva décadas asomando en el debate público.

 

Esta semana informábamos de que se ha aprobado debatir en el Congreso la despenalización de la eutanasia, por primera vez. Tras diecisiete intentos a lo largo de los años.

A la decimoséptima vez que se trae este debate al Congreso. La mayor parte de las veces por Izquierda Unida, incluida la del año pasado que fue un momento histórico porque no solo es que se propusiese el debate sino que se llevaba en forma de Proposición de Ley, nunca había habido una apuesta tan fuerte. Fue además la ocasión que contó con mayor respaldo parlamentario hasta la fecha. Lo que se va a debatir en esta ocasión es una propuesta llegada desde el Parlamento de Cataluña que, aunque nos parece insuficiente porque solo propone la despenalización en el Código Penal en su artículo 143.4, resulta emocionante, porque supone la antesala a darle todo el contenido con un marco jurídico adecuado. Definir qué es eutanasia, qué casos, etc. Abre sin lugar a dudas un debate y un periodo muy interesante.

Entonces, de momento lo único que se hace es despenalizar. ¿Eso tendrá que dotarse luego de un desarrollo concreto.

Exacto, la propuesta concreta que viene desde el Parlamento de Cataluña es “despenalización de la eutanasia y el suicidio asistido en el Código Penal”. Pero claro, luego requiere definir qué suponen legalmente esos términos y cómo se van a dar las garantías suficientes tanto para los pacientes que la requieran como para los profesionales del ámbito sanitario.

Según las encuestas el apoyo al derecho a la eutanasia, al derecho a una muerte digna es muy grande en la sociedad. El pasado año una encuesta de Metroscopia arrojaba que en torno a un 84% de la sociedad apoyaba su establecimiento. Con este panorama, ¿Cómo ha podido tardar tanto en debatir?

Es una cuestión que ha salido mucho en el debate y yo personalmente creo que ese es el elemento de fondo. Los partidos políticos van muy por detrás de lo que la sociedad les está demandando, como en casi todos los temas en general, en realidad. Porque ciertamente, no solo es que exista un apoyo masivo, a nivel estatal, sino que a nivel europeo hay varios países que tienen legislaciones de eutanasia. Incluso hay muchos países que se están planteado debates de escenarios que van mucho más allá. Ya no solamente la concesión del derecho a la eutanasia no solo a personas que lo soliciten por incapacidades y circunstancias físicas que le impidan tener una vida digna, sino que se están planteando debates en torno a la apertura de la eutanasia en casos de lo que se podría denominar “cansancio vital”.

El caso holandés por ejemplo…

Sí, en Holanda, por ejemplo, están en pleno debate sobre esos límites de la eutanasia con casos muy sonados. Aquí, la propuesta que desde el grupo confederal llevamos el año pasado a pleno era muy conservadora y lo asumíamos. No abordaba debates que ya se están dando en otros países con legislaciones más avanzadas. Pero entendíamos que aquí sin tener siquiera una ley de eutanasia no había que abrirlos. El gran debate que asumimos tendrá que darse es en aquellos casos que no vaya a haber una viabilidad vital, lo que serían casos terminales, sino aquellos casos en los que el sufrimiento prolongado sea tan grande que haga inviable que la persona quiera seguir viviendo en esas condiciones.

Eludir el debate no admitiendo su tramitación en el Congreso es relativamente fácil, pero ahora que se verá la puesta en abierto, los grupos y fuerzas políticas tendrán que argumentar abiertamente. ¿Cuáles son los principales argumentos que emplean los otros grupos políticos para oponerse?

Existe un argumento que no suele utilizarse en el debate público de las fuerzas políticas en la actualidad, pero que subyace en todos ellos. Se trata de un fondo religioso. “Quién nos da la vida es quién nos la tiene que quitar y no podemos jugar a ser Dios”. Ese argumento que en realidad se percibe, no suele ser explícito. Al margen de esto, se utilizan dos tipos de argumentos, que nosotros entendemos fáciles de desmontar, pero son los que han estado sobre la mesa durante los últimos años. Uno es que no se debe empezar la casa por el tejado y que lo importante es establecer mecanismos adecuados de cuidados paliativos, y después ya plantearemos si tienen el derecho a decidir morir o no. El segundo argumento es el denominado “de la pendiente resbaladiza”, mucho más retorcido, que consiste en sostener que si se abre la puerta al derecho a una muerte digna, terminaremos haciendo eugenesia, matando a gente en contra de su voluntad por lo que sea. Es un escenario absurdo, en los países en los que está legislado hay muchísimo control. En todo momento se está hablando de que es un derecho, está dirigido a que haya una voluntad personal. Además, las estadísticas en estos países que lo contemplan, que lo han legislado, hablan por sí solas. Tan solo en torno a un 3% de las personas que se contemplan en la ley lo solicitan y solo un 1,5% deciden finalmente llevarlo a cabo. A la gente en realidad por lo general le causa mucha más tranquilidad saber que tienen la opción, que tienen el derecho.

Es decir que al establecer el derecho a la eutanasia, luego terceras personas decidirían. No encuentra mucho encaje.

Claro, muchas veces utilizan el argumento de que en realidad lo que se quiere es no invertir y no gastar en los cuidados paliativos y por eso se quiere matar a esa gente, que sale mucho más barato. Es un argumento que solo puede entrar en la cabeza de alguien profundamente neoliberal, es distópico. Cualquier persona que tenga una voluntad por buscar el bien común y la protección social jamás se plantearía un argumento como ese. Sobre todo lo llevan a casos muy extremos, que quizá una persona en un momento determinado solicitó acceder a la eutanasia, pero luego entró en coma y se arrepintió, y quizá podría seguir viviendo, bueno. Entramos dentro casi de la “medicina ficción”. En general si alguien ha dejado por escrito un testimonio legal de que quiere atenerse a eso, no somos nadie para decir, no llevemos a cabo lo que voluntariamente esta persona demanda.

Comentabas que el elemento religioso está ahí, pero, no puedo evitar darles vueltas a una cuestión y es que hoy por hoy todo es prácticamente pensamiento positivo, elementos alegres y éxito… Se trata muy poco en el día a día el tema de la muerte. ¿Existe hoy un tabú en torno a la muerte?

Sí, es curioso. Antropológicamente debemos ser la sociedad que más ha vivido de espaldas a la muerte. De hecho no hace tanto tiempo, moría un familiar y toda la familia, niños pequeños incluidos, participaba de ritos sociales de despedida, de velatorio. Eso cada vez se da menos. Cada vez se intenta ocultar, yo creo que de manera incorrecta, proteger a los niños de la percepción de la muerte, esconder también a los adultos en la medida de lo posible ese elemento. Eso hace que no se asuma con normalidad la muerte, y si no se asume con normalidad la muerte difícilmente podemos encarar un debate serio entorno a la voluntad expresa de una persona. Creo sinceramente que es un error esa perspectiva, porque estamos en mejor disposición que ninguna otra época de afrontarlo, con menos prejuicios. Sin embargo, no son esos prejuicios sino el rechazo a tratar cualquier tema relacionado con ello, ni en un sentido ni en otro, como un tabú, se lleva casi con vergüenza.

Volviendo a lo más mundano del propio debate político, ¿cómo valoras la actitud del PSOE?

En primer lugar darles la bienvenida por su posición ante un debate con un consenso social tan grande. Sin embargo no puedo dejar de ver que la actitud ha sido muy miserable. Me gusta definirla como miserable. No votar una proposición de ley como la que trajimos nosotros, que podían haber enmendado si era lo que deseaban, simplemente se trataba de admitirla a trámite, simplemente porque no era la suya. Decirnos además que técnicamente no era viable, que tenía lagunas, y luego presentar ellos una absolutamente similar cuando ya ha llegado la propuesta de despenalización desde el Parlamento de Cataluña, simplemente para apuntarse el tanto. Estaba prácticamente plagiada precisamente en aquellos puntos en los cuales nos adujeron que era técnicamente inviable. Parece ser que un año después, milagrosamente sí se ha alcanzado esa solvencia técnica y que sí que la sociedad está muchísimo más preparada.

Todo este desarrollo legal y técnico, ¿Cómo se va a realizar? ¿Qué trabajo queda por delante y cuanto habrá que esperar hasta ver materializada una ley?

Ahora se abre el periodo de enmiendas a la totalidad de la propuesta. Una vez pasado ese trámite se integrarán las enmiendas parciales. ¿El miedo que tenemos? Porque ya lo ha hecho en otros casos el Partido Popular desde la mesa, es que prolonguen los periodos de presentación de enmiendas eternamente. Pasados estos trámites será cuando empiece el trabajo en una comisión específica que solamente trate esta ley. Esta comisión tendrá que estudiar con muchísima profundidad la materia, tendrá que escuchar a expertos, hasta conseguir un cuerpo legal coherente, que es lo que se lleva de nuevo al pleno del Congreso. Así que nos queda un trabajo considerable por delante.

Es una auténtica lástima que se haya abierto el debate en el Congreso de los Diputados justo después del fallecimiento del doctor Luis Montes, el inicio de un debate para legislar un derecho por el que tanto luchó como es el de una muerte digna.

Sí, lo cierto es que es una pena, además por tan poquito tiempo. Los que lo conocimos desde hace muchos años y de muchas luchas sociales, lo hemos tenido muy presente durante a votación en el Congreso. Pocas personas han luchado tanto y se han dejado tanto en el camino como él para conseguir que en este país haya una ley de eutanasia. Así que aunque haya llegado tarde y el no la haya podido ver, la ley de eutanasia que se establezca será un poco su ley.

¿Alguna reflexión que consideres oportuna?

Bueno, una reflexión que me parece que es importante hacerla. Sucede prácticamente en todos los debates en los que se abordan derechos fundamentales y es que tenemos que desmontar la falacia de intentar representar los derechos como obligaciones. Son argumentos que le encantan a la derecha históricamente y que ahora arrojan mucho el Partido Popular y Ciudadanos (que no puedo evitar pensar que son unos liberales de lo más extraños, no le gustan nada los derechos individuales). En este caso se está volviendo a dar con lo que te exponía de los argumentos de “pendiente resbaladiza”. Pasó también con el divorcio, ha pasado con los debates en torno al aborto y se está volviendo a dar en este caso. La confusión que se hace voluntariamente entre derechos y obligaciones, el que un país profundice en los derechos individuales en ningún momento supone la imposición de una obligaciones, en ese caso no estaríamos hablando de derechos. Es muy importante empezar a demonstrar eso.


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