Arthur González •  Opinión •  20/07/2017

¿Qué ha logrado la “disidencia” en Cuba?

Cuando se analiza fríamente qué ha logrado en 58 años la contrarrevolución interna cubana, bautizada como “disidencia”, no cabe otra respuesta: absolutamente nada.

Creada por la CIA, según sus documentos, la llamada “disidencia” solo ha logrado embolsillarse mucho dinero, visas para emigrar como “refugiados políticos” y desde enero del 2014 viajar por Europa, América Latina y Norteamérica con el dinero que pagan los contribuyentes de Estados Unidos, pero de derrocar el socialismo cubano o movilizar fuerzas populares para enfrentarse a la Revolución, ni asomo.

Si algún historiador estudiara los cientos de organizaciones construidas por los yanquis, pudiera darse cuenta que todas han estado penetradas por la efectiva Seguridad cubana, algo que cada cierto tiempo se comprueba con las denuncias realizadas a través de la TV cubana, ridiculizando a los poderosos Estados Unidos que se dejan engañar por los revolucionarios cubanos.

Durante los años 60 fueron cientos las organizaciones creadas por la CIA para ejecutar actos terroristas, especialmente contra la economía, más los cientos de planes para asesinar a Fidel Castro, todos sin éxitos.

En los 70, con la apertura de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, la CIA tuvo la oportunidad de reinstalar su Estación Local, dedicándose al abastecimiento material de dos docenas de sus agentes reclutados en el exterior y dirigidos a la obtención de información para reforzar la guerra económica contra Cuba, en su afán por ver depuesto el socialismo.

Al arribar a los 80 y con la puesta en vigor del Proyecto Democracia, aprobado por Ronald Reagan en 1981 para acabar con el socialismo en Europa, fabricaron contra Cuba la mal llamada Fundación Nacional Cubano Americana, situando al frente a un viejo agente CIA con la esperanza de disfrutar el derrumbe de la Revolución, pero tampoco alcanzaron sus deseos.

Por el contrario, Cuba puso en ridículo a la CIA al denunciar en 1987 la ineficiencia de sus jefes y oficiales que se dejaron engañar por la Seguridad del Estado, presentando a 27 agente cubanos que se burlaban del detector de mentiras y entregaban a las autoridades de la isla, sofisticadas plantas de transmisión satelital, cientos de miles de pesos y otros medios facilitados para su labor de espionaje, contaminando con informaciones falsas las bases de datos de la poderosa Agencia Central de Inteligencia.

Esa década y la de los 90, fueron proliferas en el fomento de organizaciones y partidos contrarrevolucionarios, financiados y entrenados en los locales de la misión diplomática yanqui, con la ilusión de ver caer el socialismo cubano, a la vez que iniciaban las campañas sobre supuestas violaciones de los derechos humanos.

Grupúsculos como la Asociación de Periodistas Independientes, Pro Arte Libre, Partido Pro derechos Humanos de Cuba, Partido Unidad Nacional Democrática, Plantados hasta la Libertad y Democracia, Sendero Verde, Movimiento Cristiano de Liberación, Coordinadora de Derechos Humanos, Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, Coordinadora Obrera Cubana, Corriente Socialista Democrática Cubana, Criterio Alternativo, Foro Feminista Aliadas Democráticas, Corriente Cívica Cubana, Movimiento de Madres Cubanas por la Solidaridad, Movimiento Armonía, Tercera Opción y una decena más, obtuvieron financiamientos millonarios sin resultados.

En el 2003 Cuba descorría la cortina y daba a conocer otra docena de sus agentes que penetraban esos grupúsculos, repitiendo el escándalo de 1987 al informarle al pueblo y al mundo las mentiras y planes de Estados Unidos contra la Revolución.

Sin sacar experiencias de tantos fracasos, Estados Unidos volvía por el mismo camino de derrotas sin variaciones. Es así como intentaron construir una nueva contrarrevolución más joven y sin vínculos con los añejos “disidentes”, muchos de ellos vinculados a la Seguridad cubana.

Entre la nueva promoción de “disidentes” que necesitaban para el nuevo siglo XXI, aparece la figura de Yoani Sánchez Cordero, reclutada en España por el agente CIA y terrorista, Carlos Alberto Montaner, cuando se encontraba como emigrada en ese país.

De inmediato la envían a Cuba, donde rompe sus documentos y solicita su repatriación. Dos años más tarde, en 2007, ve la luz el blog “Generación Y” con un amplio ancho de banda, colmándola de premios internacionales para hacerla una figura pública, además le diseñaron el periódico digital “14yMedio”, con el espejismo de arrastrar a los jóvenes cubanos a conformar una oposición política.

De nada sirvieron sus viajes, conferencias en el exterior, contactos en diferentes embajadas europeas en La Habana, pues la proyectada “revolución underground” que soñaban con el uso de las memorias flash, no se ve por ninguna parte.

Similares diseños le fabricaron a Antonio Enrique González-Rodiles, con el proyecto “Estado de Sats”. Lo trajeron del exterior donde residía de forma permanente, con la esperanza de agrupar intelectuales y académicos, y sin resultados terminó apoyando a las Damas de Blanco en sus caminatas dominicales y cacareando en Miami.

Sin un análisis serio ante tantos fracasos, soñaron con formar una oposición violenta en la zona oriental, apostando a José Daniel Ferrer, después de liberado por sus actividades contrarrevolucionarias. Mensualmente le envían cientos de miles de dólares para la sostener la fabricada Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), pero tampoco sirvió para nada. Viajes a Miami y adquisición de bienes personales, cambiaron su nivel de vida e intereses personales.

La aplicación de la estrategia política puesta en práctica por el presidente Barack Obama en 2014, para prosperar una transición pacífica desde adentro, ha tenido un final similar.

Los cubanos aprovechan las oportunidades de obtener ganancias, prosperar en sus pequeños negocios, le explican a los estadounidenses las verdades del país y los daños causados por la guerra económica, quienes regresan a Norteamérica con otra idea de Cuba, impactados favorablemente por la seguridad y tranquilidad ciudadana, sin visualizar la tan fanfarroneada represión de la que dicen padecer esos que saben vivir del cuento y de los millones de dólares aprobados por la Casa Blanca.

La historia no se equivoca y como dijo José Martí:

“No debe perderse el tiempo en intentar lo que hay fundamentos sobrados para creer que no ha de lograrse”.

*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.


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