El retorno de la derecha globalista en EEUU
El agonizante mandato de Donald Trump se propone dejar a su sucesor, en el escenario internacional, un conjunto de problemas cuya solución o desenredo no serán sencillos.
La agudización de la tensión con Irán, el cierre de filas con Arabia Saudí en el conflicto en Yemen y la reciente definición de Cuba como un país «patrocinador del terrorismo», se suman a la decisión de «terminar con las restricciones para el contacto oficial con Taiwán», algo que irrita profundamente a China, como forma de «complicar el mandato de Joe Biden«.
Sin embargo, el nuevo inquilino de la Casa Blanca está dando varios pasos que permiten intuir que los viejos tiempos de las «revoluciones de color» para promover cambios de régimen, están a punto de regresar.
Una buena muestra de esto es el anuncio de que Biden nombraría a Victoria Nuland como subsecretaria de Asuntos Políticos, el tercer cargo en jerarquía del Departamento de Estado. Según The New York Times se trata de «una clara señal de que tiene la intención de adoptar una postura dura contra el presidente Vladimir Putin», ya que Biden planea «confrontar firmemente» con Rusia.Veinticinco organizaciones sociales de Estados Unidos difundieron una carta en contra del nombramiento de Nuland, advirtiendo que debería ser rechazada por el Senado. «Nuland jugó un papel clave en la facilitación de un golpe en Ucrania que creó una guerra civil que costó 10.000 vidas y desplazó a más de un millón de personas», dice la misiva.
A comienzos de 2014 Nuland y el Gobierno de Obama apoyaron el Euromaidán, una serie de manifestaciones violentas apoyadas por neonazis y francotiradores que dispararon contra la Policía para conseguir «el derrocamiento de un presidente elegido democráticamente que se había negado a unirse a la OTAN«, recuerdan las organizaciones.
La carta ha sido firmada por Veterans for Peace y diversas organizaciones y coaliciones pacifistas de Estados Unidos. Recuerdan que el año pasado Nuland declaró: «El desafío para los Estados Unidos en 2021 será liderar las democracias del mundo en la elaboración de un enfoque más eficaz hacia Rusia, uno que se base en sus fortalezas y ponga énfasis en Putin donde es vulnerable, incluyendo entre sus propios ciudadanos».
También defiende:
- mantener presupuestos de defensa sólidos,
- continuar modernizando los sistemas de armas nucleares de EEUU y sus aliados,
- desplegar nuevos misiles convencionales y defensas de misiles,
- establecer bases permanentes a lo largo de la frontera oriental de la OTAN y aumentar el ritmo y la visibilidad de los ejercicios conjuntos de entrenamiento.
En suma, algo similar a una declaración de guerra a Rusia.
Los pacifistas también recuerdan que EEUU comenzó a colocar misiles en Rumania y Polonia, expandir la OTAN a la frontera de Rusia, armar a Ucrania y a «realizar ejercicios de ensayo de guerra masivos en Europa del Este».
Sin embargo, uno de los aspectos más interesantes de la carta es que la demonización de Rusia se relaciona con la presión para obtener más presupuesto para las Fuerzas Armadas.
En un artículo de 2016, el analista de inteligencia y asuntos militares Mark Perry, sostuvo que algunos oficiales sobredimensionan el potencial militar ruso para presionar por mayor presupuesto. Para ellos lo mejor es «pintar a los rusos como capaces de aterrizar en nuestra retaguardia y en ambos flancos al mismo tiempo», lo que el especialista considera una tontería.
Según Perry, graduado de la Academia Militar de Northwestern, autor de nueve libros sobre asuntos militares y comentarista habitual en CNN y Al-Jazeera, existe «una disputa cada vez más profunda en la comunidad militar sobre cómo responder a la reducción de las cifras presupuestarias. Lo que está en juego es el futuro estratégico: ¿modernizar su arsenal de armas o aplazar la modernización en favor de un mayor número de soldados?»
Basta con mirar las cifras, sostiene Perry, para concluir que la tan manida «amenaza rusa» es ridícula. «EEUU gasta siete veces la cantidad de dinero en defensa que Rusia (598.000 millones de dólares frente a 84.000 millones), poco menos de seis veces más helicópteros (aproximadamente 6.000 frente a 1.200), tres veces el número de cazas (2.300 frente a 751) y cuatro veces el número total de aviones».Estos análisis dejan sin embargo algunos puntos en la penumbra, como las razones por las cuales las elites eligen a Rusia y no a China como enemigo principal.
El primero es que la tensión de cara a los presupuestos militares refleja tanto las enormes dificultades de la economía estadounidense para apoyar el exagerado despliegue del Pentágono en el planeta, por la creciente debilidad de su economía. «En los escalones superiores del Ejército, hay signos de grietas», asegura Perry.
La presión por la modernización que ausculta Perry puede haberlas creado. Sin embargo, ¿podrían las Fuerzas Armadas de un país seriamente agrietado no presentar ellas mismas fisuras en su interior?
El segundo punto se relaciona con la experiencia histórica. En su momento, EEUU utilizó a China contra la Unión Soviética y su heredera, Rusia, explotando las diferencias entre las dos naciones, porque no hubiera podido vencer a las dos juntas, como lo mostró el ejemplo de la guerra de Vietnam. Sin embargo, la alianza sino-rusa parece sólida por el momento y nada apunta a una eventual ruptura.
Lo que debemos comprender son las razones por las cuales los estrategas detrás del Gobierno de Biden eligen confrontar con Rusia y no con China, como hizo Trump.La respuesta pasa por dos ejes: Rusia siempre fue un enemigo estratégico para las elites estadounidenses. Mucho más allá de su período socialista, es una nación poderosa que nunca mostró signos de someterse a Occidente.
Pero hay otra razón a la vez pragmática y geopolítica: el ascenso de China pasa por el despliegue de la Ruta de la Seda, algunos de cuyos trazados más importantes pasan por tierras rusas o por naciones aledañas. Aislar a Rusia, desatar conflictos en su periferia (como sucedió con Ucrania y puede suceder con Polonia), es un tiro indirecto con la estrategia china de soldar su alianza comercial, tecnológica y económica con la Unión Europea.
Fuente: Sputnik