Paco Campos •  Opinión •  21/10/2017

Nada hay preconcebido

Si lo hubiera qué papel nos habría reservado la naturaleza; nos bastaría con adecuar nuestras disposiciones a un manojo de ideas y creer que lo que hacemos lo hacemos porque no puede hacerse de otra manera. También pasa con las tesis políticas que defienden nociones tales como democracia, legalidad, principios universales y demás formas canónicas que se manejan simplemente para ajustarlas a una preconcepción ideológica, de tal manera que sólo esa, nuestra, versión es posible para ser exitosa. Esta forma de idealismo ha llevado a mucha gente al fracaso, cuando no al caos.

Por el contrario, si solamente fuera concebible aquello que puede darse en el marco de nuestras creencias y deseos, o mejor, si sólo lo admitiéramos como concebible, entonces tendríamos que confrontar nuestro lenguaje dentro de un contexto, o marco de posibilidades, prescindiendo de la fe ciega, idealismos y misiones a llevar a cabo, es decir, tendríamos que abordar la realidad como algo compartido y, una vez llegado a este punto, asumir nuestro mundo como es realmente, esto es, un mundo etnocéntrico en el que el sujeto busca la verdad en los demás, dejando de ser un poseído por ella. El mundo conversacional.

Qué gusto le daría a Mariano si dejara de creerse el elegido, el timonel de la nave (figura caudillista al uso), y probara las fuentes de la democracia, solamente por el placer de creer en un sistema creado por el hombre, en vez en lo preconcebido.


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