El otoño también se calienta en Alemania
El gobierno de coalición socialdemócrata, verde y liberal (SPD-Bündnis 90-FDP), en mínimos de aceptación, mientras diversas alianzas se tejen de cara al otoño e invierno.
Este sábado tendrá lugar la primera manifestación convocada en seis ciudades de Alemania por Solidarischer Herbst («otoño solidario»), una alianza formada por los sindicatos Ver.di (sector servicios) y GEW (educación y ciencia), Attac, Der Paritätische, Campact!, Finanzwende e.V., BUND y Volkssolidarität. La alianza está apoyada también por otras organizaciones y movimientos importantes como Fridays for Future o NABU. Sin embargo, algunas centrales sindicales no participan de esta alianza, como es el caso del importante IG Metall (industria), más partidarios de mantener la negociación frente a la movilización.
El programa de mínimos que une a todas estas organizaciones es el de la protección social ante la crisis, dotando de ayudas a quienes más lo necesitan, ampliando el tícket transporte para toda Alemania de 9€/mes, garantizando los suministros y la vivienda a todas las personas y, finalmente, creando empleo e invirtiendo en medidas para la transformación ecológica de la energía, el transporte, la agricultura y la ganadería. A este programa, reformista dentro de unos límites socialdemócratas, se suman las reivindicaciones que los diferentes grupos, a título individual suman: desde la actualización salarial acorde a la inflación dentro de los convenios colectivos, como solicitan los sindicatos, a la expropiación y socialización de la vivienda y la energía, como reclaman algunas organizaciones que llaman a sumarse a la movilización.
Die LINKE. (La Izquierda) ha llamado a participar masivamente en estas movilizaciones, bajo el lema «las empresas energéticas bajo control público». El partido se encuentra en una situación interna complicada, con conflictos que tapan cualquier propuesta política salida desde la Karl-Liebknecht-Haus. Sin embargo, este posible auge de una movilización que se pretende mantener en el tiempo, puede revitalizar a una militancia cansada de las luchas internas y deseosa de que el partido pase a la ofensiva política.
Las manifestacioens llegan en un momento en el que la desaprobación del gobierno de socialdemócratas, verdes y liberales (SPD-Bündnis 90-FDP) asciende al 68%, según una encuesta del 7 de octubre de la cadena pública ARD. Los socialdemócratas del SPD y el canciller Scholz mantienen un precario equilibrio con sus socios de Bündnis 90 y el FDP, que les pasa factura por su ambigüedad en muchos temas; mientras, los Verdes de Bündnis 90 (adonde se ha ido a parar buena parte del voto de izquierdas, según un estudio de la Fundación Rosa Luxemburgo) se han lanzado a un militarismo desenfrenado (pidiendo abiertamente mandar tanques a Ucrania), a ampliar la exportación de armas a Arabia Saudí, a extender la energía nuclear e incluso a reforzar la quema de carbón para producir energía. Todo, según ellos, para salvar la democracia y las libertades en Europa.
También en Alemania nos encontramos en medio de las negociaciones de convenios colectivos tan importantes como el del sector público. Los sindicatos como Ver.di y GEW han solicitado un alza salarial del 10,5% y amenazan con llamar a la huelga, si el Gobierno federal haga oídos sordos. También se están revisando los contratos de energía de las familias (gas y electricidad) al alza, en ocasiones superando el 50% o incluso el 100%, a la par que se acabaron a finales de septiembre las reducciones de precio al transporte, mientras se disparaba la inflación. El miedo a pasar frío en invierno, a ser desahuciado o a no llegar a fin de mes se ha multiplicado tanto como los beneficios de las grandes empresas del DAX, a las que el gobierno federal no quiere gravar con más impuestos.
Este clima de descontento había beneficiado hasta ahora fundamentalmente a la extrema-derecha de AfD, que venía de estar movilizada durante la pandemia dentro del movimiento Querdenker («pensadores alternativos»), que ha alimentado teorías de la conspiración, xenofobia y extendido el odio. En una reciente charla a la que acudieron 400 personas, organizada por la alianza Genug ist genug(«basta es basta», lema copiado del Reino Unido «enough is enough«), se planteó que la movilización actual también sirviera para no regalarle a la extrema-derecha las calles. En este sentido, se ha criticado duramente la posición de IG Metall y su posición pactista con el Gobierno federal. Se trata de canalizar la protesta desde la solidaridad y la unión de la clase trabajadora, desde el antifascismo y la defensa de los derechos de las personas migrantes, de las mujeres y las personas LGBTI+, un espíritu que recuerda a la movilización Unteilbar («indivisibles»), que sacó a decenas de miles de personas a las calles.
*Jaime Martínez Porro.
Militante de IU Berlín. Co-portavoz de Die LINKE. Steglitz-Zehlendorf.