Guadi Calvo •  Opinión •  22/08/2023

Sudán: El eterno eco de Darfur

El autor analiza la situación en Sudán, la violencia extrema aplicada por ambos bandos en conflicto y la poca atención que recibe la guerra en esa nación africana luego del golpe de Estado en Níger.

Sudán: El eterno eco de Darfur

En Abuja, la capital de Nigeria, el jueves día 10 se volvió a reunir la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) para discutir la cuestión de Níger donde, al parecer, se pusieron paños fríos a las afiebradas voluntades de personajes como el presidente nigeriano Bola Tinubu, fervoroso partidario de la resolución militar de la crisis abierta tras el golpe de Estado del pasado 26 de julio contra el expresidente Mohamed Bazoum.

Aparentemente se buscará una solución diplomática con los militares nigerinos, que han seguido avanzando en la constitución de su Gobierno nombrando primer ministro al economista Ali Mahaman Lamine Zeine, lo que da a entender que los coroneles del Consejo para la Salvaguardia de la Patria (CNSP) ya han diseñado una hoja de ruta que no están dispuestos a modificar. (Ver: Níger: Esperando la guerra)

En el contexto general que vive África es urgente volver a prestar atención a la guerra civil de Sudán, iniciada el pasado 15 de abril entre las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS) a las órdenes del jefe del ejército, el general Abdel-Fattah Burhan, y el grupo paramilitar conocido como Fuerza de Apoyo Rápido (FAR) liderado por Mohamed Hamdan Dagalo, alias Hemetti.

El conflicto sudanés, que parece haber desaparecido de la atención periodística desde el golpe en Níger, no se ha detenido, sino todo lo contrario, y ya ha abrazado a todo el país generando miles de muertos y cerca de cinco millones de desplazados, tanto internos como quienes han buscado refugio más allá de las fronteras nacionales, esencialmente en Chad desde Darfur, otro de los grandes focos del conflicto donde campos como el de Adre ya han superado por mucho sus posibilidades de contención. En menor medida Egipto, Etiopía y Sudán del Sur también están recibiendo sudaneses que escapan del fuego de la guerra.

A medida que estos desplazados van llegando a sus destinos se conoce el padecimiento de muchos, que han debido cubrir a pie cientos de kilómetros, llevando apenas lo puesto, después de dejar todo atrás. En más de un caso, incluso, se vieron obligados a abandonar el cuerpo de algún familiar en un arcén del camino, urgidos por la necesidad de escapar de las patrullas que intentan darles caza.

En este contexto de guerra total, mientras se siguen abriendo frentes en diferentes lugares de Sudán, se han concentrado los mayores esfuerzos y recursos de ambos bandos en la batalla por Khartum, la capital del país sobre la que las FAS han mantenido el control desde el inicio de la guerra, a pesar de que las fuerzas de Hemetti han centrado como objetivo principal el de arrebatarle al enemigo el control. Mientras, se conoce que ya se han producido cientos de muertes por desnutrición y una incipiente epidemia de sarampión, principalmente en niños menores de cinco años. Casi en ninguna ciudad importante del país han quedado en pie centros de distribución de alimentos ni organismos que pudieran administrar de alguna manera el caos al que está siendo sometida la población, que cuenta con escasas horas al día de electricidad y el agua potable se ha convertido en una quimera.

La intensidad de los combates en Khartum desde el mismo comienzo de la guerra ya ha provocado miles de muertos, dar cualquier cifra sería absolutamente temerario, ya que, dado el desborde de las acciones, no existe ninguna organización con capacidad ni siquiera de estimar un número cercano. Si se sabe que las calles de la capital están regadas de cadáveres, en diferentes estados de descomposición, que permanecen a la intemperie donde quiera que hayan caído, ya que en muchos sectores es imposible recoger los cuerpos.

Mientras las morgues de los pocos hospitales que hoy siguen funcionando, se estima que  unos 10 de 80 que había al inicio de la guerra, están saturadas de cuerpos que nadie reconoce ni reclama.

A mediados del mes pasado un ataque de la aviación de las FAS sobre la ciudad gemela de Khartum, Omdurmán, al oeste de la capital, apenas separadas por el Nilo, provocó decenas de muertos y heridos.

El pasado lunes 7 se libró una intensa batalla por el control de uno de los puentes sobre el Nilo, utilizado por las FAR para abastecer a sus hombres de insumos y armas desde Omdurmán, tanto en Jartum como en el populoso distrito de Bahri, al norte de la capital.

Al calor del conflicto sudanés diferentes países de la región parecen estar ajustando las cuentas pendientes, entre ellos, por ejemplo, el príncipe heredero de Abu Dabi, Mohamed bin Zayed al-Nayhan, que preside los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y apoya a las Fuerzas de Apoyo Rápido, mientras que el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi, después de llegar a un punto de coincidencia con el presidente turco, Recip Tayyip Erdogan en la cuestión de los Hermanos Musulmanes (a los que el primero reprime y el segundo apoya- se han alineado junto a las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS)).

La ciudad muerta

Otro de los focos más caliente es la región de Darfur, al oeste del país, donde se reedita el genocidio que con intermitencia se extendió desde 2003 hasta 2020 y dejó al menos medio millón de muertos.

Desde abril en Darfur, la histórica base de operaciones de las Fuerzas de Apoyo Rápido, junto a milicias étnicamente árabes conocidas como Janjaweed (Jinetes armados) embrión de las actuales FAR, están ejecutando una nueva limpieza étnica contra el pueblo masalit en Darfur Occidental y los fur de Darfur Central, etnias negras nativas que están sufriendo exactamente lo mismo que afrontan desde 2003.

En torno a ciudades de El-Geneina, capital de Darfur Occidental, y otras poblaciones se han encontrado fosas comunes, producto de los asesinatos selectivos de francotiradores árabes distribuidos en los barrios masalit que sorprenden a quienes salen de sus casas en busca de víveres. Se refieren muchos episodios de familias que han visto morir a uno de los suyos frente a su mirada, sin poder asistirlo, sabiendo que apenas abandonan su refugió se convertirán en nuevas víctimas.

También se han conocido denuncias acerca de que las FAR utilizan artillería pesada para demoler edificios que se sabe que están ocupados por civiles que se han refugiado en ellos. Mientras, otras denuncias hablan de que efectivos de las FAR buscan casa por casa hombres masalit y los ejecutan de manera inmediata mientras muchas de sus mujeres son víctimas de violaciones masivas. Se estima que ya son más de 10 mil los muertos que el conflicto ha generado sólo en Darfur Occidental.

Pero los crímenes contra los civiles no han sido monopolio de las fuerzas de Hemetti, también se ha conocido que el ejército sudanés bombardea en procura de dar con efectivos de las FAR, lo que ha dejado también, una gran cantidad de muertos y heridos después de cada una de esas operaciones. A medida que se prolongan los combates en la región de Darfur se conoce la aparición de fosas comunes y enterramientos clandestinos.

Se estima que ya el ochenta por ciento de la población de El-Geneina ha abandonado la ciudad que hasta el quince de abril contaba con cerca de 500 mil residentes. Convertida en uno de los primeros grandes objetivos de las FAR, fue atacada con una fuerza de 16 mil milicianos que produjeron saqueos, incendios y un desconocido número de muertes. Al igual que Khartum y otras ciudades del país, carece de agua, alimentos, electricidad y asistencia médica que han devastado a las comunidades locales.

La toma de la región de Sriba, donde se asienta la tribu Eringa, otra de las tribus negras de Darfur, fue llevada a cabo por parte de los milicianos de las FAR y los Janjaweed,  que llegaron fuertemente pertrechados conduciendo camionetas que llevaban montadas armas pesadas. Ingresaron a la ciudad por tres flancos (sur, este y norte) impidiendo así que los pobladores pudieran escapar, provocando idénticos efectos de las acciones anteriores: matanzas, saqueos, violaciones y destrucción generalizada de propiedades y bienes. Particularmente arrasaron los sembradíos. Las pocas personas que alcanzaron a huir han quedado varadas por las fuertes lluvias que se dan a esta altura del año, sin ningún tipo de refugio.

Los más de 45 millones de sudaneses están siendo sometidos una pesadilla que parece no tener fin, con un cercano eco a genocidio.

*Fuente: https://rebelion.org/sudan-el-eterno-eco-de-darfur/


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