Juanlu González •  Opinión •  22/09/2022

Novorossia vuelve a casa

Días atrás, responsables de las provincias ucranianas de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Kherson anunciaron la celebración de referéndums de autodeterminación para incorporarse a la Federación Rusa. Hoy Vladimir Putin ha declarado la movilización parcial en el país y anuncia un reclutamiento especial de reservistas para colaborar en la guerra contra la OTAN en Ucrania. La prensa occidental es un hervidero. Parece que hay una carrera desatada para ver quién pronuncia las declaraciones más gruesas o profiere las amenazas más salvajes contra Rusia. 

Todos parecen muy sorprendidos con los pasos dados. Ignoran que era sobradamente conocido que Donetsk y Lugansk deseaban unirse a la Federación Rusa y llevan años hablando de un referéndum de autodeterminación en tal sentido. Pero no eran las únicas, tras el golpe de estado del Maidan y la llegada al poder político y militar de una legión de neonazis, otras regiones de Ucrania se declararon en rebeldía y desconocieron la impostura organizada por Estados Unidos y la OTAN. Por aquellas fechas también se declaró la República Popular de Odessa y ya sabemos cómo acabó aquella aventura, con la matanza de medio centenar de opositores indefensos quemados o tiroteados en el edificio de los sindicatos por las milicias nazis que impusieron un régimen de terror tras derrocar al presidente electo y hacer dimitir por la fuerza a muchos diputados. Algo parecido sucedió en toda la región de Novorossia, la región rusa que quedó dentro de las fronteras de Ucrania, incluso en algunas de ellas donde la mayoría de su población ya no es rusoparlante de manera mayoritaria. En esos oblasts solían ganar partidos considerados prorrusos, como el Partido de las Regiones de Yanukovich, que conquistó el poder central y fue derrocado por la fuerza de las armas de la OTAN en 2014 en Kiev.

En principio, estas provincias pretendían federarse con Ucrania y ejercitar una autonomía que le permitiera disfrutar de su lengua, su cultura, sus tradiciones y su religión, amenazadas por los violentos e intransigentes usurpadores del poder, los devotos de Stepan Bandera, el colaborador de Hitler que asesinó a decenas de miles de personas en la II Guerra Mundial. Sin embargo, la reacción del gobierno y del ejército ucranianos, reforzado con alrededor de 100.000 milicianos neonazis y una decena de ministros de la misma orientación, cerró fatalmente esa posibilidad.

Los acuerdos de Minsk apostaron por el federalismo para superar el conflicto, pero sus compromisos jamás llegaron a materializarse. Los cambios constitucionales requeridos nunca fueron implementados a pesar de que tenían una fecha muy concreta para su puesta en marcha. Hoy sabemos por qué. El presidente Petro Poroshenko afirmó que Minsk II era solo una treta para ganar tiempo para armar a Ucrania y lanzar una guerra contra Rusia y que jamás tuvieron intención de cumplir su articulado. Todo indica que era un plan trazado por Ucrania y EEUU, que deja a Europa en una complicada situación pues, al menos públicamente, siguieron apostando por el tratado de paz hasta el inicio de la nueva fase de la guerra en 2022.

La guerra civil lanzada contra los defensores del orden democrático pre-Maidan hizo el resto. Nadie en su santo juicio puede pensar que casi el 25% de la población rusa de Ucrania puede tener encaje en el que era su país. La tortura sistemática puesta en marcha por el régimen contra civiles, como reconoció la OSCE en sus informes oficiales no deja lugar a dudas. Los miles de muertos civiles causados por las milicias neonazis en la ofensiva sobre el Donbass, tampoco. Poroshenko hablaba de que perseguía la Solución Final de los rusos de Novorossia, utilizando un término abiertamente nazi, como el que Hitler usaba con los judíos para referirse al genocidio definitivo contra los practicantes de la religión hebrea.

Las leyes discriminatorias dictadas contra la población eslava, son más de lo mismo. La «Ley sobre los Pueblos Autóctonos», promulgada por el gobierno Zelensky en 2021, afirma que sólo los ucranianos de origen escandinavo, los de origen tártaro y los caraitas tienen «derecho a gozar plenamente de todos los Derechos Humanos y de todas las libertades fundamentales», lo que los niega de facto para la población de origen rusa y se sitúa de plano en el racismo más antidemocrático e inaudito en la Europa de los derechos y las libertades, aunque muy en consonancia con la trayectoria de nueva régimen de Kiev.

En este estado de cosas, sólo era cuestión de tiempo que aconteciese lo que se anunció ayer y que ha refrendado Vladimir Putin. Si alguien se ha visto sorprendido por lo que ha sucedido, es que no tiene ni idea del devenir del conflicto de la OTAN contra Rusia en Ucrania. Era una noticia largamente esperada, sobre todo en el Donbass y la señal inequívoca de que no hay marcha atrás posible en Ucrania. Ese es el verdadero problema y la causa del nerviosismo de occidente. El presidente ruso dijo hace semanas que la verdadera guerra aún no había comenzado y ahora es cuando el potencial ruso se va a desplegar de verdad sobre el terreno. Hay que considerar que Moscú solo estaba empleando poco más del 10% de su potencial militar, reservando el resto por si se produce una escalada directa con Estados Unidos. Quienes hablaban de “punto de inflexión” por la retirada táctica de Jarkov y del principio del fin de la presencia rusa en Ucrania, se han dado de bruces con este anuncio de subida enorme de la escalada bélica. Es lo que sucede cuando se confunden los deseos con la realidad… 

Pero no solo enfrentarán un mayor despliegue en el teatro de operaciones. También tendrían que lidiar con los referéndums convocados. Y, a pesar de que vayan a ser desconocidos, es difícil esconder la opinión de los pueblos cuando se manifiestan democráticamente. Además, saben de sobra que el resultado va a estar más que claro. Desde 2014 Ucrania los asesina deliberadamente y Rusia los defiende (especialmente desde 2022); miremos por ejemplo a Mariupol: Ucrania los bombardea y Rusia les construye miles de viviendas nuevas antes de que llegue el invierno. ¿Alguien duda de las preferencias de los ucranianos del este y el sur del país? Para muchos de ellos, sobre todo para los mayores, para esas valerosas babushkas, sólo es la ansiada vuelta a casa. 

Es una obviedad que el estatus quo de Ucrania no va a ser el mismo después de esta guerra, sus fronteras van a ser modificadas, ya lo han hecho. Para los organizadores de la guerra se ha confirmado el peor de los escenarios. Sí, todo estaba escrito en el informe de la RAND de 2019. Desatar la guerra contra Rusia conllevaba el riesgo de que la respuesta significase la pérdida de terreno en Ucrania y una derrota de sus patrocinadores. Pero esa fue la opción preferida del gobierno de Zelensky. Lo reconoció claramente su portavoz Arestovich en una entrevista concedida a una televisión en 2019 y así lo afirmó también el jefe del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa de Ucrania, Alexei Danilov, hace unas pocas semanas. Esa fue su apuesta, ellos decidieron correr riesgos y es bien posible que les salga el tiro por la culata. 

El mundo basado en las reglas… de Estados Unidos ya llega a su fin. La historia jamás murió, ni se paró, lo que sucede hoy en el mundo demuestra que está muy viva. La soledad de Occidente en los mercados y la quiebra del concepto de “comunidad internacional”, demuestran que EEUU ya no gobierna el mundo, quizá solo domina a una débil Europa. Ya ni el mismísimo Papa de Roma le compra su débil argumentario.

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