15 ideas para ensayar la austeridad gozosa al comienzo del descenso energético
Llega la Navidad, la época del año en la que todos los gastos superfluos se disparan en las familias, desde los excesos en comidas y bebidas, hasta esos montones de regalos con costosos envoltorios con los que compiten familiares y amigos, y que tanto estrés emocional provocan en los principales destinatarios: una infancia aplastada por montañas de cajas y papeles. Y no en una, sino en dos fechas: Nochebuena y Reyes.
Junto al exceso hiperconsumista en tiendas, supermercados y centros comerciales, está el derroche energético de desplazamientos por viajes a lugares inverosímiles, y el de esas terrazas sobreiluminadas y con estufas en plena emergencia climática.
El exceso es también institucional, con cientos de ciudades compitiendo a ver quién tiene más luces y quién gasta más en ellas. Antes era la excepción del alcalde de Vigo, ahora decenas de ciudades de nuestro país compiten emulándolo, sin tener en cuenta lo que supone la contaminación lumínica y sus efectos sobre la salud de animales, plantas y seres humanos.
No parece importar el descenso energético ni el caos climático. El lema parece ser «consume hasta morir».
Sin embargo, nadie pone en duda que todo el mundo necesita el encuentro, familiar o con amistades, el intercambio de presentes y regalos, y la fiesta. Lo que ocurre es que todas estas experiencias necesarias para el buen vivir se las ha apropiado el mercado con el marketing y la publicidad. Han conseguido que la vara de medir en esto y en todo sea el dinero, la ostentación y el derroche.
Conscientes de que el consumo supone –de manera directa o indirecta– más del 60 % de las emisiones de gases de efecto invernadero y un 80 % del consumo de agua y tierra a nivel global, Ecologistas en Acción presenta, como otros años, 15 ideas para celebrar las Navidades de manera más austera, sostenible y solidaria. Unas recomendaciones que además sirven para el resto del año.
Ideas para unas fiestas sostenibles y solidarias
- Reducir todo lo que se pueda en mercancías, servicios, productos y energía.
- Aumentar aquello que no tiene huella ecológica, pero sí revierte en el bienestar: tiempo para el encuentro, para los paseos por la naturaleza, para los juegos de mesa, para la lectura reposada, para el silencio, para el sexo…
- Comer cosas ricas y recuperar costumbres. Estas fiestas podrían ser un buen momento para apostar por productos locales y tradicionales, como el cardo navideño o la lombarda con manzanas. Una oportunidad para sacar de los platos alimentos con un gran impacto ambiental y social, como los langostinos tropicales.
- Reducir el consumo de carne y pescado. Si se decide adornar las cenas con productos de origen animal, se debe recordar la campaña de Ecologistas en Acción Stop Ganadería Industrial y apostar por carne procedente de ganadería extensiva y de cercanía. En el caso del pescado, mirando la etiqueta se puede obtener mucha información para elegir un producto procedente de la pesca tradicional con bajo impacto.
- Si se regala ropa, hay que tener presente que el sector textil es la segunda industria más contaminante y que cada año se fabrican cien mil millones de nuevas prendas de ropa en todo el mundo con un impacto medioambiental y social insostenible. Se puede regalar ropa de segunda mano, de trueque, de economía social y solidaria o de comercio justo.
- Si se regala tecnología, es recomendable evitar contribuir a la obsolescencia programada. Se ha conseguido que la vida media de un smartphone sea de unos escasos 20 meses. Antes de regalar tecnología nueva, se puede intentar arreglarla y reutilizarla.
- Si se está con niñas o niños, puede proponerse que reduzcan su carta a una selección de aquello que más les gusta. También que hagan trueque, que intercambien, que pidan cosas que no sean objetos y que sean creativas.
También se les puede hacer un regalo no consumista, como la suscripción a «Gallipata», la revista infantil de Ecologistas en Acción. - El circo es un espectáculo de magia y alegría que llega a muchas ciudades. Pero debe ser un espacio para trapecistas, payasos, contorsionistas, y no para el maltrato de animales.
- No regalar animales. Los animales no son juguetes, son nuevas compañías, deben pensarse antes y, si es el caso, acudir a las protectoras de animales del entorno más cercano.
- Regalar tiempo, emociones y buenas ideas, cosas hechas a mano, productos de cooperativas o mercados de trueque, libros… Las muestras de cariño no tienen precio.
- Decorar e iluminar las casas con austeridad. Los árboles que antaño se agonizaban en las casas tienen sustitutos que sirven para muchos años.
- Las Navidades suponen un aumento de residuos de todo tipo. Se debe intentar reducir, evitar el despilfarro de comida y llevar a puntos limpios los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE). Un propósito contundente: no tirar nada de comida, aprovecharlo todo con imaginación culinaria.
- Asociarse a proyectos colectivos que necesitan apoyo para salir adelante y demostrar que sí es posible crear alternativas, como las del mercado social o las organizaciones ecologistas.
- Seguir denunciando ataques a la naturaleza y a los derechos de las personas, así como trabajar por un mundo más sostenible y justo. Para ponerse al día se pueden seguir las campañas de Ecologistas en Acción.
- Y, sobre todo, intentar ser felices y prepararse para un nuevo año con energías ciudadanas renovadas y renovables.