No hay cinco en 5
¿Cuando los matemáticos figuran 5, cometen un error o hacen un uso incorrecto de la palabra “cinco”? ¿Cuándo nos equivocamos confundimos las cosas con las figuras, o usamos las palabras de forma incorrecta? Al igual que los matemáticos hacemos figuraciones con nuestras palabras, y eso nos puede llevar a la perdición; si no sabemos usar correctamente el lenguaje puede que sólo evoquemos nociones y nos perdamos en conseguir figuras correctas, cuando, en realidad no hay figuras correctas, aunque la figura venga a ser un símbolo. Por ejemplo, una figura incorrecta sería mostrar cinco manzanas con los dedos de la mano y pensar que las manzanas son parecidas a los dedos. Nada tienen en común un montón de manzanas con el 5, independientemente que las contemos.
Estas y otras muchas cosas más aparecen en un diálogo entre Norman Malcolm (1911-1990), filósofo de Harvard, y Wittgenstein, en unas conferencias celebradas en Cambridge en los años 1946 y 1947. Asistía a ellas el filósofo indio Kanti Shah y anotó algunos pasajes de la conversación, como el expuesto arriba. Lo interesante de esta reflexión es hacerse cargo de lo definitivo que son los juegos de lenguaje a la hora de evaluar lo descriptivo frente a lo práctico. De manera que si acertamos en la práctica lingüística -y eso podemos comprobarlo sobre la marcha, siempre y cuando la conversación prospere-, por mucho que nos esforcemos en describir las figuras de nuestro pensamiento, nunca podrán coincidir con las de nuestro interlocutor (son experiencias incomunicables), y surgirá la incomprensión humana.
Agustín de Hipona, San Agustín, decía que sabe lo que es el tiempo cuando no se lo preguntan, pero no lo sabe si se lo preguntan. Esto es, Agustín de Hipona cuando piensa en el tiempo como figura se pierde, ahora bien: cuando vive en el tiempo, cuando ‘practica’ el tiempo, puede hablar de él porque usa la palabra -en este caso ‘tiempo’. Para que luego digan que las palabras se las lleva el viento.