Es el momento de trabajar por un acuerdo para la formación de un Gobierno progresista
El 28 de abril, el día de las elecciones generales supuso una victoria popular. Una movilización del electorado de izquierdas y progresista que, ante el peligro de un gobierno de Casado con la participación de Vox, ofreció una mayoría holgada para formar un gobierno alternativo al de los recortes y el retroceso en libertades. Esta movilización, que va más allá de los partidos políticos, debe estar muy presente en las negociaciones que se han abierto entre el PSOE y Unidas Podemos.
La repetición de elecciones supondría un aldabonazo y una decepción para muchos de los sectores que el 28 de abril se movilizaron para evitar que en nuestro país hubiera una regresión en derechos sociales y libertades. Es fundamental responder a la movilización social consiguiendo un acuerdo que de paso a un gobierno con políticas progresistas:
1.- Un gobierno que atienda como problema principal a la redistribución de la riqueza frente al crecimiento de las desigualdades. En los últimos tiempos los datos de crecimiento económico de nuestro país son constantes, pero esta recuperación económica ha beneficiado sobre todo a las rentas altas. España es el cuarto país más rico de la Unión Europea, pero es también el cuarto más desigual. El paro sigue siendo de un 14%, uno de los índices mayores de Europa con datos muy preocupantes. Somos el segundo país con más paro juvenil después de Grecia en la UE.
2.- Necesitamos un gobierno que trabaje para desarrollar las libertades y ampliar la democracia, que derogue leyes como la ley Mordaza y que evite cualquier regresión en este terreno.
3.- Y para todo ello es fundamental un gobierno que defienda con firmeza la unidad del pueblo de las nacionalidades y regiones de España. La unidad es un cuestión clave e imprescindible poder desarrollar un proyecto progresista.
Desde Recortes Cero hacemos un llamamiento a todas las fuerzas progresistas, en particular al PSOE y Unidas Podemos, a trabajar para llegar a un acuerdo y dar respuesta a los problemas reales que tienen el país y las personas; y a que esto prime en las negociaciones por encima de los intereses legítimos de los partidos.