Sally Burch •  Opinión •  23/09/2016

Evgeny Morozov sobre el big data, inteligencia artificial y poder económico:

Un marco de justicia económica para el debate tecnológico (II)

 En la primera parte de esta entrevista con Evgeny Morozov1, se visualizó el contexto del desarrollo de las tecnologías digitales y sus implicaciones sociales, en el marco del proyecto de renovación capitalista impulsado desde Silicon Valley, y se abordaron las implicaciones para la soberanía y la democracia, particularmente para los países del Sur, incluyendo algunas respuestas posibles desde América Latina. En esta segunda parte, miramos las respuestas desde los Brics y algunos retos para la resistencia social a nivel mundial.

 

En los países Brics: ¿réplicas locales de Silicon Valley?

Así las cosas, si bien Unasur potencialmente podría ser un espacio para abordar algunas de estas cuestiones como bloque, esto parece cada vez más improbable en el contexto actual. Los Brics son otro bloque con una cierta capacidad para actuar a nivel internacional. Pedimos a Evgeny Morozov que comente esta posibilidad. Su respuesta es que, a estas alturas, sólo ve a Rusia y China con la posibilidad de actuar sobre esas cuestiones. «Brasil está absorbido por su propia crisis interna. En la India, con la excepción de la oposición al Free Basics, que fue impulsado principalmente por activistas y la Comisión Federal Anti-Monopolios, el país en general parece bastante entusiasmado con la agenda neoliberal de desarrollo centrado en la tecnología; por eso (el presidente) Modi ha estado tan atento a las necesidades de las empresas extranjeras de tecnología que quieren llegar a la India para iniciar la construcción de ciudades inteligentes. En parte tiene que ver con su propia estrategia de urbanización y desarrollo económico, y en parte tiene que ver con el hecho de que él es el líder predilecto de Silicon Valley; él viaja para reunirse con sus líderes a cada rato. Así que con la India tampoco se puede contar».

 

No obstante, en el plano del gobierno global de Internet, Morozov comenta que Rusia y China, y tal vez la India, se han dado cuenta de que sí es necesario actuar conjuntamente y unir sus fuerzas con el fin de contrarrestar a EE.UU. «Creo que ha sido lo único que se ha logrado a nivel de Brics. Ellos se reunieron en una cumbre en Moscú para tratar de articular algún tipo de visión contrahegemónica».

 

Mientras tanto, Rusia y China son los dos países que han mostrado alguna capacidad para resistir internamente al modelo estadounidense, afirmando un cierto grado de soberanía -por lo cual reciben fuertes críticas bajo el argumento de que es para reprimir a su propia población-. Morozov, a la vez que reconoce las contradicciones internas, considera interesante el caso de Rusia y China, ya que han logrado plasmar el modelo de Silicon Valley a nivel nacional: entre los servicios exitosos que han lanzado y que generan bastantes ingresos, muchos son imitaciones de los servicios estadounidenses, afirma.

 

Considera que el modelo de Silicon Valley -que tiene una clara alianza con Wall Street, que podría describirse como la financiarización de la vida cotidiana- significa desarrollar un tipo de capitalismo donde «todo se hiper-mercantiliza y bajo la bandera del ‘consumo colaborativo’ le invitan a uno a poner en circulación global todos sus activos, al arrendarlos en AirBnB o al convertirse en un conductor de Uber en su tiempo libre y así sucesivamente». Los rusos y los chinos no necesariamente cuestionan la premisa neoliberal de estos modelos: «sólo desean implementarlos bajo sus propios términos», afirma el analista.

 

Eso, a su vez, dice, lleva a abrir un debate sobre en qué medida los BRICS representan un cuestionamiento al capitalismo neoliberal o son sólo una especie de equivalente localizado. En términos de las implicaciones geopolíticas globales, aún pueden ser preferibles a la dominación unilateral de Estados Unidos. Pero en última instancia, las industrias de Internet de Rusia y China siguen siendo principalmente locales; no tienen el nivel de globalización de Silicon Valley. «Los jóvenes de Oriente Medio están todos en Facebook, también lo están muchos de los jóvenes del sudeste de Asia, y entiendo que también la mayoría de las personas en América Latina. Entonces, la capacidad de los rusos y los chinos para ofrecer una alternativa a Silicon Valley, fuera de sus propios patios traseros, es muy limitada».

 

Al igual que en América Latina, en estos países también hay fuerzas contradictorias en juego. Por ejemplo, en la antigua URSS y Rusia -un área que conoce bien- Morozov percibe que «por un lado, hay fuerzas pro-estadounidenses que no creen básicamente en la capacidad de Rusia para desarrollar su propio camino; les gustaría pasar por alto por completo el proceso de algún tipo de industrialización y desarrollo y simplemente crecer mediante la entrega del país al capital extranjero. Así que les gustaría que una empresa como Cisco o Google o Microsoft llegue a Rusia”. Pero ahora, “debido a las sanciones y la guerra con Ucrania, están empezando a pensar en cuestiones de soberanía; y también ha habido un esfuerzo por pensar en lo que significaría en el panorama tecnológico».

 

Temas para la construcción de la resistencia social

 

Ante este contexto global, buscamos indagar las ideas de Evgeny Morozov respecto a lo que podrían hacer los movimientos sociales y los individuos para resistir o crear alternativas a este modelo techno-neoliberal. O sea, qué temas serían susceptibles de movilizar a la gente y qué podría empezar a hacer una diferencia. A la vez que reconoce que es una pregunta difícil de responder, expresa dudas en cuanto a si se puede construir movimientos en torno a temas de tecnología, o, si es incluso aconsejable que se haga.

 

Tampoco considera la privacidad como el principal problema a abordar: «Mi opinión es que, en gran parte, el lenguaje de la privacidad y el debate acerca de la privacidad han sido acaparados por ese marco estadounidense-británico inocuo que se reduce a dar a las personas el control sobre sus datos, lo que en condiciones normales sería suficiente.

 

El problema es que la transformación de otros sectores e industrias sobre la base de los datos ha conducido a una sociedad en la que diariamente la ciudadanía enfrenta incentivos para abandonar precisamente ese control que el derecho a la intimidad les garantiza, en la búsqueda de beneficios, ahorros, cupones, etc. La forma en que opera ahora la industria de seguros nos indica justamente la imposibilidad de seguir defendiendo la privacidad con ese lenguaje. Las compañías de seguros le dicen a uno que si se está dispuesto a monitorearse, poniendo un sensor en su coche, en su cocina, incluso en su cuerpo cuando camina, y si usted logra demostrar que es mucho menos riesgoso de lo que asumen que es, entonces obtendrá un gran beneficio. Ello implica que si no se tienen en cuenta las condiciones económicas y sociales estructurales que hacen poco probable la privacidad, nunca se va a llegar muy lejos». Dada la crisis, el estancamiento de los salarios, el desempleo, «no se puede esperar que la gente continúe haciendo campaña para exigir privacidad cuando sacrificar la privacidad es lo que les permite ahorros o les da dinero».

 

Morozov piensa que la clave para movilizar a la gente es más bien el debate y las luchas en torno a los datos y los sistemas inteligentes. Pone como ejemplo el hecho de que Google sólo pudo desarrollar su coche autodirigido debido a la capacidad de recogida de datos; y eso fue posible «porque alguien estaba dispuesto a pagar el costo de la recogida de los datos, y ese alguien son los anunciantes». Sin embargo, una vez que Google haya construido sus vehículos de auto-conducción, la automatización podría ir desplazando a los choferes, incluyendo a los profesionales (los camioneros conforman la profesión más grande en EE.UU., con 3,5 millones de personas). Por lo tanto, dice, «si se comienza a reformular los debates sobre los datos y su extracción en este sentido, si se logra demostrar que nos estamos encaminando a toda velocidad hacia un futuro sin trabajo, en la que no es que se compensarán las pérdidas de puestos de trabajo con una renta básica, sino que en verdad estaremos sin ingresos, subsistiendo a base de gratificaciones en compensación por nuestros datos, entonces creo que se puede abrir un debate muy diferente».

 

Esto requeriría –nuevamente– la construcción de movimientos alrededor de los asuntos que afectan a las personas directamente y golpean a sus bolsillos, «sea que se trate de la desigualdad, que implica apelar a un sentimiento de injusticia, o que se trate de la incertidumbre y la precariedad» … como se ve en las luchas actuales contra la reforma de la ley del trabajo en Francia. De hecho, señala, el único caso en los últimos años donde hubo resistencia en las calles en Francia respecto a una cuestión tecnológica fue cuando los taxistas franceses protestaron contra Uber, «y eso se debe a que se lo visualizó como una cuestión puramente económica, y no como una cuestión tecnológica o de privacidad».

 

Por lo tanto, concluye, para lograr avances en cuestiones tecnológicas, primero tenemos que insertarlos en estos debates. Y eso significa ampliar la discusión más allá de la cuestión de la privacidad, por un lado, pero también más allá de la cuestión de la neutralidad de la red, como una intervención reguladora que debe ser plasmada en la ley. «Incluso con neutralidad de la red2, será muy difícil de entender donde ocurre el nuevo tipo de monopolización y exclusión en los niveles (o capas) superiores de la estructura tecnológica ya que lo que Google y Facebook ahora están construyendo son esencialmente nuevos niveles de exclusión en torno a los datos y el aprendizaje automático, y ya no en el acceso a la conectividad. Así que de la neutralidad de la red tendríamos que transitar hacia la neutralidad de la plataforma y de allí tendríamos que pasar a la neutralidad de los datos, y yo no creo que el sistema legal alcance a mantenerse al día con eso, incluso con un trabajo de incidencia política de por medio».

 

El analista cree que esto requeriría de una convocatoria más emotiva, al evocar, por ejemplo, temas como el neo-feudalismo, la plutocracia o la monopolización de todo. «Sinceramente, creo que necesitamos una especie de tecno-populismo; el tipo de populismo que ha tenido una existencia muy productiva en América Latina tiene que lidiar con la cuestión de la tecnología. Y eso porque tenemos a la vez un fuertísimo populismo derechista de mercado libre que proviene de Silicon Valley, con empresas como AirBnB y Uber, como también Google y otros, que nos dice que la única razón por la que los ciudadanos no están obteniendo más beneficios de la tecnología es porque todos estos reguladores intervienen para defender a las industrias ya establecidas; pero una vez que los retiramos del camino y dejamos que Uber, AirBnB, Google y Facebook estén al mando, vamos a poder realizar todos esos beneficios y traspasarlos a los consumidores. Para mí, eso es populismo puro y simple, sólo que se trata de un populismo que se construye alrededor de los mercados, a pesar de que se presenta como el populismo en torno a la tecnología. Así que, a menos que haya una contrapartida desde la izquierda, creo que el campo discursivo estará completamente abandonado».

(Traducción ALAI)

– Sally Burch es periodista de ALAI

 

URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/180414

1 Evgeny Morozov: Periodista y escritor, nacido en Bielorrusia, residente en los EE.UU. y Europa desde hace algunos años. Es conocido principalmente por su crítica polémica de Silicon Valley como una extensión del poder de Estados Unidos.

2 La neutralidad de la red se refiere a la obligación de los proveedores de servicios de Internet de dar un tratamiento igual a los datos y no discriminar ni favorecer la transmisión de ciertos contenidos o proveedores de información con respecto a los demás, lo que significaría la creación de una Internet de doble rasero.

 


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