Carlos de Urabá •  Opinión •  23/09/2017

El rey de España ordena aplastar al independentismo catalán

Su majestad no está dispuesto a perder la joya más preciada de la corona.

Su majestad el rey Felipe VI debe estar seriamente preocupado por lo que acontece en Cataluña. Y no es para menos pues la Corona se encuentra entre la espada y la pared. En Cataluña se ha desatado un verdadero huracán independentista que en vez de amainar aumenta imparable. ¿Qué se pude hacer para acallar la voluntad popular? Los catalanes se han declarado sediciosos e insumisos y este es un delito que se castiga severamente en el código penal.  En otra época no muy lejana esto se hubiera resuelto enviando al ejército a restablecer el orden y la ley. Porque esa ha sido la forma de actuar de España a lo largo de su gloriosa historia. Pero hoy esos métodos tan violentos no pueden implementarse puesto que la UE o la comunidad internacional los condenarían. Hay que ser muy prudentes pues de lo contrario la situación puede adquirir tintes dramáticos. “Estamos ante la quiebra del estado de derecho, un auténtica asonada que pone en peligro la democracia, la libertad y la convivencia de los españoles” -Es el comentario del portavoz del gobierno Iñigo Méndez de Vigo.

Existe un gabinete de crisis en la sombra y en el más riguroso secreto que despacha periódicamente en el mismísimo Palacio de la Zarzuela. Su majestad el Rey se ha rodeado de sus más fieles asesores y consejeros: la cúpula militar, la Guardia Civil, la Policía Nacional, el CNI (el servicio de inteligencia) y, por supuesto, su gran Chambelán Rajoy. Allí es donde se planifica y diseña la “operación Anubis”. Algo muy similar a lo que se hizo para desarticular la organización separatista ETA en el País Vasco.

Estamos ante una rebelión en toda la extensión de la palabra. Se activan las alarmas y se movilizan todos los frentes: político, judicial, policial, militar, religioso o diplomático. Empezando por bombardeo mediático a través de la radio, prensa, televisión, internet o telefonía móvil con el fin de convencer a la opinión pública de que el reino de España es víctima de un complot. “Como hace 80 años los forajidos de la antiespaña vienen a sembrar el caos y la anarquía” “otra revolución bolchevique”

El Capitán General de los ejércitos debe asumir su papel con coraje y determinación  Él es el Jefe de Estado y por ningún concepto puede ver mermada su autoridad.  Aunque constitucionalmente su papel es el  de árbitro y moderador no le ha quedado más remedio que tomar cartas en el asunto. Son acontecimientos demasiado graves y de ahí que se haya implicado directamente en la resolución del conflicto. Aunque el gran Chambelán Rajoy es el que da la cara y trasmite sus órdenes.

Que actúen los mediadores, hay que abrir canales de diálogo; que se dé luz verde a las comisiones parlamentarias, el debate de la territorialidad, la reforma del modelo autonómico, que les ofrezcan un fuero fiscal preferente, más transferencias, más autonomía, el cupo, más autopistas, aeropuertos, trenes de alta velocidad, concedan más dinero, millones de euros para taparles la boca. El gobierno ya anunció un plan de inversiones por el orden de 4.200 millones de euros. Está en juego la recuperación económica, la estabilidad, la prima de riesgo, el IBEX 35. Cataluña es el motor económico e industrial y tecnológico de España. Nada menos y nada más que el 22% del PIB nacional.

El día 6 de septiembre los medios de comunicación se hicieron eco de una noticia extraordinaria: el gobierno de Cataluña ha decidido convocar un referéndum de autodeterminación para el próximo 1 de octubre. Inmediatamente los monárquicos españolistas se llevan las manos a la cabeza ¡cómo es posible!  El estado de derecho, los principios fundamentales de la constitución, la unidad de España, ¡la unidad de España! El principado de Cataluña pretende separarse la madre España, los súbditos catalanes amenazan con la secesión. Habrase visto mayor desfachatez. Esto es una asonada, un ataque artero contra la soberanía nacional.  Que actué el Tribunal Constitucional, la fiscalía, la policía, la Guardia Civil, la armada invencible. Sin ningún remordimiento quieren liquidar 500 años de historia en común. ¡Que venga Dios y lo vea! Esos subversivos pretenden dinamitar la sacrosanta unidad de España. Un dogma de fe inamovible. Los partidos constitucionalistas PP, PSOE, Cs, se lanzan a la contraofensiva, hay que actuar con premura antes de que los amotinados consumen sus maquiavélicos planes. Las urnas y los votos son elementos subversivos incompatibles con el estado de derecho. Hay que encarcelar a esos populistas manipuladores, a los sediciosos traidores de la patria. Que se aplique la ley mordaza, la ley antiterrorista. Todos los cabecillas a la Audiencia Nacional. Corren rumores que las fuerzas armadas están muy inquietas al contemplar impotentes los sucesos que se desarrollan en la querida “comunidad autónoma catalana”.

El gobierno del PP ha incrementado considerablemente el número Guardias Civiles y la Policías en Cataluña. Han jurado por Dios, por España y el rey defender la patria y han de cumplir su palabra. Las fuerzas de seguridad se encuentran en estado de alerta máxima a la espera de recibir órdenes de sus superiores (su majestad el rey)

El rey mientras tanto desde el palacio de la Zarzuela se mantiene en permanente comunicación con su gran Chambelán Rajoy. Sus órdenes han de cumplirse a rajatabla: nadie está por encima de la ley. Hay que rendir sin condiciones al independentismo catalán, neutralizar su amenaza letal antes de que sea demasiado tarde. Los sediciosos deben ser detenidos y puestos a disposición judicial; que se allanen las oficinas de la Generalitat, que se incauten del material informático, las urnas, las papeletas del referéndum. Las multas y embargos han de ser ejemplares. Es necesario que los promotores del “golpe de estado” se arrodillen y pidan perdón. Ese es el escarmiento que merecen quienes han osado poner en entredicho la legitimidad de la corona.

El mundo entero estremecido contempla como se resquebraja la sacrosanta unidad de España. La reina doña Sofía le reprocha a su augusto hijo su falta de coraje en esta hora tan aciaga.  -Acuérdate de la promesa que le hizo tu padre al caudillo en su lecho de muerte.  Haz valer tu abolengo, tu sangre azul, tienes que salvaguardar la dignidad de su alteza real Leonor de Borbón, princesa de Gerona y futura reina de España  y la memoria de don Juan de Borbón y Battemberg, el conde de Barcelona. Don Juan Carlos le exige que cumpla el juramento que hizo por Dios y por España cuando fue coronado: guardar y hacer guardar la Constitución. Quieren pisotear el blasón de los borbones, han escupido, quemado la foto del rey, se blasfema la bandera rojigualda y se chifla la marcha real. Dicen que la chusma va a proclamar la República. -Empuña la espada victoriosa del Cid Campeador que está en juego el futuro de la dinastía borbónica” Cataluña le pertenece a todos los españoles; la soberanía la ejercen todos los españoles. Así está escrito en la carta magna.

Los antisistema conspiran contra la corona que durante siglos ha reinado España con nobleza y sabiduría. Esto es como la toma de la Bastilla, la turba se ha sublevado contra la autoridad despreciando por completo las leyes divinas y humanas. Han mancillado las tradiciones más vernáculas; la lealtad, el respeto a la jerarquía, el amor a la patria y sus símbolos más sagrados. Cómo se va a presentar Felipe VI en los actos oficiales cuando con toda la pompa se anuncie: su majestad el rey de España Felipe VI, el que perdió principado de Cataluña. ¡No, qué vergüenza más espantosa! es el epitafio de un perdedor, de un fracasado, es preferible un suicidio por honor. Artículo 8 de la Constitución Española: “Las Fuerzas Armadas constituidas por el Ejercito de Tierra, la Armada y el Ejercito del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional” El PP puede aplicar sin dilaciones el artículo 155 y suspender la autonomía. Pero las consecuencias a corto, mediano y largo plazo serán devastadoras pues la herida abierta será imposible de sanar por varias generaciones.

Estamos ante una reacción de carácter absolutista. Aflora la rabia de los borbones heridos en su orgullo  y  la venganza no se hace esperar. El rey como jefe de estado y capitán general de los ejércitos debe dar las órdenes oportunas para que las aguas vuelvan a su cauce. En España hay cuatro reyes y por eso la ira se multiplica exponencialmente. Y encima son cuatro reyes soberbios y altaneros decididos a mantener el pulso hasta las últimas consecuencias. El principado de Cataluña es la joya más preciada de la corona ¡por Dios y por España aplastad la insurrección! Ahora comprendemos porque los portugueses se vieron obligados a construir los fuertes militares más grandes del mundo. Enfrentar al imperialismo español siempre ha sido una sinigual epopeya.

Por la unidad del reino, en defensa de la libertad y la democracia se solidarizan las casas reales de todo el mundo, los gobiernos de los países civilizados, la Unión Europea, la ONU, el papa Francisco empresarios, banqueros, el clero, la conferencia episcopal, la nobleza, la aristocracia, los grandes de España, las infantas, las princesas, los marqueses, los duques, todos unidos hasta la victoria.

La táctica ahora del gobierno central y de la monarquía -su valedora- es la de criminalizar el proceso Catalán. Han elegido reprimirlos por la vía judicial o policial, esos son sus argumentos y no hay mesa de negociación que valga. Un error imperdonable puesto que provoca aún más odio e indignación entre la ciudadanía catalana.  El gobierno de España utiliza el miedo, la coacción, las amenazas e intimidaciones para imponer sus principios. Y no solo eso sino también la guerra psicológica para desmovilizarlos. Los medios de comunicación unionistas lanzan un devastador bombardeo repitiendo sin descansar que los sediciosos catalanes  están condenados a la debacle, al caos y la ruina económica. Peligran  los ahorros, las pensiones, los puestos de trabajo y el estado de bienestar.  Es preciso crear pánico económico para someterlos y rendirlos.

Las leyes están al servicio de los ciudadanos y no del poder y por supuesto que se pueden cambiar. Esa es la verdadera democracia. Si a los españoles les encanta la monarquía y prefieren permanecer ligados a una institución medieval,  esa es su decisión y hay que respetarla. Ahora si otros deciden lo contrario, igualmente hay que respetarlos.

Cataluña se plantea nuevamente una lucha por la emancipación tantas veces reprimida y aplastada por la fuerza de las armas. Está es una nación con una lengua propia, identidad, cultura e idiosincrasia que exigen que se respete el derecho a decidir. Que se coloquen las urnas para que democráticamente el pueblo hable y decida su futuro. Que hagan también campaña el rey y Rajoy a favor de la monarquía.  Que se impliquen los constitucionalistas, los unionistas y defiendan sus tesis. Cuentan a su favor con el aparato propagandístico y los medios de comunicación del reino ¿Se atreverá el rey a explicar a sus vasallos el por qué tienen que amarlo y rendirle pleitesía?  Si de veras al rey le preocupa la unidad de España lo primero que debería hacer es campaña en Cataluña a favor de la corona, convencer a sus habitantes de las ventajas que tiene ser súbditos de su majestad. Es decir, seducirlos con su noble discurso y los encantos de la serenísima reina doña Letizia. Que hagan campaña por el No para que se queden en España. Pero no quieren enfrentarse a esa disyuntiva porque se niegan a que los ciudadanos se expresen su voluntad por el temor de entregarle al pueblo la soberanía ¿Es un delito amar y defender su tierra? ¿Felipe VI qué les ofrece a los súbditos catalanes?  Quizás el espíritu de los Reyes Católicos y la grandeza de pertenecer a la octava potencia mundial. Lo que ocurre es que arrastra un pasado bastante sucio ya que su padre Juan Carlos I fue elegido por el generalísimo como su heredero.

Pero este no es un pueblo de analfabetos, ni de iletrados sino una sociedad culta y formada que lee, crítica y debate. Una sociedad que se ha sido y es cuna y vanguardia artística y cultural. Los catalanes ya no creen en cuentos de príncipes y princesas, ni que el poder pase heredado de padres a hijos por vía seminal. Por eso se niega a reconocer esa institución retrograda y caduca.

La pregunta es: ¿usted quiere seguir siendo súbdito de un rey borbónico o ciudadano de una república?  ¿Una reforma constitucional?  Pues a ver si es verdad que la constitución se cambia cuando lo quieren todos los españoles, catalanes, manchegos, valencianos, etc. En estos momentos es imposible porque los partidos españolistas detentan mayoría absoluta tanto en el senado como en el congreso de los diputados. La hegemonía del bipartidismo PP-PSOE es demoledora. La última vez se cambió el artículo 135 de la constitución fue por imposición de Merkel y los llamados “mercados.

España rezuma un venenoso rencor por la pérdida irreparable del poder imperial: la armada invencible Gibraltar, Trafalgar, las colonias americanas, el desastre del 98; Cuba, Puerto Rico, Filipinas. España no es un estado, ni una nación, ni un país, es un imperio derrotado y decadente que ahora tiene un problema interno: Cataluña se quiere independizar. Millones de personas salen a la calle reclamando pacíficamente la independencia. Y si nos remitimos a la memoria histórica hay argumentos suficientes para comprenderlo: la toma de Cataluña por los franquistas, el fusilamiento del presidente de la Generalitat Lluís Companys,  la represión, los asesinados, los represaliados, los exiliados y los cuarenta años de dictadura.

Ante el sinigual desafío el gobierno central (con la venia del rey Felipe VI) da luz verde a la “operación Anubis” A los forajidos hay que desmovilizarlos y desmoralizarlos. Es decir, rendirlos incondicionalmente. Estos solo entienden el lenguaje de la fuerza; la Guardia Civil, la Policía Nacional, los antimotines o los cuerpos de élite. El reino de España pretende sembrar el terror, las amenazas y coacciones, embargo, multas, cárcel, inhabilitaciones. “Ante este infame delito de sedición que se aplique el código penal y que les caiga todo el peso de la ley”. Han elegido el método más despreciable y abyecto para mantener unida a España e impedir que los catalanes se expresen democráticamente en las urnas.  Ya se lo advirtió el caudillo al rey Juan Carlos I en su lecho de muerte: “Alteza, juradme que velareis por la unidad de España” De esta forma se estructuró el estado o, mejor dicho, el reino nostálgico del imperio hacia Dios.

¿Es posible realizar una contramanifestación con los partidarios de la monarquía y el españolismo en Cataluña? Al parecer su poder de convocatoria es muy escaso y no pueden hacer frente al tsunami catalanista. Y este sí que es un asunto muy lamentable pues el gobierno tendría que traer en autobuses de otras partes de España a miles de sus incondicionales para llenar las plazas y avenidas. ¿Por qué el gobierno y sus aliados no convocan manifestaciones en Madrid, Valencia o Sevilla reivindicando la españolidad de Cataluña? Lo cierto es que un buena cantidad de ciudadanos españoles estarían dispuestos a acudir como voluntarios y hasta dar su vida por su majestad el rey Felipe VI y la unidad de España.

Cuando en octubre del año 1934 el presidente de la Generalitat Lluís Companys proclamó el estado  Catalán de la República Federal Española.  El gobierno republicano de Alcalá Zamora de inmediato  ordenó a los militares restablecer el orden constitucional. Se desataron fuertes choques en las calles que fueron reprimidos a cañonazos. El gobierno de la Generalitat y del ayuntamiento se rindieron y acto seguido sus miembros recluidos a un buque prisión fondeado en el puerto de Barcelona. “CATALANES: Las fuerzas monarquizantes y fascistas que de un tiempo a esta parte pretenden traicionar a la República han logrado su objetivo y han asaltado el poder”

El 1 de octubre del 2017, tras la realización del referéndum, la Generalitat amenaza nuevamente con proclamar la República Catalana.

La Diada del 11 de septiembre del 2017 ha sido una manifestación popular arrolladora y contundente, han participado casi un millón de personas en las calles. Desde luego el clamor independentista va subiendo, y no son solo los catalanes, sino también entre los inmigrantes o los extranjeros residentes. (En Cataluña conviven 200 nacionalidades) España desprecia la diferencia, otras lenguas, otra idiosincrasia, otra forma de ser o de pensar. Todos deben seguir su patrón o imposición.  España es intolerante y discriminatoria con una cultura distinta. Pero ahora tienen enfrente un pueblo valiente decidido a ejercer sus derechos y su soberanía. Es la  dignidad humana que los mueve mientras a sus rivales la más artera represión. Estamos ante la ruptura y el fin del régimen del 78  -la mítica transición o restauración borbónica-

Este es un asunto  que está por encima de las leyes y constituciones. Tenemos una democracia sin pueblo vaciada de contenido y meramente representativa. Este impulso es popular, pertenece a la ciudadanía y no a los políticos. Por eso el pueblo es el que tiene la palabra y nada ni nadie podrá detener su voluntad de ser libre y soberano.


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