Alemania y la Unión Europea adoptan el keynesianismo militar
Pocos días antes de su disolución, el parlamento alemán saliente aprobó apresuradamente una revisión de la constitución y un paquete de gasto masivo para facilitar el endeudamiento ilimitado para la militarización. Se han destinado 500.000 millones de euros a la vaga categoría de “infraestructura y neutralidad climática”, mientras que el aumento del gasto militar está ahora exento de la Schuldenbremse, la estricta ley anti deuda del país introducida en 2009. La votación inauguró el mayor programa de armamento en Alemania desde la fundación de la República Federal en 1949.
La conservadora Unión Demócrata Cristiana (UDC) y el Partido Socialdemócrata (PSD), que formarán un Gobierno de coalición cuando el nuevo Bundestag se reúna el 25 de marzo, obtuvieron el apoyo de los Verdes para asegurar la mayoría parlamentaria de dos tercios necesaria para revisar la “Ley Fundamental” de Alemania. Los tres partidos centristas se apresuraron a aprobar estas enmiendas en la última semana del parlamento saliente porque, de lo contrario, tendrían que depender del apoyo del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que obtuvo 69 escaños adicionales en el nuevo parlamento. Aunque la AfD no se opone al aumento del gasto militar, la colaboración con el partido de extrema derecha sigue siendo un tabú para muchos alemanes y habría corrido el riesgo de prolongar las negociaciones sobre la militarización y provocar una mayor reacción negativa en la población. Impulsadas por el trío UDC-PSD-Verdes, las enmiendas han generado poca resistencia popular y cuentan con el apoyo de líderes empresariales, el lobby climático y los dirigentes sindicales.
Tras imponer amplias sanciones a Rusia en 2022 y quedar detrás de China en la carrera industrial y productiva en sectores clave como los vehículos eléctricos, la economía alemana lleva dos años sumida en recesión. Con la llegada de los aranceles estadounidenses, el crecimiento previsto del 0,2% para 2025 ahora parece ilusorio. Bajo la sombra de un tercer año consecutivo de recesión, empresarios, medios de comunicación e incluso líderes sindicales están abogando por una estrategia de “crecimiento a través del armamento”, impulsada por la deuda para reactivar la economía. En este sentido deben entenderse las nuevas enmiendas a la “Ley Fundamental” de Alemania.
Los cambios en la Ley significan que el presupuesto militar ahora no tiene límite superior. Los partidos centristas se niegan a nombrar una suma concreta para el aumento previsto en el gasto militar. En cambio, todo lo que supere el 1% del PIB en gasto militar simplemente se ha declarado, en palabras de la Ley, “exento del freno de la deuda a futuro”. Esta decisión se hace eco de la infame votación de 1914, en la que los socialdemócratas se unieron a los centristas para aprobar por unanimidad el financiamiento de la guerra de Alemania contra Francia y Rusia. Sin embargo, a diferencia de 1914, el Gobierno alemán actual tiene autoridad para pedir préstamos sin límites.
El “paquete de financiación especial para infraestructuras y neutralidad climática” que acompaña al aumento de la militarización, se financiará con 500.000 millones de euros de préstamos adicionales. Estos fondos se distribuirán a lo largo de 12 años. Sin embargo, aún no se ha especificado su destino. Los portavoces del partido han destacado las redes ferroviarias y de carreteras, los puentes, las vías navegables y los puertos, el suministro de energía, la educación y los hospitales. Sin embargo, al no haber prácticamente ningún objetivo concreto estipulado, el nuevo Gobierno de la UCD y el PSD es libre de definir lo que entra en la categoría de “infraestructura”. El “paquete de financiamiento especial” tiene en última instancia dos propósitos: es una hoja de parra para aplacar a las enfermeras, los maquinistas y los trabajadores automotrices en huelga, y ampliará la infraestructura necesaria para la logística militar.
La transición a una economía de guerra es bien recibida como una situación beneficiosa para todos, tanto en Berlín como en Bruselas. Por un lado, el fortalecimiento de los ejércitos nacionales en Europa puede aumentar aún más la presión sobre el principal enemigo de la Unión Europea (UE): Rusia. Como dijo el primer ministro polaco, Donald Tusk, el 6 de marzo de 2025: “Europa debe unirse a esta carrera armamentística y ganarla… Estoy convencido de que Rusia perderá esta carrera armamentística, al igual que la Unión Soviética perdió una carrera armamentística similar hace 40 años”.
Al mismo tiempo, el aumento del gasto militar tiene el potencial de cambiar las mayores economías de la UE. Mientras que los Estados de la UE dependen en gran medida del equipo militar importado de los EE.UU., la presidenta de la Comisión de la UE, Ursula von der Leyen, ha enfatizado repetidamente la necesidad de “comprar más europeo”. Para facilitar esto, von der Leyen anunció una nueva “cláusula de escape nacional” que permitirá a los Estados miembros flexibilizar las normas fiscales que de otro modo serían inflexibles si el propósito fuese exclusivamente para gastos militares. Los precios de las acciones de las empresas de armamento europeas, como Rheinmetall y Leonardo, se dispararon tras el anuncio de la UE del plan “ReArm Europe”, por valor de 800.000 millones de euros. El número de personas empleadas en las industrias de armamento ha ido creciendo de forma continua y, con alrededor de 581.000 personas en toda la UE en 2023, fue aproximadamente un 15% más alto que en 2021. Para aquellas empresas europeas que luchan contra la superioridad china y el proteccionismo estadounidense, la militarización también ofrece un salvavidas que se necesita con urgencia. Volkswagen, por ejemplo, anunció recientemente que está dispuesta a volver a fabricar vehículos militares, que fue una de las principales líneas de producción de la empresa durante el Tercer Reich.
Las élites alemanas han iniciado así una transición integral de la austeridad neoliberal al keynesianismo de tiempos de guerra. Su estrategia puede resumirse con las palabras del almirante holandés Rob Bauer: “Los militares pueden ganar batallas, pero la economía gana guerras”. La misión de “arruinar a Rusia” exige la movilización total del frente interno. El ministro de defensa de Alemania, que se espera que vuelva al nuevo Gobierno, fijó 2029 como el año en el que el país debe estar “listo para la guerra”. En consecuencia, la UDC está presionando para que se reintroduzca rápidamente el servicio militar obligatorio.
“Si Europa quiere evitar la guerra, Europa debe prepararse para la guerra”, fueron las palabras utilizadas por von der Leyen el mismo día en que el parlamento alemán votó para enmendar la constitución. Se hacen eco de los sentimientos del canciller Theobald von Bethmann Hollweg, que presidió la sesión del Reichstag de 1914 que concedió créditos de guerra al káiser en vísperas de la Primera Guerra Mundial: “Solo en defensa de una causa justa saldrá nuestra espada de su vaina. Ha llegado el día en que debemos desenvainarla, en contra de nuestra voluntad, en contra de nuestros honestos esfuerzos. Rusia ha prendido la antorcha en la casa. Estamos en una guerra forzada con Rusia y Francia”.
*Matthew Read es investigador y coordinador del Foro Zetkin de Investigación Social en Berlín, Alemania.
Fuente: Globetrotter