La motosierra de López Miras
No exhibe el histrionismo agresivo y la personalidad desquiciada de Milei. Tampoco el cinismo sociópata, entre sibilino y macarra, de Isabel Díaz Ayuso. López Miras es un hombre de ademanes templados, incluso campechano. Pero con la misma, o casi, afición a la motosierra que aquellos dos: la región de Murcia es la comunidad autónoma donde el proyecto neoliberal ha sido implementado con más contundencia, por cuanto en este rincón del sur de España los estrategas del capitalismo salvaje y de los negocios entre amiguetes se han encontrado con una sociedad muy desorganizada y jalonada de bolsas clientelares. También con una izquierda desorientada que, en el caso del PSOE(si es que se puede calificar así a este partido), puso en marcha, cuando gobernó, políticas en los ámbitos autonómico y municipal que abonaron el terreno para la irrupción de las derechas en las instituciones, de suerte que hoy en día la hegemonía de aquéllas en las tierras murcianas es la más contundente del país.
Así, asciende nuestro presidente regional, cada año, al pódium donde los campeones autonómicos del deterioro sociopolítico celebran sus logros en materia de depauperación en los ámbitos laboral, ambiental, educativo, sanitario y económico. La región es la única que aumentó su endeudamiento sobre la riqueza regional en 2024, siendo la segunda, tras la comunidad valenciana, en deuda total sobre el PIB(31,5%). Pero no vayan ustedes a creerse que tal irresponsabilidad financiera redunda en una mejora de las prestaciones para la ciudadanía murciana: ésta es la última en lo que hace al disfrute de los servicios sociales, con un riesgo de pobreza y exclusión social del 30,5% de la población, cuatro puntos por encima de la media estatal. Y con medalla de oro en la tasa de pobreza infantil: un 40,7%, frente al ya escandaloso dato-un 35%-del conjunto español. A la par que Rumanía, la campeona de Europa. Pero hay más: a pesar de que el crecimiento económico de estos años ha sido uno de los más altos del país, Murcia es la segunda comunidad con mayor proporción de municipios con renta baja, de suerte que las condiciones materiales de vida de sus gentes no llega al nivel de hace 16 años, descendiendo respecto de 2021.
En Sanidad, la región no alcanza a Melilla, con una ratio de enfermeras de 4,8 sobre mil habitantes, frente al de 6,3 de la media estatal. En educación, comparte con Madrid los peores resultados en inversión, ratios, números de repetidores y tasa de abandono escolar. En cuanto a la valoración de los indicadores de atención a la dependencia, ha obtenido la nota más baja según el Dictamen del Observatorio Estatal de la Dependencia. Respecto de la vivienda, en 2024 Murcia experimentó la mayor subida después de Baleares. Y entre 2016 y 2023 no se han asignado fondos para vivienda social por parte de la Administración Regional.
Si encaminamos nuestros pasos hacia el ámbito económico, las cosas no pintan, ni mucho menos, mejor. Los salarios murcianos son los terceros más bajos, sólo por encima de Extremadura y Andalucía. En productividad, los últimos. Ello se debe a la apuesta, desde hace décadas, por un modelo productivo basado en la depredación social, laboral y ambiental. La agricultura intensiva, las macrogranjas y, como derivación de éstas, las plantas de biogás, constituyen el paradigma de un esquema donde los bajos salarios, el empleo precario y la contaminación del medio conforman una estructura dañina e insostenible, sin futuro.
Pero no a todo el mundo le va mal en la Región de Murcia. La gente con más recursos vive francamente bien. Según datos de Hacienda, en 2022 los ingresos declarados por los contribuyentes de rentas más altas son los que más suben, mientras que los murcianos y murcianas que menos ganan han visto prácticamente congeladas sus retribuciones. No en vano, el gobierno de López Miras perdona todos los años más de 400 millones de euros en impuestos a quienes más tienen, lo que supone que esta tierra es la que más ingresos fiscales pierde en relación a su PIB y la segunda, en términos absolutos, tras Madrid.
Obviamente, esta política centrada en la desigualdad y la injusticia social ha de tener su correlato en unas posiciones, las del gobierno regional de la derecha, cada vez más cercanas a la ultraderecha. Así, al igual que el impresentable de Mazón ha hecho en la Comunidad Valenciana, el PP murciano, para recabar el apoyo de Vox a los presupuestos autonómicos, ha comprado el discurso de los abascales en lo tocante a la inmigración y al pacto verde europeo. Deshumanización de los menores inmigrantes no acompañados y rechazo frontal a las políticas que buscan la sostenibilidad en las producciones industrial y agrícola: ésos son los ingredientes que López Miras ha añadido a la receta con la que hasta ahora cocinaba la política regional.
El resultado es un plato putrefacto, indigerible, similar al que elaboran los Trump o Milei que por el mundo pululan. Y es que la motosierra es un arma de destrucción masiva de los derechos sociales y políticos, de la democracia misma, ésa que pretende enterrar para siempre un capitalismo desatado que, por boca del presidente de la patronal regional, pide que trabajemos hasta 42 horas semanales para ser más productivos y eficientes. Saben que cuentan con políticos como López Miras para retrotraernos al siglo XIX.
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