El apoyo norteamericano a los ultras europeos y a Milei
A poco que se examine con atención el asunto, se verá que no otro es el objetivo de los Abascal, Ayuso, Meloni, Le Pen, de las diversas organizaciones fascistas y nazistas de Europa, que arrastran cada vez más a los conservadores europeos a destruir aquel estado del bienestar que ya creen no necesitar, desparecido el “peligro comunista”.
Resulta innegable que los EEUU son el país más influyente en el mundo. Máximo y más agresivo poder militar, con su desmesurado gasto, el triple de China. Evidente su papel de gendarme mundial con unas mil bases militares establecidas a miles de kilómetros de sus fronteras, esto es, sin el menor propósito defensivo.
En el aspecto económico, su PIB es asimismo el más alto, seguido a prudente distancia por China, que lo va reduciendo, y muy lejos del resto de países del mundo.
Siendo por definición EEUU “el Imperio”, su influencia se ha expandido históricamente desde el siglo 20 utilizando los más variopintos mecanismos, destacando la ingente industria del entretenimiento, con Hollywood a la cabeza, seguida muy de cerca por las diversas modas musicales, de estilo, imagen, etc. Recordamos a los lectores, por ejemplo, la historia del invento del “impresionismo abstracto” para hacer frente a las vanguardias europeas y latinoamericanas, a lo que dedicó ingentes cantidades de dinero en una aventura que parece inverosímil, pero que es cierta.
Por mediación de estos y otros mecanismos se presenta como campeón del llamado “mundo libre”, defensor de la libertad, los derechos humanos, y otra serie de grandes principios tras los que oculta su designio de controlar el mundo en todo lo que le sea posible, diseñándolo de manera que se someta a sus intereses, mediante ese llamado poder blando, al que sigue el duro, el de los bombardeos y la intervención militar cuando no se rinde pleitesía a sus imposiciones.
Este había sido hasta hace unos años el mecanismo de control y el objetivo seguido por aquel país: enorme extensión de su poder militar, control económico mediante la utilización del dólar como moneda de referencia, influencia y expansión de su imagen mediante el poder de su industria de entretenimiento musical, cultural, “ayudas” a terceros países que solían esconder imposiciones políticas o económicas, y finalmente, la intervención militar cuando lo consideraban necesario, muchas veces con la OTAN como instrumento.
Hasta antes de la desaparición de la Unión Soviética este papel se desarrollaba en el contexto de la llamada guerra fría, manteniéndose ciertas cautelas ante el riesgo de que un paso en falso pudiera desatar una guerra nuclear de consecuencias catastróficas también para ellos, lo que no evitaba la continua presión a lo largo y ancho del orbe, con invasiones como la de Vietnam entre otras muchísimas, o la promoción de golpes de estado para imponer gobiernos favorables a sus intereses. El ejemplo de Chile, también entre infinidad de ellos, está aún en el recuerdo de muchos.
Pero parece que en los últimos años se está produciendo una nueva forma de dominio, tras la desaparición del bloque soviético.
Dado el miedo que durante décadas las clases dominantes capitalistas tenían ante la expansión de las ideas y políticas marxistas, del avance revolucionario de las clases trabajadoras de los procesos de descolonización, y de la influencia que suponía la existencia de la URSS y los demás países socialistas, se produjo tras la segunda guerra mundial el proceso del llamado “estado del bienestar”, fundamentalmente en los países más avanzados de Europa, singularmente en los nórdicos, en Países Bajos, Inglaterra, Francia, Alemania, con menor fuerza en Italia, posteriormente con sus debilidades en España y Portugal, mediante el que se establecían una serie de mecanismos sociales, para facilitar la vida a los sectores populares.
Se crearon unos mecanismos públicos sólidos, desde la seguridad social que fue extendiéndose con fuerza, con su sistema de pensiones, la ampliación de la enseñanza pública, la sanidad pública, los impuestos progresivos, y toda una serie de medidas en este sentido que propiciaban un cierto ascensor social, ampliando las clases medias, disminuyendo los aspectos más lacerantes de la desigualdad social que sin embargo persistía, pero se atenuaba con las políticas que con el concurso de los sindicatos integrados en el nuevo sistema potenciaban fundamentalmente las fuerzas socialdemócratas y democratacristianas que, eso sí, permanecían sometidas en última instancia a los dictados del imperio.
No debemos olvidar que esta política también se veía facilitada por el desarrollo desigual que el imperialismo había propiciado en todo el mundo, provocando que las potencias europeas saquearan los recursos de sus colonias, pero, aun así, se establecían medidas más moderadas que hacían menos brutal la explotación capitalista y facilitaban mecanismos de integración y ascenso social.
Habitualmente la transmisión de valores que exportaban los norteamericanos ocultaba muchas de las realidades de aquel país: el brutal racismo, la inexistencia de sindicatos de clases, la violencia estructural de la sociedad, el clasismo extremo, y otra serie de cuestiones que no llegaban al gran público europeo, como por ejemplo, que el principal valor que los estadounidenses apoyan es la religión, con enorme predominio de corrientes que siguen la Biblia literalmente y creen que la antigüedad del mundo data de hace unos cuatro mil años, y además les sitúa como pueblo elegido según las propias teorías de sus “padres fundadores”. Tampoco se hace hincapié en su propaganda de las consecuencias del ultra individualismo que domina aquella sociedad, donde el peor insulto que se puede proferir es llamar a alguien “perdedor”, pues no hay nada que más se valore que el éxito económico, ni que se desprecie más que la pobreza.
El correlato político de estos fundamentos es que el Estado apenas debe existir más que en sus aspectos represivos (policiales, militares, carcelarios), y aún estos se privatizan todo lo que se puede, como pone de manifiesto la creciente utilización de mercenarios en Irak, Afganistán, y los últimos combates donde se implican los norteamericanos, y el crecimiento imparable de cárceles en manos y gestión de empresas privadas.
Los corolarios de todo esto son evidentes: no debe existir seguridad social, la sanidad es un negocio; no digamos la enseñanza, donde los centros públicos están infra financiados y con un desbordado número de estudiantes, mientras que los privados se sitúan en condiciones de excelencia, a base de que cada estudiante tenga que pagar decenas de miles de dólares cada año para matricularse y asistir a uno de estos centros, al alcance solamente de los bolsillos de los más ricos. Millones de personas carecen de hogar, y tienen los más afortunados de entre estos que vivir en autocaravanas, y otros muchos se apañan en las calles, en las bocas de metro, en los portales, como pueden. En muchos lugares es casi inexistente la protección de la salud mental, población abandonada la que padece estos daños y que genera infinidad de problemas incluso de orden público.
Pues bien, lo que estamos presenciando en los últimos años, con la aparición e incremento de las fuerzas de extrema derecha en Europa, no es sino el intento, cada vez más logrado, de imponer este tipo de sociedad en Europa.
A poco que se examine con atención el asunto, se verá que no otro es el objetivo de los Abascal, Ayuso, Meloni, Le Pen, de las diversas organizaciones fascistas y nazistas de Europa, que arrastran cada vez más a los conservadores europeos a destruir aquel estado del bienestar que ya creen no necesitar, desparecido el “peligro comunista”.
Así vemos que en toda Europa se privatizan cada vez más servicios públicos, se infra financia la seguridad social, se destina cada vez más dinero a la extensión de las enseñanzas privadas, mientras se abandonan las públicas; proliferan las nuevas Universidades promovidas por los más descarados lobbies económicos, y todo ello en el marco de una contra-reforma fiscal para que los ricos paguen menos impuestos, extendiendo los de carácter indirecto que afectan mayoritariamente a las clases populares.
Crecen los terraplanistas, se cuestiona el cambio climático, se potencian los espectáculos de religiosidad, mientras se denigra la ciencia, y las políticas neoliberales se ven potenciadas al máximo, como pone de manifiesto, por ejemplo, el extraordinario apoyo que está recibiendo de los fondos norteamericanos el ultra recientemente elegido presidente de los argentinos, Milei.
Colofón de estas políticas es el alineamiento europeo cada vez más extenso dentro de la OTAN, el aumento del belicismo, del brutal gasto militar en que se están embarcando los gobiernos europeos, con el señuelo de la amenaza rusa, pero con el júbilo de los Estados Unidos, que es quien exporta sin comparación el armamento que se adquiere; por no hablar de la cada vez mayor dependencia de las fuentes de energía suministradas a precio de oro por aquel país, todo ello en el marco de una estrategia destinada a debilitar en extremo a la Federación de Rusia, cuando no a su propia desaparición como estado.
Los ultras europeos son dirigidos y financiados desde EEUU: terminaremos el artículo con una somera alusión a los diversos mecanismos millonarios que se han puesto en marcha para financiar a los Abascal, Le Pen y compañía, por no referirnos por imposibilidad material a tratar el uso de los dispositivos derivados de las nuevas tecnologías.
Según exponía La Vanguardia el 10.3.19, citando a Le Monde, un nutrido grupo de millonarios americanos financia campañas para fomentar el extremismo y desestabilizar el viejo continente, apadrinados por el conocido ultra Steve Bannon, que también señala a Robert Mercer, copresidente del fondo Renaissance Technologies, que creó específicamente para influir en Europa el fondo Gatestone; apoyan al ultra holandés Wilders y a Meloni; otro, el Rebel Media Group, detrás del cual está el empresario Ezra Levant, también especializado en fomentar la propaganda antiislámica; está por ejemplo la agencia de comunicación digital Harris Media, con base en Texas, que apoya al partido ultra Alternativa por Alemania, y que también apoyó a Marine Le Pen.
En el diario El País del día 23 de mayo de 2024 aparecía un artículo de Idafe Martín Pérez, titulado “Milei, Aznar, Jiménez Losantos y la internacional reaccionaria”, citando al Instituto español Juan de Mariana como receptor de muchos de estos fondos, financiados por la derecha estadounidense y lo intereses petroleros de aquel país.
En este texto podemos leer: «Detrás está sobre todo el dinero de Atlas Network, la cabeza estadounidense de una red de más de 500 centros de estudios, con mucha presencia en América Latina, y destinados a difundir el ideario de la derecha republicana estadounidense más reaccionaria. En España, entre otros, tiene relaciones con la FAES e instituciones como el Centro Diego de Covarrubias, la Fundación Civismo, el Foro Regulación Inteligente, la Fundación para el Avance de la Libertad, Institución Futuro, Instituto Atlántico de Gobierno y la Red Floridablanca. Todas ellas, ideológicamente similares.
En Argentina controla 12 think tanks. Uno de esos, Fundación Atlas, entregó un premio similar a Milei en 2018. Alberto Benegas Lynch, asesor de Milei, pertenece a varios de esos centros ligados a Atlas, como la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala, en cuyo campus madrileño trabajan varios de los citados, como Rallo, Fernández Luiña o Soriano Sánchez, además de columnistas habituales en digitales de ultraderecha como José María Rotellar, José Carlos Rodríguez o Carlos Rodríguez Braun. Lynch también es negacionista de la crisis climática y el propio Milei era asesor de la Fundación Libre, un think tank ultraderechista argentino ligado a Atlas.
Atlas Network se financia en parte con fondos de la Administración estadounidense, que nutre así a cientos de centros extranjeros de forma indirecta. Y, sobre todo, con fondos de empresarios estadounidenses cercanos a los republicanos de Donald Trump, como la empresa Koch Industries, que lleva décadas gastando dinero en promocionar ideología de extrema derecha. Tiene intereses en química, fertilizantes, minería, hidrocarburos, gas natural, plásticos, papel y otras actividades extractivas e industriales que chocan con las políticas contra la crisis climática. Los hermanos Koch cofundaron el Cato Institute, el Vaticano neoconservador. Koch es favorable a la desregulación financiera y contraria a la limitación de emisiones de gases contaminantes. Un informe de 2010 del Corporate Europe Observatory, que se dedica a hacer trazabilidad de financiación a lobbies, descubrió que el Juan de Mariana había recibido dinero de Koch Industries y también de Atlas Network. Milei es un peón más de la internacional reaccionaria que en España tiene en Jiménez Losantos a su propagandista mayor y en Aznar al Rey Sol.»
Fuente: https://hojasdebate.es/politica/el-apoyo-norteamericano-a-los-ultras-europeos-y-a-milei/