Eduardo Mayordomo •  Opinión •  25/03/2023

‘Euzkadi Roja’, épica periodística al servicio de la clase trabajadora

Con la llegada de la II República, el Partido Comunista de España, prohibido por la dictadura de Primo de Rivera, recupera su legalidad. Esto supondrá la reorganización de su estructura y la aparición de nuevos medios de difusión. En Euskadi, tras dar carpetazo a unas primeras publicaciones provinciales, hace ahora 90 años, la Federación Vasco-Navarra apuesta por un medio más elaborado: el ‘Euzkadi Roja’. 

La portada de su primer número, con el gran titular “¡Obreros: en pie contra la reacción y el fascismo!”, ya muestra parte de la épica que acompañará a la que fue una de las publicaciones comunistas más serias y atractivas de su tiempo en lengua castellana. Ese ejemplar del 25 de marzo de 1933 ya muestra su doble tarea: órgano del Partido y altavoz de los trabajadores vascos.

En pocas semanas, pasa de ser un medio netamente guipuzcoano, con una primera redacción en pleno casco viejo donostiarra y una posterior en Amara, al portavoz del conjunto de los comunistas vascos. Número a número, la publicación va cogiendo peso y aumentando el número de corresponsales en pueblos y fábricas, llegando hasta territorio navarro. 

La redacción, dirigida por Ricardo Urondo, elabora esas cuatro páginas en formato sábana en las que se podía seguir la actualidad política vasca, nacional y europea, haciendo especial hincapié en los logros de la Unión Soviética y en el auge del nazismo. Tampoco escapaban de sus páginas los apasionados debates de la época entre nacionalistas y partidos obreros. Todo bajo ese cariz irónico que impregnaba la prensa del momento, en la  que opinión e información se mezclaban sin complejos. Reforzando esa imagen, aparecieron las primeras ilustraciones, caricaturas y tiras cómicas, que serán acompañadas más tarde, a finales de 1935 y a cuentagotas, por fotografías. 

Tras Urondo, la dirección de ‘Euzkadi Roja’ recaerá en el dirigente Ramón Ormazábal, quien será su principal referente durante casi dos décadas. Junto a ambos, en estos primeros años, aparecen firmas como las de Jesús Larrañaga, Agustín y Sebastián Zapirain, Leando Carro, Aurelio Aranaga, Ricardo Castillote, Julián Antonio Ramírez Hernando, Mariano Lucio… Una mezcla de periodistas vocacionales, jóvenes militantes y lectores implicados.

Como es obvio, la historia de ‘Euzkadi Roja’ camina paralela a la de su organización política. Así, con el nacimiento en 1935 del Partido Comunista de Euskadi como tal, se da una nuevo impulso al semanario. No varíara en esta ‘segunda época’ el precio -15 céntimos- y la censura, que aparecía en forma de grandes cuadrados negros que ocultaban la información suprimida. Todo avalado por la Ley de Orden Público de 1933, que tuvo su peor momento tras la Revolución de 1934, cuando la cabecera fue suspendida. Cierre del que no se recuperó hasta diciembre de 1935.

Si bien la convulsión política del momento ayudó a que publicaciones como ‘Euzkadi Roja’ aumentara su tirada, la realidad es que a punto estuvo de desaparecer tras el inicio de la guerra civil. Caída Donostia, se vive el peregrinaje de su redacción a Vizcaya, donde ya tenía oficina. La edición bilbaína, iniciada un 22 de septiembre de 1936, conformará la época dorada del semanario, que lograra ser diario en esa época. De hecho, con sus ocho páginas de contenido, se codea con el resto de la prensa vizcaína.

Será en su sede de la calle Ledesma y las posteriores de Buenos Aires y Gran Vía donde viva sus mayores éxitos periodísticos y de tirada. De los 15.000 ejemplares de noviembre de 1936 pasa a 48.000 en junio de 1937. A alcanzar estos números ayudará su distribución no solo en Euskadi, sino también en Cantabria y Asturias, lugares donde era el medio referencia de comunistas y milicianos.

Para hacer frente a los gastos que suponían este ‘Euzkadi Roja’ diario, a las nuevas secciones de agenda cultural, hemeroteca, esquelas o deportes, se sumó la aparición de publicidad privada. Esta es la única época del periódico en el que se pueden encontrar anuncios de bares, talleres, sastres, ópticas o clínicas. Otras de las secciones destacadas en este tiempo eran la de ‘Euzkadi Roja en la retaguardia’ y la del ‘Buzón del miliciano’, en la que se recordaban a soldados muertos, se preguntaba por los desaparecidos o se publicaban cartas de ánimo. 

El contenido, como es lógico, está enteramente dedicado a la guerra, con números históricos como los que cuentan los bombardeos sobre pueblos vizcaínos o la defensa de Bilbao. Precisamente, la toma de la ciudad vasca por parte del Ejército fascista obligó a un nuevo paréntesis en la publicación, retomándose en Barcelona en enero de 1938. Esa etapa catalana fue breve y no pudo siquiera llegar a 1939. Con su final, se da paso a una década marcada por la clandestinidad y el exilio, dificultando la supervivencia del proyecto, que seguía siendo dirigido por Ormazábal.

En la década de los 40, ‘Euzkadi Roja’ fue un reflejo de la situación que vivía el Partido Comunista: heroica lucha en el interior y exilio en Francia y, en menor medida, en América Latina. Las células que funcionaban en las tres provincias fueron capaces de publicar y distribuir varios números provinciales A pesar de las dificultades de movimiento, de establecer contactos y de las continuas detenciones, algunas de estas ediciones lograron tener continuidad temporal. Allí donde no había máquina de escribir se redactaban y se ilustraban a mano. Hoy, vistos esos números con la perspectiva temporal, conforman un tesoro gráfico de esa lucha clandestina, oculta y peligrosa pero que consiguió cierta respuesta social. Así lo confirma el hecho de que en el número 13 de enero de 1947 se dé cuenta de haber recibido 7.842 pesetas “de las masas” para sacar ‘Euzkadi Roja’.

Con mayores medios contó la edición que se publicó en París entre los años 1946 y 1949. Por ella pasaron militantes como Francisco Zalacaín, Jesús Boneta, Cristobal Errandonea, Leandro Carro, Luiz Zapirain o Jesús Martínez Arestizabal, que en su mayoría acababan de llegar de México, donde se habían encargado de publicar ‘Alkartu’, una especie de ‘hermano pequeño’ de ‘Euzkadi Roja’ editado en América como boletín del Partido Comunista de Euskadi.

El semanario se distribuía, además de en París, en ciudades como Montauban, Pamiers, Toulusse, Agen, Burdeos o Mauleon, llegando a tener bastante aceptación entre militantes y exiliados, que organizaban tómbolas para recaudar dinero y poder pagar así la imprenta. De hecho, tuvo un enorme éxito una campaña lanzada en agosto de 1947 bajo el nombre de la ‘Semana de Euzkadi Roja’, que buscaba incrementar su tirada hasta los 4.000 ejemplares.

Como a lo largo de toda su historia, también tuvo sitio el euskera en este edición francesa, sobre todo en las secciones ‘Euskel Atala’ y ‘Ziriketak’, de las que se solía ocupar Francisco Zalacaín.

Pero a pesar de su éxito y calidad, también fue corta la existencia de esta edición francesa, que se cerró en octubre de 1949, ya bajo la dirección de Martínez Arestizabal. En este abrupto final tuvo mucho que ver la decisión del Gobierno francés de ilegalizar al PCE, prohibiendo sus publicaciones.

Aún así, este hecho no supuso el final de la cabecera, ya que hasta su cierre definitivo en 1957 con la aparición de ‘Euskadi Obrera’, se siguió editando números, con un diseño mucho más sobrio y que, por fortuna, han llegado hasta nuestros días.

‘Euzkadi Roja’, que en su cuarto de siglo de vida resurgió una y otra vez de sus cenizas cual Ave Fénix, merece ser leída de nuevo hoy, 90 años después de su primer número, para poder entender y no olvidar lo sucedido en los años más oscuros de la dictadura franquista. Frente a ella y junto a los trabajadores se mantuvo heroicamente este referente comunicativo vasco.

Eduardo Mayordomo, Secretaría de Comunicación del PCE-EPK Navarra


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