Ghassan Kadi •  Opinión •  25/07/2016

El Nuevo Medio Oriente: Estados Unidos se retira, entra Rusia

El Nuevo Medio Oriente: Estados Unidos se retira, entra Rusia

Una miríada de eventos aparentemente inconexos y cabos sueltos están convergiendo en una forma que apunta en la dirección de una enorme victoria para la diplomacia rusa en el Medio Oriente, y sólo necesitamos conectar los puntos para ver el despliegue de este escenario.

¿Cuáles puntos, podría uno preguntarse?

Henry Kissinger hizo de la protección de Israel por Estados Unidos una ley. En sus viajes diplomáticos en el período previo a los acuerdos de Camp David, Kissinger básicamente había removido a la Unión Soviética de la posición de superpotencia y por lo tanto como socio clave en la mesa de negociaciones entre árabes e israelíes, reduciendo su rol a cero. El posterior desmantelamiento de la Unión Soviética y el surgimiento del así llamado «Nuevo Orden Mundial» significó que Israel iba a conservar la superioridad militar.

Aun así, con el ascenso del Eje de la Resistencia en general, y de Hezbolá en particular, la ventaja militar de Israel demostró ser incapaz de proveerle seguridad real alguna. De hecho, parece que ha sucedido todo lo contrario. Israel nunca ha estado bajo ningún tipo de amenaza existencial como la que enfrenta en la actualidad, con un estimado de cientos de miles de misiles de Hezbolá, si no más, preparados para atacar objetivos israelíes como Eilat (ciudad fronteriza con el Líbano: n. del t).

Y Estados Unidos, al haber sido un partidario parcializado por Israel por tanto tiempo, ha perdido estatura como árbitro no partidista y mediador. En realidad por eso, mientras Estados Unidos ha intentado con insistencia permitirle a Israel imponer su propia paz, sobre sus propios términos, en la práctica ha sido imposible proveer a Israel de paz alguna, bajo los términos de nadie.

Ahora vayamos a Siria.

Siria ha estado estancada en una guerra por más de cinco años. La intervención rusa que comenzó a finales de septiembre de 2015 llevó al conflicto, por primera vez, a una dirección en la que el gobierno sirio y sus aliados obtuvieran una clara ventaja.

Entonces, en el momento cumbre de la operación militar, y al parecer un poco antes de alcanzar y declarar la victoria, Rusia repentinamente declaró una importante retirada y, finalmente, un alto al fuego.

Se plantearon muchas preguntas, incluso el mismo jefe de Hezbolá, Hassan Nasralá, aliado incondicional y muy conocedor de Rusia, ha cuestionado públicamente en un discurso reciente la lógica detrás de esa acción preguntando: «¿Quién se ha beneficiado de la cesación del fuego?». Nasralá se refiere, obviamente, al hecho de que el Frente al-Nusra y otros grupos han aprovechado el alto al fuego para reforzar sus posiciones e incluso para tomar territorios en algunas regiones.

Así como la intervención rusa en su velocidad, precisión y efectividad había anonadado al mundo, especialmente a la OTAN, del mismo modo lo hizo su retirada y el cese al fuego. «Por qué el presidente Putin de repente decidió disminuir la escalada de la ofensiva militar», fue una pregunta que muchos analistas se hicieron, especulando posibles respuestas.

¿Por qué Putin actuó como lo hizo en la lucha contra el terrorismo?

Analistas de corta visión, especialmente aquellos que aman odiar a Rusia, encontraron una oportunidad de oro para azotarla y acusar al presidente Putin de darle la espalda a Siria y dejarla caer. Pero, ¿acaso Putin de verdad se echó para atrás luego de haber puesto en la palestra su reputación política global? ¿Estaba él a la expectativa de que los estadounidenses confesaran y trabajaran con él en identificar quién es quién sobre el terreno?

¿Se retiraría luego de que se perdieran vidas rusas en Siria y en el trágico derribo del avión en el Sinaí, que sucedió en retaliación a su acción militar en Siria? ¿Podía Putin correr el riesgo de exponerse negativamente a los ojos de su propio pueblo, luego de ascender al nivel de salvador y héroe? Por último, pero no menos importante, ¿acaso Putin dejó a Turquía, específicamente a Erdogan, «sin castigo» luego de que derribaran deliberadamente un avión ruso y asesinaran a su piloto?

La respuesta colectiva e individual para cada una de las preguntas anteriores es un categórico NO. ¿Entonces por qué accionar de esta forma? Parece no haber una clara respuesta; al menos no por ahora.

Y, por supuesto, no podemos mencionar a Turquía sin permitir que la cadena de acontecimientos se detuviera en la estación turca para un minucioso análisis.

En mi análisis del fracaso de la «guerra contra Siria», que efectivamente comenzó a tomar forma en los últimos dos años más o menos -especialmente luego de la aparición del Daesh-, he reiterado que los diferentes elementos de la «coalición anti-siria» que se agruparon, unidos sólo por el odio hacia Siria y su presidente, debían darse cuenta de que nunca iban a poder ver su sueño colectivo materializado. Por ello recurrieron a perseguir sus propios sueños individuales y/o a implementar algunos planes de contingencia. En ese contexto, entre otras cosas, el Daesh se declaró sublevado con respecto a sus antiguos aliados y ocupó campos de petróleo para poder autofinanciarse.

Cuando Erdogan miró al Daesh, pudo ver una espada de doble filo. Y sin considerar la política -la ideología fundamentalista de Erdogan no es muy diferente de la del Daesh-, acorde a esta doctrina, dejando todo lo demás de lado, los miembros del Daesh son reconocidos como hermanos. Además, el hecho de que el Daesh y los kurdos estén en conflicto era algo que Erdogan no podía ignorar. El temor de Erdogan por el factor kurdo es muy alto, y el hecho de que Estados Unidos estaba ayudando a algunas facciones kurdas ha enojado al presidente turco hasta el extremo. Estados Unidos no puede ser amigo de Turquía y de los kurdos al mismo tiempo, ha dicho Erdogan en muchas ocasiones, directa e indirectamente.

Al mismo tiempo, Estados Unidos ha acrecentado su frustración con Erdogan, y a cambio, ha jugado su propio juego del gato y el ratón dentro del triángulo Daesh-kurdo-turco, favoreciendo a cada bando cuando fuera conveniente y adecuado para su agenda.

Pero para Erdogan el asunto se estaba volviendo bastante crítico. Turquía está ahora bajo ataque con una sarta de explosiones por aquí y por allá, algunos perpetrados por los kurdos y otros por el Daesh. No sólo la apuesta de Erdogan ha fallado en Siria, sino que él mismo ha traído el conflicto a casa, al menos parcialmente, y el boom económico y la política de «cero problemas con nuestros vecinos» que coronaron sus primeros años de poder se fueron erosionando por el mismo atolladero que Erdogan se encontró.

Ganar sin costos civiles alarmantes significaba hincar a Erdogan de rodillas, lo que sucedió

Para empeorar las cosas, luego de que derribó el Su-24 ruso en noviembre de 2015, Erdogan esperaba el apoyo de la OTAN, pero la respuesta fue corta y precisa. Se le dijo que tenía que resolver sus propios problemas con Rusia.

Trató de usar a los refugiados como carta bajo la manga, pero esto no podía llegar suficientemente lejos. Aparte de los pocos miles de millones de dólares que le entregaron, que es en términos relativos un pequeño soborno, Erdogan ni siquiera pudo hacerse con la esperada aspiración de convertir a Turquía en miembro de la Unión Europea.

Erdogan se consiguió a sí mismo arrinconado, abandonado, bajo ataque, enfrentando severas sanciones rusas y un declive económico. Necesitaba una salida estratégica; una salida de los problemas y en el contexto de una era totalmente nueva.

Mientras tanto, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu hizo un número de viajes sin precedentes hacia Moscú. ¿Por qué? Muchos preguntan.

El polvo no baja todavía, pero hay señales que indican que estamos por ver un gran cambio en las políticas del Medio Oriente, además de nuevos conflictos y alianzas.

Estamos ahora escuchando declaraciones oficiales turcas que acusan a los Estados Unidos de tramar el reciente intento de golpe. Turquía incluso ha impuesto el cierre de la base aérea de Incirlik, de la OTAN, en donde Estados Unidos almacena pilas de armas nucleares, llegando a cortar el suministro de energía a la base. Esto equivale a declarar un motín dentro de la OTAN. Cuando Erdogan dijo que el golpe fue un «regalo de Dios» para limpiar el ejército, pudo haber dicho también que era un regalo de Dios para él mismo, demostrando su resentimiento con los Estados Unidos.

También hemos oído contra-rumores de que Erdogan escenificó un fallido golpe para limpiar el ejército de elementos que no le fueran leales. Aunque este escenario no se puede confirmar o descontar, Erdogan no se ha amilanado en sus palabras o acciones con respecto al jefe de la OTAN: los Estados Unidos.

Es importante señalar aquí que, en las últimas semanas, Erdogan y Netanyahu se reconciliaron, y además se ha venido normalizando la relación con Rusia. Erdogan por lo visto ha hecho un cambio, y tal vez uno de 180 grados con respecto a sus políticas en Siria, ¿pero con cuáles fines?

Para cualquiera que quiera una victoria decisiva en Siria, la ciudad de Alepo es la clave. Quien tome el control total de Alepo ganará la guerra. La coalición siria-rusa tiene la ventaja para ganar la batalla de Alepo, pero ¿a qué costo civil? La otra manera de ganar es hincando a Erdogan de rodillas, y parece que eso es lo que ha sucedido. Si Erdogan cierra las fronteras de Turquía, los terroristas estarán condenados.

Rusia entra como la única fuerza que tiene la habilidad para resolver problemas de larga data

Si unimos los puntos anteriores, ignorando otros puntos menores que no necesitan ser comentados individualmente, sólo podemos ver que el plan maestro mediado por Rusia en el Medio Oriente está llegando a buen término.

Lo que pone a Rusia en la posición de ser capaz de congregar tal plan es el hecho de que es altamente respetada y está en muy buenas relaciones con todos los jugadores de peso. Luego de enmendar las relaciones con Turquía, Rusia está no sólo en buenos términos con ella, sino también con Siria, Israel e Irán. Las insensatas políticas exteriores de Estados Unidos en Medio Oriente las han vuelto una fuerza de la que no se puede confiar, incluso por sus propios aliados.

Putin es firme en la lucha contra el terrorismo. Que él sea capaz de hacerlo efectivo o no es otra historia, pero estratégicamente hablando, sabe bien que la lucha militar contra el terrorismo no se puede ganar, mucho menos estar apropiadamente conducida, si los otros actores de la región están en conflicto.

De acuerdo a este análisis, estamos a punto de ver el despliegue del plan ruso, un plan que no sólo creará las bases para terminar la guerra contra Siria, sino que también buscará un acuerdo árabe/israelí.

El plan se tendrá que basar en una situación de ganar-ganar para todas las partes involucradas. Los saudíes (y cataríes) serán los únicos perdedores. Probablemente serán echados al frío y se secarán. Nadie realmente quiere o necesita calmarlos por más tiempo. Su influencia se reduce, y así mismo sus recursos. En todo caso, la guerra contra el terrorismo, si toma forma bajo el paraguas ruso, necesitaría confrontar el patrocinio de la casa Al-Saud en la propagación del radicalismo religioso.

La avalancha de acontecimientos ha empezado, y así como se le está mostrando la puerta de salida a los norteamericanos por parte de sus aliados más cercanos, Rusia entra como la única fuerza que tiene la habilidad para resolver molestosos problemas de larga data, y limpiar el desastre de los Estados Unidos.

* Ghassan Kadi es un analista geopolítico de origen sirio. Esta nota fue publicada originalmente en The Vineyard Of The Saker.

La traducción para Misión Verdad fue realizada por Ernesto Cazal.

 


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