Gran Bretaña rompe el statu quo
Los británicos le dicen sí al Brexit y rompen el statu quo. Por primera vez un estado miembro de la Unión Europea hace uso de su derecho soberano a abandonarla. Se quiebra el bloque rector del orden político continental de posguerra.
Los partidarios de la salida buscaban despegarse del continente y de las directrices de Bruselas, pero la ruptura puede ir mucho más allá y acabar por desmembrar al Reino Unido. Los resultados del referéndum mostraron la voluntad de los ciudadanos de Escocia e Irlanda del Norte de permanecer en la Unión. Los votantes ingleses los han expulsado de Europa. Suceso que reactiva el deseo de independencia de dos naciones que, como estados soberanos, podrían volver a ser miembros plenos del bloque. Inclusive, si lo hacen rápido, nunca lo abandonarán. El mecanismo de desacople del Reino Unido es complejo y puede demorar hasta dos años, no sería de extrañar que para aquellas alturas Irlanda y Escocia ya estén en condiciones de esquivar el Brexit. De concretarse estas eventualidades Londres será la capital de un estado sustancialmente menor al que en 1973 decidiera incorporarse al bloque. Hoy los ingleses son ciudadanos de una construcción de 28 países y 500 millones de habitantes. Mañana podrían limitarse a ser un estado solo compartido con los galeses. Continuidad del lento pero ininterrumpido proceso de declive de un imperio que a inicios del siglo XX supiera dominar un cuarto de la superficie planetaria. El peso relativo de Gran Bretaña dentro del sistema internacional podría volver a contraerse.
Al otro lado del canal de la mancha Francia ve de alguna forma revitalizado su liderazgo. Es ahora la única potencia nuclear y miembro permanente del Consejo de Seguridad de la Unión Europea. Más allá del protagonismo excluyente de la OTAN en la estrategia de defensa de occidente, cuando se trate de cuestiones exclusivamente europeas la palabra de París cobrará mayor relevancia. Situación equivalente para Alemania y las problemáticas económicas. Berlín será más conductor que nunca.
El impacto del resultado electoral repercute también en el nuevo mundo. Donald Trump festeja la fractura y la toma como un triunfo en su carrera hacia la Casa Blanca. Su retórica nacionalista y aislacionista se alimenta de una lógica similar a la de los partidarios del Brexit. Su victoria en las Presidenciales de Noviembre podría imprimirle velocidad a un proceso mundial de revalorización de los estados nacionales por sobre las organizaciones supranacionales. Una fuerza antiglobalización que surge de las entrañas mismas de las sociedades que la impulsaron. El deseo de «recuperar» la antigua Inglaterra que empujó la salida de Europa no es muy diferente al encarnado en el slogan de campaña «Make America Great Again» .
El discurso anti-inmigración demuestra efectividad electoral y se transforma en una herramienta todavía más atractiva para líderes que en los próximos meses competirán por cargos electorales en toda Europa. Deberemos estar atentos a la capacidad de contagio del efecto Brexit para saber si el británico es un caso aislado o representa el inicio de un proceso trascendental.
* Licenciado en Relaciones Internacionales
Director de EquilibrioInternacional.com
http://twitter.com/perez_santiago
Fuente: http://www.equilibriointernacional.com/2016/06/brexit.html